Capítulo veintidós

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Brisa:

Estoy comenzando a asustarme. 

¿Qué tal si estoy embarazada? Eso es lo último que me falta. 

Ya me estoy haciendo la cabeza en base a esta situación.

No es por ser mala ni nada, pero espero no estarlo. No puedo estarlo. Y mucho menos con todo lo que pasó con mi relación con Gastón. Relación que básicamente se fue a la mierda en tal sólo un par de minutos. 

Ahora que recuerdo, ayer en la mañana me levanté con mareos, pero sólo era eso. Y ahora, estoy mareada y descompuesta. Me estoy asustando porque la regla aún no me ha llegado por lo que estoy bastante preocupada. 

¿Qué haré si este mal estar lleva como motivo la circunstancia que yo pienso? ¿Cómo se lo diría a Gastón después de todo lo que pasó?

¿Se dan cuenta? Ya me estoy haciendo la cabeza sobre este tema. 

Respiro hondo y decido alejar todo esos pensamientos de mi mente. Me pongo de pié y abro el grifo del baño para poder lavarme la cara e irme de una vez a la cama. Ha sido un día bastante largo para mí y no me haría mal descansar un poco. 

Me voy hacia la habitación.

Apenas me adentro observo la cama. Es una cama muy grande y el saber que ya no la compartiré con la persona que amo me pone triste.

Será bastante difícil dormir sin él. Sí, ya he pasado algunas noches sola, pero esta vez me encuentro en una situación totalmente diferente a las demás.

Me acuesto en la cama y percibo al instante el perfume de Gastón. Ese perfume que siempre usa y que a mí siempre me ha gustado. Está más que claro que todo me recordará a él; las sábanas, la habitación, el departamento, Emma... Todo. Será muy difícil olvidarme de él. Y por supuesto que lo será. ¿Cómo olvidarme de la persona a la que amo con locura? ¿Cómo olvidarme de la persona con la que compartí millones de cosas? Millones de secretos... ¿Cómo se supone que voy a olvidarme del amor de mi vida? 

Ni siquiera sé si podré superar esto.

Suelto un suspiro y ruedo mis ojos. 

Me levanto de la cama de un salto. No voy a poder dormir si siento su perfume. Me hará sentir peor, lo sé. Salgo del cuarto y camino hacia la habitación en donde guardo las sábanas y las mantas. Tomo lo que necesito y me dirijo nuevamente a mi cuarto. 

Termino de cambiar las mantas, las sabanas y las fundas de las almohadas para poder acostarme a dormir. Puede que piensen que exagero con respecto a tener la necesidad de cambiar todo lo que llevaba anteriormente mi cama, pero pónganse en mi lugar y verán lo feo que se siente. Sentirán ese vacío y ese dolor que está clavado en mi pecho y que parece que no desaparecerá por un buen tiempo. 

Cuando estoy por apagar la lampara de la mesita de noche, me detengo al instante. Siento miedo de estar sola a oscuras. Siempre lo he sentido, pero siempre que dormía con Gastón la luz se mantenía apagada porque me sentía acompañada cuando él estaba a mi lado. Y ahora que él ya no está conmigo, no me apetece quedarme a oscuras. 

Me acuesto boca arriba, me cubro con las mantas hasta mi pecho y observo un punto muerto del techo. Mi cabeza se atesta de pensamientos, de preguntas, de insultos hacia Gastón. 

No se dan ni una idea de lo que me gustaría que esto sea un sueño. No se dan ni una idea de cómo me encantaría despertar y ver a Gastón a mi lado. Pero no. Eso no va a pasar porque por desgracia estoy presente en la cruda realidad. 

Me sorprende el que no haya derramado ninguna otra lágrima desde hace al menos unos veinte minutos. Pero que no llore no significa que no tenga ese tremendo y doloroso nudo estancado en el medio de mi garganta. Y mucho menos que no tenga la sensación de tener miles de dagas clavadas hasta en lo más profundo de mi destrozado corazón. 

Siempre Serás Tú #D2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora