♡ 17 ♡

2.5K 182 0
                                    

Luego de un día junto a sus amigas, Peyton se recostó en su habitación. Estaba tan cansada tanto mental como físicamente, a pesar de haber sido una tarde muy linda junto a las jóvenes, muchas cosas la habían hecho recordar a cuando Thomas aún seguía con vida y eso le generaba una gran nostalgia que intentaba evitar constantemente.

No quería mostrarse mal frente a todos, por lo que ella enfrentó su dolor con una falsa sonrisa que pareció haber engañado a todos, incluso, a sí misma.

Rendida por el cansancio, había caído en un profundo sueño, donde su mente parecía volverla loca.

Se encontraba en el muelle de la ciudad, observando el mar a distancia. El día se veía celeste, con algunas nubes oscuras rondando, pero aun así no lograban cubrir el sol brillante.

La menor aspiró con fuerza, sintiendo aquel aroma de la playa a corta distancia, todo se sentía tan en calma. Sonrió al ver como su vista se volvía negra, pues dos grandes manos habían cubierto sus ojos, y una caliente respiración chocó en su cabello. Sintió un cálido beso en su mejilla, lo que la hizo reír con ternura y tomar aquellas manos para darse la vuelta.

Al observarlo, su expresión era de sorpresa, aquellos ojos verdes la observaban acompañados de una gran sonrisa.

—Es lindo despejar el dolor ¿No, ángel? —El mayor la tomó de su cintura y la envolvió en un cálido abrazo.

—Ash...—Peyton lentamente alejó su rostro y observó al mayor con intriga. Ashton sonrió ampliamente para luego acercar su rostro al de la menor y pegar sus frentes. —Debes dejarlo ir, Peyton. —susurró contra su rostro.

La menor lo observó confundida y giro su vista a un lado, donde lo voy vio, Thomas se encontraba parado, observándolos, sin ningún cable, sin ningún tanque de oxígeno, pálido y con el mismo traje que le habían puesto en su funeral.

—Thomas... —El joven nombrado le sonrió y comenzó a retroceder. —¡ESPERA! —la joven quiso correr hacia el pero la mano de Ashton la detuvo. Lo observó con enojo, pero el mayor le sonrió con suavidad. —Necesito ir con él.

—Él ya no está, ángel. —cuando Peyton volvió a observar, Thomas ya no se encontraba. Volvió a observar a Ashton y este acarició su mejilla con suavidad. —Es momento de seguir. —poco a poco sus rostros se fueron acercando cada vez más.

Estaba a punto de sentir sus labios, pero despertó.

Su corazón latía con tanta fuerza, sus mejillas estaban empapadas y estaba cubierta por una ligera transpiración fría. Se observó en el espejo y suspiró.

Caminó hacia el escritorio y tomó la foto que tenía en un precioso marco. Era del baile, estaba abrazada al cuerpo de su amado y sonreía con sinceridad.

— ¿Qué me sucede? ¿Por qué debe ser tan difícil estar sin ti? —Susurró acariciando la fotografía.

Detrás suyo, su celular se encendió iluminando ligeramente la habitación y llamando su atención. Dejó la fotografía en su lugar y caminó hacia la mesa de noche para tomarlo. Lo pensó por pocos segundos y luego comenzó a teclear.

¿Cuándo podremos vernos?

Suspiró y se sentó en la cama. Pensaba que estaba loca por lo que estaba haciendo. Pocos segundos después, su celular vibró entre sus manos.

Daddy Ash 📷
Paso por ti en 5 minutos.

La menor sonrió ampliamente ante aquel mensaje y mordió su labio, para luego levantarse y prepararse.

~*~*~

Terminó de acomodar su cama, cuando escuchó un auto familiar frenar. Se asomó por la ventana y vio al fotógrafo apoyado contra su vehículo, Peyton sonrió y se escabullo a través del árbol a un lado de su ventana. Al bajar, se acercó al hombre quien sonreía con tanta tranquilidad.

—Luces muy bien. —Peyton se sonrojó y agradeció por lo bajo. —¿Lista? —La menor asintió y ambos se subieron al vehículo rumbo a su destino. —¿Cómo ha ido todo? —comenzó a platicar el mayor.

—Supongo que bien, mis padres se veían felices.

—¿Y tú? —Ella lo observó intrigada. — ¿No te sentiste bien de pasar tiempo con ellas?

—Pues sí, supongo que sí—se encogió de hombros.

—Pero no te has distraído del todo. Te sintió bien, pero algo faltó. —concluyó el fotógrafo. Peyton observo por la ventana y frunció el ceño al ver que no estaban yendo a la casa del hombre.

—¿A dónde vamos? —preguntó algo intrigada.

—Creí que sería bueno buscar otra manera para distraerte. —El hombre detuvo el auto y estacionó. La menor bajó del auto maravillada por lo que estaba viendo.

—Dios... No sabía que la feria estaba aquí. —Habló observando encandilada toda la cantidad de luces y puestos de juegos que hacían de aquel ambiente en el muelle junto a la playa, un lugar mágico.

— ¡Ven! —Río Ashton al verla aún parada en el estacionamiento. La joven sonrió y lo siguió.

El lugar estaba lleno de vida, las risas, las voces de los visitantes, los gritos de los valientes que enfrentaban la montaña rusa, y eso a Peyton simplemente le fascinaba. Luego de comprar los boletos, Ashton le insistió para que eligiera el primer juego, por lo que se fueron a un puesto de rellenar globos.

—Bien, todos en sus marcas. —anunció el encargado a la joven pareja y el resto de competidores.

—Voy a destrozarte. —Advirtió el fotógrafo.

—Ya lo veremos. —Peyton se posiciono en su lugar y apunto a la boca del payaso con precisión.

— ¡Comiencen! —Todos comenzaron a lanzar agua a la boca de los payasos de plástico frente a ellos y llenar el globo para lograr conseguir la victoria. El globo de la menor fue el primero en explotar y el juego acabó.

— ¡LO LOGRÉ! —El encargado le entregó su premio y la menor le sacó la lengua a su compañero, presumiendo de la gran cantidad de ticket que había obtenido.

—Bien hecho, ángel. Pero aún quedan muchos juegos por disfrutar.

Y así, juego tras juego, las risas no se detenían. Luego de unas cuantas competencias de lanzamiento con aro, algunos dardos y autos chocones, Ashton le insistió a la menor para sacarse una foto en el cartel de cuerpos.

Ambos hicieron cola para posar sus caras en un cartel donde un pescador musculoso tenía entre sus brazos a una bella sirena.

—Bien, sonrían. —Ambos rieron y la foto salió. Ashton pagó por su revelado y se la llevó.

—Muchas gracias. —Le agradeció al hombre.

—No hay de que, marinero. —El hombre gruñó como un pirata y Peyton río.

—Ese hombre es genial. —Habló entre risas.

—Lo sé. —Él joven río y observó la gran atracción de la feria, la montaña rusa. —Oye, ¿Qué tal si subimos?

—Jamás me he subido a una. —Habló con algo de miedo la menor.

—Siempre hay una primera vez ¿Verdad? ¡Vamos! Será divertido. —Le insistió.

—Mmm... ¡De acuerdo! —Habló decidida —Pero si muero de ganas vuelvo de la tumba y te llevo conmigo. —Él mayor río ante sus palabras y aceptó el trato.

Ambos subieron a la atracción y el juego comenzó.

— ¡NO TE SUELTES! —gritó el mayor mientras se sujetaba de la barra frente a ellos.

El carrito hacía su recorrido, acompañado de los gritos de todos, aún más de Peyton, quien inconscientemente, aferró su mano a la de Ashton y no la soltó en todo el juego, incluso cuando este había terminado.

Angel © |afi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora