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Recogió la hermosa rosa azul para admirar su fragancia, haciendo más fuerte esa decisión de no acceder a dicho encuentro.
Volvió sobre sus pasos para llegar de nuevo a la laguna y dejar, en el lugar que estaba indicado, ese cuaderno del cual tantos interrogantes surgieron, llenando su cabeza.
Comprobó si alguien más allí podría encontrarse antes de dejar sobre el cuaderno aquella rosa encontrada en el camino, mientras el aire se cargó de frescura, trayendo consigo el débil sonido de los truenos que anunciaban en la lejanía cómo se acercaba la tormenta, mientras el cielo se volvía gris en aquel horizonte.
La brisa se levantó y sus ojos se llenaron de sorpresa, mientras su cabeza se negaba a creer que entre la brisa llegó a escuchar algunas palabras. Sintió un gran escalofrío cuando sus azules ojos comprobaron que, surgida de la nada, una leve bruma comenzó a alzarse del agua y, de manera débil, dibujada quedó una hermosa silueta.
Y más apreciables se hicieron esas palabras que llegaban entre esa brisa fresca. "No temas, no eres tú quien podría llevar a mi vera".
Paralizada, sin encontrar esas fuerzas que la sacaran de allí, completamente aterrada, vio como toda esa historia que tantas veces escuchó cobraba vida en su presencia. Sintió cómo el frío la alcanzaba y cómo esa silueta quedó enfrente de ella, mientras la brisa continuaba llena de palabras.
"Te despertó el corazón las palabras", escuchó mientras con sus manos tapó sus oídos y comprobó que aquel acto no servía de nada.
Seguían sonando en su cabeza, envueltas en un tono de dulzura.
"Aún queda tristeza en tú corazón, tanta como en aquel que latió en mi pecho".
Y gritó rompiendo esa calma extraña, tratando de alejar esa locura instantánea, cerró sus ojos aún con las manos en sus oídos negándose a ver esa figura de bruma, mientras el cielo cada vez más oscuro dejaba intuir la cercanía ya de la tormenta.
Volvió a abrir sus ojos, esperando que no estuviera esa silueta, pero comprobó que seguía allí, tan cerca que casi estaba envuelta en ella. Volvió a gritar aún con más fuerza cuando en su cabeza escuchó de nuevo esa voz.
"De nada servirán tus gritos, nadie llegará aquí, mira hacia el camino".
Y allí, justo donde éste comienza cayó el rayo y, desde la lejanía, se pudo apreciar cómo caían varios de los árboles que allí se encuentran, los que comenzaron a arder de inmediato.
Atónita, sin saber qué hacer o qué creer, inmóvil por ese miedo que ya la invadía, dejó escapar entre su voz temblorosa, -¿Qué quieres de mi?-
Perdió intensidad esa brisa cuando de sus ojos surgieron unas lágrimas que cayeron lentamente en la tierra y sintió cómo parecía quedar liberada de esa parálisis que la invadió.
Corrió todo lo que pudo hasta que aquel vestido de lino blanco se enganchó en una rama, donde quedó un pedazo de él, mientras, como un susurro, escucho de nuevo las palabras.
"Deja que el corazón te lleve, olvida esa pena".
Llegó hasta el comienzo de aquel camino donde aún continuaban ardiendo aquellos arboles, con su respiración entrecortada, buscando la forma de atravesarlos hasta que encontró un pequeño paso. Sin dudarlo, quizá por ese miedo que aún estaba presente, atravesó los árboles y siguió su carrera hasta que llegó a su casa.
Una vez allí como si un ataque de locura la embargara, revolvió cada armario, cada cajón de su casa hasta que encontró una fotografía enmarcada. La abrazó contra su pecho dejando que sus lágrimas surgieran de nuevo y sentada en el suelo pasó las horas.

Donde el corazón te lleveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora