Capítulo cincuenta y cinco

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Gastón:

La pierna de Brisa se mueve en señal de nerviosismo total. 

Nos encontramos sentados en la sala de espera del la comisaría quinta, esperando que nos atiendan para tomarnos la denuncia que hemos decidido hacer de inmediato debido a lo reciente ocurrido en casa. 

Brisa está demasiado espantada con lo que le tocó vivir hace no más de hora y media. De sólo pensar que alguien la tocó me hierve la sangre por completo. ¿Cómo alguien puede hacer eso? Estuvo demasiado bien jugado todo porque, entrar al departamento y hacerse pasar por mí para tocar a mi novia ya es sobrepasar tanto la raya que te da ganas de pegarle un tiro a ese desgraciado. 

Yo estaba en el baño duchándome, sumido en mis pensamientos hasta que de repente escucho el grito de horror de Brisa. 

Me asusté mucho por ella ya que no sabía qué pasaba. Salí lo más rápido que pude de la ducha, me rodeé la cintura con la toalla y salí del baño para encontrármela sentada en la cama, con la mano en el corazón y a punto de llorar del miedo. Mi mirada inspeccionó de inmediato la habitación pero no vi nada malo y, cuando me acerqué a preguntar qué ocurría me dijo que alguien la estaba manoseando y que pensó que era yo hasta que se concentró en el sonido del agua correr y al ver la luz del cuarto de baño prendida. 

Lo primero que hice cuando me comentó lo que pasó fue ir a revisar el cuarto del final del pasillo pero no había nada sospechoso. La ventana estaba cerrada y no había ningún rastro de nada ni de nadie. Ni siquiera ningún aroma a perfume. En el resto de la casa tampoco y Toby no parecía estar alterado como veces anteriores. 

Le pregunté a Brisa si había posibilidad de que fuera algún mal sueño del que despertó de la manera en que estaba pero ella lo negó. Parecía convencida, segura de que había pasado de verdad. Entonces yo le creí. 

Es repugnante, indignante que las cosas se estén tornando así. ¿Tocar a Brisa? ¿En serio? Creo que el límite de mi paciencia se está acabando y se acerca a pasos agigantados al cero. Durante todo el viaje pensé y aún pienso en que me da miedo el no ser capaz de poder protegerla porque, si la manosearon en mi propia casa, cualquier cosa le puede pasar y eso es jodidamente frustrante. Me prometí a mí mismo cuidarla ante todo, me prometí a mí mismo que antes de que a alguien se le ocurra hacerle daño a mi familia primero tendrá que pasar por mí. Pero yo no soy invencible, no soy una persona que puede con cualquiera. No sé a quién me enfrento. Tampoco sé a cuántas personas hago frente. 

¿Dos? ¿Tres? ¿Cinco o seis? No sé. 

Brisa me dijo que definitivamente para ella son dos personas de distinto sexo. Hombre y mujer. 

La pregunta eso, ¿quién es más peligroso? 

La rabia me consume, siento cosquillas en el estómago a causa de la bronca que crece dentro mío. Me dan ganas de romper todo porque no fui capaz de estar en el preciso momento en que a Brisa le empezaron a acosar sexualmente. 

Brisa gira su cabeza y me sonríe falsamente, intentado que me tranquilice. 

No sé quién de los dos está peor. O ella por el miedo o por la bronca. 

—Me siento avergonzada —confiesa. 

—¿Por qué?

—No sé, es raro. Nunca me pasó algo así, no sé cómo sentirme. Tengo náuseas de sólo pensar en que me manosearon, pero me siento con culpa porque al principio consentí el toqueteo. 

—Lo consentiste porque pensaste que era yo.

—Ya sé, pero se siente feo. Me repito a mí misma que yo no tengo que ver en nada pero el cargo de consciencia pesa igual sin importar lo que me diga. 

Siempre Serás Tú #D2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora