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r esa puerta, sin encontrar la manera de conseguirlo, mientras Marco seguía sumido en aquel extraño trance.
Vencida, se sentó en el suelo apoyando su espalda sobre la puerta, callando su leve llanto, sin decirle nada más, recorriendo con su mirada casi de manera continua cada rincón de la estancia, esperando en cualquier momento ver aparecer esa aureola de luz.
Volvió a sonar un tremendo golpe que la hizo levantarse del suelo pudiendo percibir cómo algo había golpeado la puerta y que consiguió que corriera hacia los pies de la cama.
"¡Marco, Marco reacciona por favor!" le dijo dejando que su intento fuera una súplica cargada de desesperación. Éste giró su cabeza y escondió su mirada dirigiéndola hacia el suelo.

"¡Esto es una locura, dime que esa voz no ha sonado dentro de esta habitación, dime que no ha sido así!" gritó.
Ariadna retrocedió un par de pasos cuando vio que la mirada de Marco la alcanzó y, envuelta entre sollozos con su voz entrecortada, dijo de manera repetida "si ha sonado, si ha sonado".
Inmediatamente éste se levantó, mientras murmuraba algo que resultó imposible de descifrar, llevándose las manos hacia la cabeza, y gritando "¡Qué demonios pretende ese loco anciano Ariadna!", dejando ver cómo su respiración agitada crecía en intensidad.
Ella negó con su cabeza, retrocediendo unos pasos de nuevo, sin lograr entender qué había cambiado en la mirada de Marco que no era aquella que había visto hasta ahora, viendo cómo él se acercaba a ella.
"¿Qué pretendéis, dejarme encerrado aquí hasta mañana?", le dijo deteniéndose a solo unos centímetros de ella.
"¡No lo sé Marco, no entiendo absolutamente nada!" le respondió gritando a la vez que percibía cómo su mirada cargada de ira resultaba fría, hasta hacerla creer que en cualquier momento la atacaría, a la vez que su mano buscaba algo en la mesilla para tratar de defenderse.
"¿Qué haces Ariadna?" La dijo al descubrir cómo ella agarraba la lamparilla que estaba sobre aquella mesa.
"¿Crees que voy a hacerte daño?" dijo, e inmediatamente se distanció de ella. "No puedo creerlo Ariadna" dijo volviéndose a sentar sobre aquella cama.
De pronto volvió a aparecer aquel sonido que, acompañado de un gran estruendo, creció en intensidad llegando a hacer que todo temblara.
Marco se levantó rápidamente dirigiéndose hacia la puerta, golpeándola, agarrando el picaporte para zarandearla tratando de encontrar la manera de lograr abrirla, mientras ese sonido descendió para traer de nuevo un pesado silencio.
"No hay manera" dijo volviéndose para mirar a Ariadna que seguía aún inmóvil, tratando de responderse por qué había creído que la podría atacar, mientras se detuvo en la única ventana de la habitación comprobando cómo ésta daba a un patio interior y cuya reja de hierro forjado parecía firmemente anclada a esa pared de piedra encalada.
"No hay manera de salir Marco" dijo casi en un susurro, "perdóname, estoy tan asustada que veo cosas que no existen" le dijo tratando de disculparse con él.
"Olvídalo Ariadna, aquí dentro nos vamos a volver locos, y el doctor seguro que no llegará, ya se habrá encargado el anciano de que eso ocurra" dijo a la vez que volvía hacia la puerta.
"¿Crees eso Marco? ¿Crees que al anciano es capaz de hacer algo al

doctor?" preguntó mientras se acercaba a él.
"Sí, más aún después de saber que él te agredió en la laguna, le creo capaz de cualquier cosa" respondió a la vez que cogió la mano de ella, "¿no te das cuenta Ariadna, que después de cerrar la puerta apareció la dama, que él sabe todo sobre ella como si ya conociera que va ocurrir?" la dijo convencido de que era así.
"No puede ser Marco, ¿por qué crees que es así?" preguntó llena de dudas.
"¿Por qué aparece la dama aquí? ¿Qué razón hay para que salga de sus dominios? siempre que ha ocurrido él está cerca, como si quisiera velar para que acabes yendo a la laguna ¿Qué sabes Ariadna? ¿Qué te ha contado?", preguntó mirándola fijamente a sus azules ojos.
"Que conocía a mi abuelo, que me rescato de las aguas de la laguna cuando caí de pequeña en ellas....", inmediatamente Marco la interrumpió y susurrando le dijo "Calla un momento, no hagas ningún ruido" a la vez que la alejó de él, tras decirle al oído "hay alguien fuera".
Muy despacio, Marco se agachó para tratar de ver por esa pequeña rendija que quedaba entre el suelo y la puerta, repitiendo esa cautela para incorporarse y, casi de puntillas, se acercó a ella.
"No he conseguido ver nada, pero estoy seguro que hay alguien ahí", le dijo susurrando.
Ambos permanecieron en un absoluto silencio sin llegar a percibir nada más, hasta que el sonido de las campanas con siete repiques anunció que había transcurrido una hora ya.
"Ariadna, explícame eso de que te rescató en la laguna", dijo Marco tras aquella pausa.
"Me contó que de pequeña caí a la laguna y que él se sumergió en ella para rescatarme, pero que siempre tuvo la sensación de que, por el tiempo que había transcurrido en el agua, no fue él quien me salvo" respondió esperando ver cómo Marco reaccionaba.
"Ariadna, yo caí al agua y vi a la dama ¿quién te dice a ti que a él no le ocurrió lo mismo?" respondió casi convencido de ver resuelta su duda.
"Aunque así fuera Marco ¿qué motivo tendría para actuar como tú estás pensando?".
"A ver Ariadna, te rescata de las aguas, aparece siempre cuando menos te lo esperas y casualmente cuando la dama está cerca, te golpea en la laguna y ahora nos deja aquí encerrados, ¿qué más pruebas necesitas? Dime una sola razón por la que tengo que dejar de pensar así."
"Sí, puedo decirte una, nos ha encerrado para evitar que vayamos a la laguna" contestó convencida de que así era.
"¿Encerrándonos? Si realmente quisiera evitarlo no habría convencido al doctor de que no me llevara al hospital, y si lo que quiere es protegerte a ti, ¿por qué me encierra a mí si, según él, yo acabaré en la laguna aunque no

Donde el corazón te lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora