Capítulo setenta y cuatro

3.8K 366 47
                                    

Brisa:

Cubro a Stef con una gruesa manta para que no pase frío y apago la luz de la sala. Se quedó dormida viendo televisión, y como no quería despertarla de su plácido sueño, decidí buscarle algo para taparla. 

Gastón cumplió con la promesa que tenía con Isaac de traer a Stef a vivir con nosotros. Se queda en el cuarto de huéspedes, pero como sospechábamos que ahí se metía el tipo ese, decidimos tapar la ventana con tablas de madera, y a Kendall le colocamos su cuna al lado de la de Emma para que duerman juntitas. 

Stefanía ya no estaba tan de acuerdo con vivir con nosotros pero Gastón la terminó por convencer. Le dijo que Kendall necesitaba mucha protección después de lo que pasó, y que recordara que la idea de que convivamos todos juntos fue de Isaac, quien quería que ella estuviera protegida en todo momento junto a la pequeña. Mi cuñada le contestó que vivir con nosotros sería temporalmente, y que puede que luego de un tiempo se vaya a vivir con sus padres porque está harta de toda la situación. 

No quiero que se termine yendo, pero la entiendo. No puedo culparla. Es una decisión inteligente. Y creo que en cualquier momento con Gastón haremos lo mismo. 

No aguantamos más tanta locura, y él ya me ha dicho que es frustrante no poder salir a caminar por la calle sin tener miedo de que nos pase algo.  

Mañana es el funeral de Isaac, y me siento nerviosa, disgustada por tener que enterrarlo. Va a ser otro día bastante duro y difícil de procesar. Intento distraerme con lo que sea para evadir esos pensamientos, pero por momentos no lo logro. Aunque en algunos instantes me olvido de que él ya no está, pero a los segundos el vacío de mi cuerpo me avisa nuevamente la peor de las noticias. 

Y entonces, en esos momentos, las lágrimas caen por mis mejillas en un lloriqueo leve, y luego se detienen. Y luego todo vuelve a empezar, y luego todo se vuelve a detener. 

Así he estado toda la tarde, porque en la mañana me he quedado durmiendo para escapar de la tristeza.

La carta que Isaac me escribió reaparece por mi mente, y las lágrimas amenazan otra vez con salir, pero puedo decir que logro ser lo suficientemente capaz de no llorar.

—Quédate con ella, Toby —le susurro a mi perro después de darle un beso en la cabeza—. Ven, ven —doy palmaditas en el asiento del sillón individual. Me mira y se sube en cuanto se lo pido—. No la pierdas de vista, estás a cargo de ella —le hago saber con una sonrisa que no llega a mis ojos y él me mueve la colita después de acomodarse a su gusto en donde dormirá. 

Apago la televisión y a paso lento me voy a la cocina a servirle un vaso de agua a Stef para que tenga a su lado cuando se despierte. Cierro la heladera y abro el cajón en donde guardo los medicamentos. Saco un ibuprofeno de su frasco y guardo las cosas en su lugar. Me voy devuelta a la sala y dejo las cosas en la mesita de centro.

Algo en mí dice que se levantará con dolor de cabeza. 

Camino hacia la habitación de mi hija para ver a las niñas. Cuando entro no veo a Emma pero sí a Kendall. Le acaricio levemente la mejilla y prendo una pequeña luz verde que yace en la cómoda. Cuando salgo decido que es mejor no cerrar la puerta. Sólo por si acaso.

—Aquí estás... —formulo, viendo a Gastón en el sillón individual del cuarto con Emma en brazos. Le está dando la mamadera casi vacía. Su mirada se encuentra con la mía y me regala una cansada sonrisa. 

—Se despertó justo cuando le iba a dar la mamadera —comenta. 

—Sí, la escuché llorar. Fui a su cuarto y no la vi, supuse que estarías aquí con ella. 

Siempre Serás Tú #D2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora