7

2 0 0
                                    


Tremendamente asustada trató por todos los medios que recuperara su consciencia, comprobando cómo nada parecía alterar su estado, repitiendo entre sollozos "¡vamos despierta!". Trató de arrastrarle hacia las casas que delimitan la extensión de la población donde, entre las calles desiertas las farolas comenzaron a encenderse, y allí, resonó aquel grito desesperado que ella lanzó donde pedía ayuda.
Solo unos segundos después el lugar se vio lleno de quienes allí vivían, he incluso algunos reconocieron a aquel joven, quién había colaborado tratando de extinguir el incendio que provocó aquel rayo. Como igual de rápido llegó aquel médico que fue avisado y, tras tranquilizarla, consiguió saber qué les había ocurrido, obviando contar cualquier referencia hacia lo que sobre la laguna cuentan, quedando convencido de que ambos cayeron al agua, ella

por accidente y él para rescatarla.
Poco a poco, aquel revuelo que se trasladó hacia la casa del médico fue perdiendo intensidad, mientras este quitó toda la importancia a aquel desmayo, justificándolo por el esfuerzo que aquel joven había realizado al rescatarla en la laguna. Allí, un anciano observaba toda aquella escena y en una de esas entradas y salidas de aquel médico éste se levantó, encorvado apoyando todo su peso en un bastón que se arqueaba mostrando una frágil apariencia, pregunto cómo se encontraba aquel joven, del cual conocía su nombre.
"Entonces doctor Marco está bien ¿no?".
Inmediatamente ella se acercó a él, para preguntarle si le conocía, llevándose una gran sorpresa cuando el anciano contestó "¿Ariadna?, tú eres Ariadna ¿verdad? nunca olvido una cara ni un nombre" dijo mientras ella, en su respuesta afirmativa descargó toda su sorpresa en un escueto "sí".
"No te esfuerces en recordarme, eras muy pequeña cuando te conocí" dijo el anciano, que de manera casi desesperada buscó un lugar donde sentarse, mientras ella aún trataba de reaccionar a lo que había escuchado. De manera lenta y tras dirigir un gracias al médico que salió de aquella casa con un par de sillas, el anciano tomó asiento con la misma dificultad con la que se había levantado antes, invitándola a que se sentara a su lado.
"No te respondí sobre Marco, estuvo por aquí preguntando muy interesado por la leyenda de la laguna, un joven peculiar aunque muy atento", dijo mientras cruzó sus manos sobre aquel bastón, mirándola con una leve sonrisa. "Has crecido aunque tienes los mismos gestos que cuando eras pequeña" afirmó el anciano, que detuvo sus palabras como si estuviera sincronizado con ese repicar de campanas que surgió, el
cual, automáticamente le hizo santiguarse. Aunque ella jamás entendió el significado de aquello que pueden anunciar las campanas, a pesar de que llevaba años escuchándolas siempre le parecían casi idénticas. "Pronto sonarán por mi" afirmó a la vez que se recostó sobre aquella silla. "Veníais de laguna, ¿verdad?, ese lugar siempre ha sido tu rincón preferido, y allí te conocí", la dijo, mientras el médico se acercó a ella para decirle que aquel joven ya había despertado.
"Venga Ariadna corre, es más importante el que las historias que este viejo te pueda contar" dijo al comprobar cómo ella seguía esperando a que le contara cómo la había conocido.
"No, no puede dejarme usted así, solo dígame cómo me conoció" contestó, observando cómo el anciano volvió a levantarse y cómo éste la replicó, "ve a ver cómo se encuentra y luego te contaré cómo te conocí " sentenció, propinando un seco golpe con el bastón en el suelo, inmóvil esperando que ella se marchara.
Siguió al médico que caminaba de manera acelerada, hasta aquella habitación donde él ya estaba sentado en la cama. "Deberá quedarse aquí durante esta noche, por si vuelve a tener algún mareo" la dijo el médico,

mientras ella continuaba aún con su cabeza en las palabras de aquel anciano. " Sí quieres puedes quedarte con él" continuó diciendo el médico, a lo que ella no contestó.
Se adentró en aquella habitación donde él, sentado sobre la cama sacaba de su mochila todas aquellas notas que había tomado, colocándolas entre gestos evidentes de
frustración, como si no encontrara lo que andaba buscando.
"Hola ¿cómo te encuentras? " preguntó mientras colocó una de aquellas notas que él dejaba sobre la cama, la cual había caído al suelo, comprobando cómo el rostro de aquel joven aún no había recuperado su color. "Bien, algo confuso con todo lo que ha pasado allí", contestó, a la vez que ella se sentó sobre esa cama. "Así que te llamas Marco, yo soy Ariadna, vaya manera de conocernos, gracias por sacarme de allí", le dijo a la vez que dejó esa nota junto a las que estaban colocadas a su lado, mientras él sacaba de aquella mochila el cuaderno que recuperó en la laguna. "No me lo agradezcas, si no hubieras llegado yo sería uno más de aquellos que se quedan en fondo de la laguna, Ariadna, al menos ya puse nombre a quién recogió este cuaderno" la dijo a la vez que se lo entregó.
"¿Fuiste tú quién lo dejó allí?" preguntó, mientras ella cogió aquel cuaderno, respondiendo tímidamente con un vago sí a la vez que, tras llamar a la puerta el médico entró en aquella habitación. "Perdonadme, ¿puedes salir un momento Ariadna?" dijo éste a la vez que dejó una bandeja metálica sobre aquella cama.
Abandonó la habitación y, casi a la carrera, salió de aquella casa, esperando que aquel anciano aún estuviera fuera y pudiera contarla cómo la conoció.
Y así era, continuaba sentado sobre aquella silla, murmurando algo parecido a un rezo, mientras en su mano pasaba una nueva cuenta de un rosario, dejando de nuevo esa sincronización perfecta con la campana que, volvió a sonar, para repetir aquel gesto santiguándose y dejar escapar de su voz, "que descanse en paz", mientras ella esperaba pacientemente a que ese ritual acabara.
Una vez éste acabó, la dirigió una sonrisa previa a sus palabras.
"Ya viste que Marco está bien" dijo mientras guardaba aquel rosario en uno de sus bolsillos, tras levantarse y dirigir su bastón hacia una de las casas cercanas. " Allí vivo Ariadna, mañana te contare todo lo que quieras saber, ya es tarde para este anciano, hoy solo te diré como te conocí" mientras ella dejó ver el reflejo de frustración en su gesto, esperando que continuaran sus palabras.
Aquel anciano solo la dijo, "yo también te salve de las aguas de la laguna"

Donde el corazón te lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora