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—Te amo, ángel... —Peyton observó los verdosos ojos del mayor, buscando una pisca de mentira, buscando que sea una maldita broma, pero la realidad es que las palabras de fotógrafo habían salido desde si corazón.

Su mente rápidamente comenzó a jugarle una mala pasada, recordando al joven que le había enseñado a amar. El rostro de Ashton se mezclaba con el de tomas y comenzaba a perder la cordura.

—No... ¡NO! ¡NO! ¡NO! —Su corazón palpitaba con fuerza y sus mejillas comenzaban a empaparse de sus lágrimas. Su cabeza hablaba casi y tan fuerte como su voz interior.

—Peyton... —Ashton quiso calmarla, pero la joven solo lo empujó y se levantó con rapidez, tomando sus prendas y encerrándose en el baño. El fotógrafo corrió detrás suyo y golpeó la puerta. — ¡PEYTON! ¡PEYTON PERDÓNAME! —la menor no contestaba, solo quería salir de aquel lugar cuanto antes. Sus manos temblaban casi al ritmo acelerado de su corazón. Cuando logró colocarse su vestido abrió la puerta y corrió lo más rápido que pudo escaleras abajo.

—Peyton... Espera... Por favor. —El hombre la detuvo al estar cerca de la entrada tomando su mano. La joven lo observó con sus ojos llorosos, el fotógrafo en verdad estaba dolido. —Perdóname... Pero es que... ¡Joder! Ya no soportó guardarlo, nunca creí que sentiría esto por ti. Sé que para ti es difícil, para mí también lo es, pero... —el joven aclaró su voz y se acercó con lentitud, acarició la mejilla de la menor con suavidad sin despegar sus ojos de aquellos orbes azules. —Pero aun así te esperaré. Quiero ayudarte, Peyton, quiero ayudarte a seguir y tal vez pueda lograr que me veas como yo lo hago. —El mayor se acercó aún más y la miro en suplica a sus ojos —Por favor... No te vayas.

La joven sentía la presencia de Thomas, oía su voz en cada palabra que Ashton le decía y eso solo la dañaba más. No podía, no podía hacerlo, no estaba lista para olvidarlo.

—Lo siento... —Sollozó la menor bajo la caricia del fotógrafo. —Pero... no puedo. —El corazón de Ashton parecía haberse quebrado. La joven se alejó de sus manos y se fue lo más rápido posible de aquella casa.

Corrió bajo la lluvia, sin importarle mojarse, sin mirar atrás, solo quería alejarse de todos, quería no oír aquellas voces que la torturaban, que la atormentaban.

El fotógrafo gritó de forma desgarradora y comenzó a lanzar todo a su paso. Las fotografías de las paredes quedaron esparcidas por el suelo. Su mesa de vidrio se hizo añicos cuando un florero cayó sobre la misma, el joven estaba fuera de control. Su mente estaba hecha un caos, él lo sabía, sabía que no debía hacerlo, sabía que no debía enamorarse de ella, pero aun así cayó, cayó en el deseo, cayó en sus encantos, en su aroma, en su sonrisa.

Había caído a los pies del ángel.

La menor entró a su casa y se encerró en su habitación, cubrió sus oídos negando una y otra vez.

— ¡YA BASTA! ¡BASTA, POR FAVOR! —comenzó a patear todo lo que había a su paso. —¡AHHH! —gritó al lanzar sus adornos, su ropa, sus almohadones, desarmó su cama, lanzó su mochila haciendo añicos la ventana.

Se acercó a su mueble y vio el peluche que el fotógrafo le había obsequiado, lo tomó para lanzarlo, pero algo la detuvo, un brillo se reflejó y de reojos lo vio, el collar de Thomas. Lo tomó entre sus manos y observó la fotografía junto a él.

Prométeme que serás feliz... —El recuerdo de aquella noche la había invadido, sintiendo la voz de Thomas abrazarla. —Prométeme que encontrarás el amor, que seguirás adelante y serás feliz.

—Thomas...

—Siempre estaré contigo Peyton, cuidare de ti, aunque tú no puedas verme. No quiero verte mal, quiero que seas feliz. Prométeme que no dejaras de sonreír, que no de tendrás tu vida, que seguirás adelante y serás en verdad feliz. No te prives de vivir, vales mucho ángel mío. Siempre estaré orgulloso de ti.

Su corazón parecía comenzar a llorar, tanto como su mente. Aquella guerra interna de voces parecía haber acabado, estaban en silenció al igual que todo a su alrededor.

La menor simplemente cayó al suelo aferrando el collar y peluche entre sus brazos.

— ¿Qué voy a hacer ahora? —su llanto era más bajo, pero aun así la angustia que sentía no parecía querer soltarla.

—¿Peyton? —La voz de su madre resonó por el pasillo. —¿Hija? —La puerta de su habitación se abrió con lentitud. —OH DIOS... —Angela observó aquella habitación y se topó con su pequeña acurrucada en el suelo, cubierta por sus propias lágrimas. —¡PEYTON! —La mujer corrió hacia su hija y la abrazó a su cuerpo con preocupación. — ¡Cielo! ¿QUÉ SUCEDE? ¿ESTAS BIEN? —su hija se aferró a sus brazos y lloró sobre su pecho.

—Me dijo que me ama... El me ama mamá...—Angela se sintió más calmada al saber de qué se trataba aquel desastre. Acarició con suavidad el cabello de su niña y la consoló.

—Mi cielo... —Su madre la tomó con cuidado de sus mejillas y le sonrió con calidez, haciéndole saber que todo estaba bien y que ella estaba allí para guiarla.

—Me siento horrible, mi corazón pide que le haga caso, pero mi mente solo me recuerda a Thomas y... Siento que falle mamá, siento que le estoy haciendo daño. —Angela volvió a acurrucar a su hija contra su pecho y beso su cabello con delicadeza.

—Mi niña. Cálmate, todo estará bien ¿Sí? —La joven se sintió cada vez más tranquila, su madre le estaba tarareando una canción que solía cantarle cuando era pequeña, y que ella, solía cantársela a Thomas luego de sus fuertes terapias. Su llanto cesó poco a poco, cuando su madre la noto más calmada, la observó a sus bellos ojos azules. — ¿Qué te preocupa, mi cielo?

—Thomas... No quiero fallarle. Sé que le prometí seguir, pero...

—¿Pero? —su madre la observó. —Amor, Thomas quiere que seas feliz, te o ha dicho ¿No es cierto? —La joven asintió lentamente. —Entonces hazlo, sigue hacia adelante, es lo que el más deseaba para ti. Jamás podrás olvidarlo, pero no por eso puedes privarte de amar. Tienes una vida por delante, princesa, aunque duela, debes soltar el pasado y seguir. —La menor la observó y suspiró. —Ese chico misterioso es el que te ha hecho sonreír todo este tiempo. ¿Verdad? —Ella asintió lentamente recordando cada sonrisa que Ashton le había sacado y su madre sonrió.

—Ha sido tan increíble. Es el único que ha sabido cómo ayudarme a olvidarme del dolor y yo simplemente lo alejé de mí. —Angela notó esa forma particular de su hija al hablar del joven, sabía que su niña estaba lista para afrontar su nueva etapa.

— Sabes lo que él siente por ti, pero... ¿Te has oído? ¿Sabes en verdad lo que sientes por él? —Peyton la observó a los ojos con un brillo de esperanza. —Nunca es tarde para oír a nuestro corazón.

Ymientras la joven debatía lo que sentía, el fotógrafo se encontraba en el suelode su casa, con una cerveza en su mano y la fotografía que tanto lo atormentabaen la otra...

Angel © |afi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora