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Observo el lugar y asintió para sí misma, aquella era su casa. Había salido de la escuela y había decidido llevarle al hombre sus prendas que le había prestado. Sólo se las daría y luego regresaría a su hogar, o al menos, así lo tenía planeado.

El timbre sonó y aquella voz sonó detrás junto a unos pasos. La puerta se abrió y Peyton trago saliva al levantar su vista. El hombre la miró sorprendido por su presencia.

—Peyton.

—H... Hola señor Irwin. Vengo a... Traerle su ropa. —Habló la menor algo nerviosa.

—Oh, claro. Pasa. —le indicó haciéndose a un lado. La joven asintió y se adentró al hogar del hombre.

SI Peyton debía ser sincera, estaba fascinada con la decoración de su hogar, era tan moderno y urbano. Paredes de ladrillos con cuadros abstractos y fotografías modernas. Unos pequeños escalones que hacían descender al piso de madera donde se encontraban los sofás negros de cueros. Ventanales gigantes de fábricas que se amoldan a la perfección a su decoración.

Más al fondo se podían ver nuevamente pequeños escalones y la cocina que aún lado tenía la gran escalera para subir a la planta superior donde se encontraban el baño y la habitación del dueño de aquel lugar.

— ¿Te gusta? —Habló el hombre sacando a la joven de su deleite visional. Ella asintió lentamente y él sonrió de lado mientras servía una copa de vino. — ¿Quieres? —Ella volvió a asentir y se acercó a paso lento.

—Me gustan las fotografías. —Habló observando cada retrato.

—Gracias, yo las tomé. —La joven se sorprendió ante sus palabras. —Fotógrafo profesional. Me gusta retratar la belleza de este mundo. —le extendió una copa y ella agradeció por lo bajo dando un pequeño trago.

—Seguro ha fotografía a muchas modelos. —El hombre se encogió de hombros.

—Prefiero retratar Ángeles en su esplendor. —La joven lo observo y el mayor se acercó a ella, acercó su mano a su rostro y acomodo su cabello detrás de oreja. —Tu serias una modelo muy hermosa.

—Estoy segura que ha de acostarse con cada modelo que fotografía. —Habló intentando ignorar aquellas palabras que el hombre había dicho.

—Puede ser, pero no por amor, me gusta pensar que soluciono sus problemas. Siempre dicen que buscan olvidar, y eso es lo que hago. —el hombre se apartó y fue hasta la mesa de café por su cámara. Peyton terminó su vaso de vino y sintió el flash de la cámara. Observo al hombre y él sonrió. —Creo que la cámara te ama. —La menor no dijo nada, simplemente tomó su mochila y sacó la ropa que él hombre le había prestado.

—Aquí está su ropa. —Habló observándolo. El hombre tomó las prendas y agradeció, se quedó observando los ojos azules de la joven y ella no pudo evitar sentirse intimidada. — ¿Por qué me mira así?

—Por qué en tus ojos veo dolor. Mucho dolor. Extrañas a alguien.

—Yo...

—La otra noche llorabas dormida, murmurabas su nombre. —no pudo evitar cerrar sus ojos cuando el hombre acaricio su mejilla, quería ser fuerte, pero el dolor era mayor y el llanto se hacía presente. — ¿Quieres hablarlo?

—Quiero olvidar... —susurro observándolo detrás de su manto de dolor.

—Puedo ayudarte a hacerlo... —Su mano viajo hasta su nuca y acercó su rostro quedando tan cerca. —pero solo si tu deseas. —Peyton observo sus ojos por unos segundos, insegura de que hacer o que decir. El hombre vio aquella indecisión y se apartó para entregarle una nueva copa de vino.

Angel © |afi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora