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La calma fue inundando cada estancia de aquella casa, desde que el médico, en su última visita comprobó cómo todo estaba dentro de lo que había pronosticado. A pesar de ello, la noche se presuponía larga mientras ella aún continuaba dejando que las palabras de aquel anciano continuaran planeando sobre su cabeza, preguntándose qué relación podía guardar ella con la laguna, con todo lo que había acontecido.
Paseaba de un lado a otro de esa sala contigua a la habitación, deteniéndose en algunos momentos en la única ventana por la que se podía observar el camino hacia la laguna, tan oscuro ahora que solo imaginar recorrerlo producía una sensación de intranquilidad, tratando de encontrar ese sueño que la diera descanso y pusiera fin a ese día, comprobando cómo él tranquilamente descansaba.
Apoyada sobre el marco de aquella puerta le observó un momento, dando gracias porque todo se hubiera quedado en un gran susto, avanzó despacio tratando de no realizar ningún ruido que pudiera despertarle, para coger una de aquellas mantas que el médico dejó allí en los pies de la cama, y apagó la lamparita que daba una tenue luz a esa habitación.
Cuando fue a salir, una sensación de frio la invadió. Intenso hasta poder ver cómo al respirar le envolvía el vaho producido su respiración, llevando su mirada hacia el espejo que junto a la puerta, formaba parte de un armario.
No encontró el aire suficiente para que surgiera aquel grito que despertaría seguro al vecindario, mientras observaba cómo una aureola de luz daba forma a una figura que poco a poco se fue aproximando, muy lentamente hasta llegar donde él descansaba. Allí durante unos pocos segundos permaneció aquella extraña figura hasta que, agachándose, pareció envolver su rostro y en aquel momento sus manos dejaron caer aquella manta que llevaba.
Paralizada vio cómo aquel ruido casi imperceptible que produjo la manta al llegar al suelo había conseguido que aquella aureola de luz desapareciera rápidamente haciendo que sus ojos se cerraran cuando se incrementó esa sensación de frío.
Y surgió aquel grito que antes no había sido capaz de reproducir cuando sintió que algo tocaba su hombro, escuchando instantáneamente la voz de aquel medico "perdona no pretendía asustarte".
Su miedo quedaba reflejado en sus ojos, mientras el médico trataba de calmarla y le pedía disculpas repetidamente, hasta que el timbre de la puerta irrumpió de manera estridente, consiguiendo que ambos se sobresaltaran. "Ahora vuelvo, vamos a ver quién puede ser a estas horas" dijo y éste se marchó en dirección a aquella puerta.
Se sentó en aquel sofá, que era el único mobiliario de aquella sala, confusa aún por aquello que creía haber visto, mientras él, que también se había despertado por aquel histérico grito, llegó a su lado. "Yo también lo he visto Ariadna, no estaba dormido" dijo a la vez que ponía sobre los hombros de ella aquella manta que había cogido instantes antes a que todo sucediera. "Entonces ¿ha ocurrido Marco?" preguntó mientras su mirada observaba cómo el rostro de aquel joven aún no había recuperado su color y seguía pálido. "Si, llevaba un rato con una sensación extraña Ariadna, solo me hice el dormido cuando vi que mirabas hacia la habitación y cómo entrabas" dijo él, sin apartar su mirada de la de ella, en la cual ahora se percibía una mezcla de miedo y de sorpresa.
"No entiendo nada Ariadna, nada es como se cuenta de la leyenda" la dijo mientras se levantó para entrar en aquella habitación de la cual sacó su mochila para llevarla hacia la sala. Tras lo que extrajo de ella un libro y se lo entregó.
"Solo quiero que veas una imagen que hay en la página 33" la indicó a la vez que tras escucharse cómo la puerta de la calle se abría y cómo tras unas palabras que no percibieron claramente, el golpeo del bastón contra el suelo anunció que aquel anciano era quien había llamado a la puerta.
Ella siguió las indicaciones y abrió el libro por aquella página. "Esto es imposible" dijo ella tras observar lo que en esa página aparecía, completamente sorprendida, mirándole pidiendo que le diera una explicación a lo que estaba viendo. "Aparte de poder agradecerte que cuidaras mi cuaderno, por esto quería reunirme contigo en la laguna Ariadna" contestó él mientras apartó su vista de ella y, con una leve sonrisa, saludó a aquel anciano que acaba de entrar en aquella sala, y cuyo gesto evidenciaba una clara preocupación.
"Qué alivio verte Marco, por el grito creí que había ocurrido algo" dijo éste mientras descargó su peso en aquel bastón, tratando de coger aire.
"No pasa nada, Ariadna se asustó al encontrarse con el médico en la oscuridad", le respondió a la vez que se levantaba para cederle el asiento y dirigía un gesto hacia ella de complicidad para que reafirmara sus palabras. Respondiendo con un vago "sí" mientras sus manos aún mantenían aquel libro abierto por esa página y su mirada perdida en aquella imagen.
Entretanto, la luz comenzó a oscilar amenazando con apagarse en toda la casa mientras el anciano exclamó "maldito transformador hace años que debían haberlo cambiado" y se incorporó llamando al médico, que apareció con una vela ya encendida previendo que se quedarían a oscuras, "tiene usted razón, después de una tormenta siempre ocurre lo mismo" dijo mientras en una esquina de la sala dejó la vela. Unos segundos después y tras brillar la luz casi hasta deslumbrar, ésta se apagó.
"No te preocupes Ariadna, por este lado del pueblo ocurre esto muy a

menudo" la dijo el anciano tratando de tranquilizarla al ver cómo ella se sobresaltaba cuando la luz se apagó, "solo será un rato, hasta que el doctor y yo veamos si somos capaces de arreglarlo" tras lo que ambos se dirigieron hacia la puerta.
Una vez solos ella le pregunto "¿Cómo sabias que reconocería lo que hay en esa página Marco?", mostrando esa imagen que guardaba aquel libro. "Me lo dijo el anciano, tras darle tu descripción, no solo he preguntado por la leyenda Ariadna, también quería saber quién era esa chica que descubrí allí" respondió mientras cogió el libro que la había entregado.
"Esa daga ha ido pasando de generación en generación en mi familia" respondió ella aún más sorprendida y agradeciendo por un momento que la luz de aquella vela no mostrara su sonrojo por las últimas palabras que él había pronunciado. "¿Y qué tiene que ver con todo lo que ha ocurrido Marco?" le preguntó. "No lo sé, es el anciano quien me hablo de esa daga y que guardaba relación con la leyenda, que jamás se encontró en la laguna, pero no me dijo nada más" respondió dejando que su mirada se encontrara con la de ella mientras le devolvía aquel libro, sintiendo cómo sus manos se encontraron levemente, acortando la distancia que entre ambos existía, atraído por sus ojos azules, llevando una de sus manos al rosto de aquella joven que le parecía angelical y dejando una caricia sobre su mejilla.
Hasta que sus labios se encontraron suavemente y se fundieron en un fugaz beso. Inmediatamente ella le apartó, dejando que de sus azules ojos surgieran las lágrimas. Se levantó mientras le dijo "No debí dejar que me besaras Marco" y salió corriendo de aquella sala, comprobando cómo en la mitad del pasillo que llevaba hasta la puerta, surgió de nuevo aquella aureola de luz y cómo sonó en su cabeza "¿podrás salvarle?".
Recorrió sus pasos de vuelta a la sala, de nuevo asustada y cuando llegó, su grito resonó en cada rincón de aquella casa.

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