Una de las cosas que Ben odiaba de comer con la familia de su novia, era la forma en que condimentaban los alimentos. Inés le añadía demasiadas especias y picante a los guisos. Por lo general, eran una oleada de sabores fuertes que llegaban incluso a calar en la lengua. ¡Y eso que su madre era mexicana y se acostumbró al picante!
Todo eso, sumado a la sed que le causó volver a tomar sus antidepresivos, hacía del momento algo poco placentero. Pero la incomodidad de Ben no se debía nada más a eso, sino al hecho de que se encontraba justo en frente a Angie. Aunque ambos intentaran no mirarse, él no tardó en percibir lo poco que ella disfrutaba la comida, ya que movía el tenedor de un lado a otro sin acercarlo a su boca.
—¿Qué harás en las vacaciones? —le preguntó con interés la mujer a Angie, se limpió los labios con una servilleta, dejando la marca roja de su labial.
—No lo sé —respondió la joven. Cogió su vaso de horchata y le dio un sorbo—. Creo que nos quedaremos aquí, de todos modos, no es como si estas fechas me gustaran mucho.
Las palabras de Ángela no dejaron indiferentes a los presentes, a todos con excepción de Ben, quien ya se imaginaba la razón de ese descontento con la época y también se había acostumbrado a la frialdad con la que ella soltaba aquello que le desagradaba. Tanto tiempo charlando, quejándose y riendo, le volvieron sencilla la tarea de identificar esos patrones.
—Aunque me emociona que mi padre vuelva por Navidad —concluyó ella con una sonrisa cargada de falsedad.
—¿Cuánto tiempo lleva fuera? —preguntó Clara, soltando el tenedor.
—Casi un mes —replicó intentando ocultar su melancolía—, pero nos llamamos cada semana sin falta.
—Qué horror —afirmó Lis con una mueca.
Angie le respondió de la misma manera. Aquello no pasó por alto ni para Ben ni para Clara, lo que acentuó las ganas que tenía él de desvanecerse de ese sitio y aparecer en un lugar donde pudiera estar en paz.
—¿Y ya has encontrado algo para la universidad, Ben? —le preguntó el padre de Clara, mientras se estiraba para coger el tazón de ensalada.
—Estoy intentando que me den un buen apoyo para costear la vivienda en la capital —respondió él vagamente—, aunque todavía tengo que ver qué tal me va a en selectividad.
—¡Qué va! —expresó Lis—. Fijo a que obtendrás de nuevo una media altísima.
Ben sentía la pesada mirada de su ex pupila encima, como no era capaz de sostenerla, decidió ignorarla fijando la atención su novia.
—Creo que me sobrevaloras. —Ben apretó los labios—. Hay demasiada competencia si quiero salir de la comunidad.
—Pero si el año pasado conseguiste ser la mejor nota de primero de bachillerato de esta comunidad —objetó Inés—. Para este año te sacas una nota igual, fijo.
—No sabía que habías sido la mejor nota —añadió sorprendido el hombre—. Tus padres deben estar encantados.
Clara dirigió su atención a Ben, mientras él comía y miraba a la nada. Admiraba cada uno de sus rasgos marcados e incluso sonreía.
—De paso fue la quinta mejor del país —añadió Lis, colocando su mano encima de la de él—. No sé cómo lo haces, pero nunca dejes de hacerlo.
El joven resopló. No se sentía cómodo siendo el centro de atención por algo así. Le recordaba a su infancia, cuando su madre descubrió que podría obtener todo tipo de reconocimientos si lo forzaba a tener notas elevadas y participar en certámenes académicos. Le resultaba sencillo, pero también odiaba no poder salir a jugar o ir a entrenar con su equipo de fútbol sin antes haber hecho todos los trabajos extras que su madre le ponía, ya que según ella debía entrenar sus altas capacidades.
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Entre estrellas muertas y conspiraciones | Resubiendo |
Teen FictionEl exnovio de Angie se suicidó. Ben pasó por la peor racha de su vida. Ambos se verán obligados a convivir, tratarán de sanar heridas y aprenderán, a las malas, cómo lidiar con una serie de turbulencias emocionales. ❄️❄️❄️ Álex terminó su relación c...