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Sus mejillas se tornaron rosadas al acabar la lectura, se disiparon las dudas mezcladas entre una extraña vergüenza y un leve cosquilleo que agarraba su estomago. Dejando que el día se viera envuelto entre ese misterio de saber quién era el creador de esas letras.
Trató de recordar ese momento donde interrumpió su lectura en la tarde anterior para traer a su mente la imagen de quién cruzó su mirada. Imposible. Fue tan breve que su mente no lograba verlo con claridad. Se dispuso a seguir con la lectura ya embargada completamente por la curiosidad de saber qué más guardaba ese cuaderno mientras la sensación de ser observada dejó de ser una duda, ¿habría sido él quién la observó en la ventana?
Le invadió el impulso de volver a ella, la abrió tratando de volver a sentirla, pero no sucedió. Solo volvieron a resonar esas campanas, las que anunciaron la llegada del mediodía y la devolvieron a esa realidad de la estaba ausente mientras digería que ese cuaderno eran más que simples palabras y, que sin demora tenía que encontrar la forma de devolverlo. "¿Cómo?", se preguntó, pero tenía que hacerlo para que no se terminara de abrir esa puerta que cerró cuando fue sabiendo qué pasó en el tiempo que estuvo luchando contra la muerte.
Cerró el cuaderno esperando que esas letras que aún flotaban por su cabeza fueran perdiendo fuerza para que cuando la tarde llegara, como casi todos los días, ir a la laguna y disfrutar de esa lectura, la de aquel libro que aún a medias tenía.
Pero no le fue fácil abstraerse de esas letras que leyó del cuaderno, su atención permanecía buscando incesantemente esa figura que pudiera indicar quién era el que había perdido dicho cuaderno.
Pasó la tarde leyendo pequeñas partes de aquel libro sin llegar a sentir esa mirada que apareció durante la mañana y sin llegar a concentrase en el. Solo cuando caía el atardecer volvió esa sensación. Miró a su alrededor sin lograr encontrar a nadie, como ocurrió también cuando se levantó. Estaba sola en la laguna.
Pasó por su mente esa leyenda que a modo de historia desde pequeña había escuchado, y se marchó de la laguna todo lo rápido que pudo sin llegar a encontrar a nadie más por ese camino que al pueblo llevaba.
Se detuvo en aquella encina donde ayer encontró dicho cuaderno para hallar allí una rosa de un intenso color azul que llevaba prendada una nota, donde anotada quedaba la hora a la que encontrarse.

"...dulce visión venida a mis ojos, ser envuelto entre sombras para descubrir el azul de sus ojos, en el lugar solitario sumergido entre el silencio, quien ausente en la lectura durante la tarde estaba y en la noche refrescando su delicado cuerpo, suaves aguas que tienen el privilegio de acariciar su piel tersa.
Embrujado queda el lugar disfrutando de la bella visión, hasta parecer retrasarse la preciosa puesta de sol. Ser hermoso que deja su estela de luz al salir del agua, donde la pequeña brisa se entretiene en su pelo ondulado. Sombra aquella dibujada a su espalda que esconden los rasgos precisos de su cuerpo. Ser encontrado por el azar aquel que más deja su misterio..."
Lo acabó de dejar plasmado en aquella libreta llena de apuntes sobre aquella leyenda, mientras seguía preguntándose dónde dejó olvidado aquel cuaderno.
Aun seguía dando vueltas en su cabeza la suerte que durante la mañana, volvió a regalarle entre su paseo por esas calles donde quería llenarse de su historia la visión de aquella joven la misma que vio en la laguna.
¿Sería verdad aquella leyenda? ¿La cual había sobrevivido a desaparecer completamente con el paso del tiempo?
Cuentan que allí, en aquella laguna, sucedió el hecho que dejó maldita esa parte de tierra, donde dos jóvenes encontraron su muerte cuando emprendieron su huida de quién, por imposición de la época, debía ser quien se convirtiera en su dueño y que lejos de allí pretendía llevarla. En esa época donde la tierra había sido reconquistada por los cristianos, donde cualquier joven casamentera tenía como aspiración máxima convertirse en la esposa de quien más tierras poseyera. Mal visto quedaba ser esposa de quién solo era un humilde campesino que la tierra labrara y allí, cuando se citaron para emprender su huida, la joven dama perdió su vida entre las aguas, mientras en el suelo yacía quién su corazón amaba, herido de muerte por aquella daga que cortó con rapidez el viento y se clavó en su pecho para alcanzar el corazón rompiéndolo en dos.
Desde entonces cuentan que en las noches de luna llena, cuando más densa es la bruma, surge la dama de las aguas para llevar a cabo su venganza y engañar con su beso a todos aquellos varones que se atrevan a pisar sus dominios para llevárselo a sus aguas, donde sus cuerpos no encontrarán jamás.

Donde el corazón te lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora