Capítulo 7

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Clara no quería que la tildaran de acosadora y, aun así, era incapaz de apartar la mirada de la joven de ojos verdes que se maquillaba en la intimidad de su habitación. Elisa le recordaba a la mujer que le arrebató el cariño de su padre; eran igual de superficiales, falsas y creían que el mundo estaba a sus pies.

La joven hizo un mohín al verla tomarse varias fotos con el teléfono. Detestaba que su hermanastra tuviera la suficiente vanidad como para restregarles a otros su perfección. Decidió entrar sin permiso a la habitación, perturbando la sesión de Elisa.

—Joder, tía, toca la puerta —le reclamó su hermanastra.

—También es mi casa —espetó.

—Sí, pero esta es mi habitación.

—Calma, solo venía a avisarte que vi a Ben Franco con alguien en el cine. —Hizo una mueca y cruzó los brazos.

Elisa dio un respingo y se volvió a su hermanastra.

—¿Y eso a mí qué? —farfulló. Aunque la forma en la que movía el pie mostraba su ansiedad.

—Nada, que me alegra que él haya encontrado a una tía de alto nivel como Ángela Campa.

—¿Estás de coña? —Elisa no ocultó su sorpresa—. ¡Qué cabrona! Todavía de que la invité al botellón solo porque te habla a ti.

Clara sonrió para sus adentros, ni siquiera tenía idea de por qué lo hacía. Puede que solo quisiese fastidiarla o quizás encender la chispa que provocaría que cualquier cosa que tuviesen Ben y Angie se esfumara. Cualquiera de las dos era ganancia, mejor para ella si sucedían ambas.

—Que no te extrañe —continuó Clara—, Ángela es una tía de ciudad, es algo guapa y no olvidemos que tiene mucho dinero, ¿has visto su casa? Parece una mansión.

Elisa formó puños con ambas manos.

—¿Qué tan juntos estaban? —preguntó con insistencia.

—Yo los vi compartiendo un frappé. —Encogió los hombros—. Pensé que no te importaba. Lo que yo recuerdo es que esa tarde en la que se dejaron los dos estabais cabreadísimos. Ben porque descubrió los mensajes que tenías con ese tipejo de segundo año y tú porque él se vengó mandándole capturas de eso a la otra tía que engañabais.

Tras ese recuento de los daños, Elisa alzó la cabeza de golpe y cruzó los brazos.

—¡Clara! ¡Déjame en paz! —le gritó.

La aludida dio un paso atrás y se dirigió a la salida. Ya había hecho suficiente y si bien podría seguir jodiendo a su hermanastra, no le apetecía meterse en problemas con su padre y que volviera a darle ese ridículo discurso de que ambas deben llevarse bien.

Antes de regresar a su habitación, Clara se detuvo y miró por el pequeño espacio de la puerta semiabierta a Elisa sacar su móvil y teclear de manera desesperada; había altas probabilidades de que estuviese tratando de comunicarse con Ben. La joven hizo una seña triunfal, pero todavía era muy pronto para celebrar.

 La joven hizo una seña triunfal, pero todavía era muy pronto para celebrar

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Entre estrellas muertas y conspiraciones | Resubiendo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora