Capítulo 37

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Abby

Sam, Lukas, Zack, Jesse y yo aparecimos en la azotea del edificio.
Los tres francotiradores que apuntaban hacia abajo fueron derribados por un Sam furioso que apareció y desapareció detrás de ellos hasta que los tres cayeron por el borde.

Sam volvió con nosotros asintiendo hacia la puerta que daban a las escaleras. Sabía que el resto del grupo estaría atacando desde las entradas de abajo y acabando con todo aquel que les apuntará con un arma en busca de Caín, mientras que nosotros atacaríamos de la misma manera sólo que al revés, empezando desde arriba y revisando detrás de todas las puertas en el camino en busca de Caín. No importaba en dónde estaba siendo oculto por Mauro, lo encontraríamos.

Antes de caminar hacia la puerta con ellos, me asomé por el borde. Desde aquí el campo de batalla me recordaba demasiado a la vez en que nos enfrentamos a los cazadores.
Olía igual, a sangre y polvo.
Se veía igual, todos luchando, cayendo y atacando.
Pero ahora con la oscuridad de la madrugada las masas se perdían en las sombras y los que se mantenían cerca de las luces eran más fáciles de detectar por el enemigo.

Con un suspiro me alejé y llevé mi mano hacia mi cinturón-espada liberando el arma y sintiendo su peso en mi mano.
Sam me estaba esperando en la puerta y me dejó pasar primero antes de cerrar la puerta tras nosotros.

Jesse y Zack iban al frente con un fusil en mano y otro cruzado por el hombro y pasando debajo de sus brazos.
Lukas iba en el centro con un par de M23 en las manos y otras en las fundas cerca de sus rodillas.
Sam y yo también teníamos armas pero los dos llevábamos espadas, él se le hacía más fácil aparecer y desaparecer y atacar silenciosamente con ella y a mi me gustaban más las hojas que las balas.

Bajamos las escaleras metálicas teniendo cuidado de no hacer mucho ruido.
Habían activado una alarma. Sonaba Cada pocos segundos acompañada de una luz amarilla. Y luego las luces se apagaban cuando la alarma acallaba y el proceso se repetía.

Los primeros soldados quedaron a la vista cuando llegamos al final de las escaleras y cruzamos un pasillo ancho con azulejos blancos.
Ellos apuntaron hacia nosotros, ladrando órdenes y dispararon.
Zack detuvo las balas en el aire y se las regresó, ellos cayeron al piso y seguimos avanzando.
-Recojan las armas que puedan.-Les aconsejé en voz baja mientras tenía en la mira las primeras hileras de puertas a cada lado del pasillo, les hice señas a los chicos mientras se recargaban.
Caminé hacia la primera puerta y me quedé en el borde por si alguien dentro se le ocurría disparar.
Sam se colocó del otro lado mientras que Jesse y Zack lidiaban con otro grupo de Soldados que se acercaban.

Caín había tenido una idea, era no dispararles y entendía por qué. Ellos eran inocentes sólo que no lo sabían pero no podíamos no disparar cuando ellos lo hacían a muerte.
Sé que luego de este día tendré más sangre en las manos, la sangre de todos los soldados que caigan por mi orden de disparar.
Inocentes o no, ellos levantarían sus armas a nosotros y no podíamos quedarnos helados.
Asiento a Sam y él le dispara al cerrojo antes de que yo le dé una patada a la puerta para abrirla de golpe con la espalda en alto.
Me agacho a tiempo de recibir un disparo en la cabeza, con un movimiento de manos libero la daga hacia la doctora con el arma y cae al suelo. Me giro al cuarto, está lleno de camillas llenas.
Sam entra conmigo.
-Te dije que usaras un arma.- Me regaña. Ruedo los ojos.
-Yo sé lo que hago.
Me aproximo a los cuerpos en las camillas, observo cada uno de sus rostros, Sam hace lo mismo con las hileras del fondo de la larga habitación.
-Ninguno es Cam o Caín.
Asiento distraída por el suero que gotea por la branula hasta llegar a la aguja bajo la piel de la chica acostada.
El suero no es transparente, es de un tono oscuro parecido a la sangre.
Por lo que Sam me contó y reuniendo las piezas de lo que veo, supongo que este líquido es una mezcla de la sangre de los Primeros con otros medicamentos para poder hacer a estas personas en soldados desarrollados.
Ya deben tener el chip dentro.
Apuesto a que hay varias docenas más en las siguientes puertas del pasillo.
-Estarán bien, Mauro nos los usará hoy, no están listos aún.- Dice Sam revisando los monitores cardíacos.- Sigamos.
-¿No te parece extraño que estén tan poco vigilados?-Le pregunto al salir.
-Eh... A mi no me parece así.- Dice Lukas señalando los soldados muertos amontonados a lo largo del pasillo.
-Pero esperaba más.- Me encojo de hombros.
-Recuerda que Mauro piensa que estás muerta y tiene a su poder a Caín así que no esperaba este ataque.- Me dice Sam.- Además, la mayoría de los soldados están abajo luchando.
-Qué suerte que no todos.- Todos nos giramos hacia la voz femenina al final del pasillo.
Jesse se estremece ya sea de enojo o de miedo ante la visión de Aria, yo me quedo helada en mi lugar, ni siquiera me fijo en el pequeño ejército detrás de ellos.
Yo sólo la miro a ella, la última vez que supe de elma estaba de nuestro lado.
-Al parecer tienen siete vidas.- Aria mira entre Jesse y yo.- Mauro va a estar tan sorprendido de que estés aquí Abby.
-Así que es cierto lo que me han dicho.-Le contesto yo, ignorando su comentario sobre Mauro.- Estás aquí porque quieres no porque te han obligado.

Tierra De Nieve Y Cenizas© [Libro 3] #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora