Capítulo 1

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Laura

— No entiendo cómo es que finalmente tenemos el dinero para todo el tratamiendo... Laura, ¿qué has hecho? — pregunta mi padre, mientras esperamos al doctor.

Río suavemente. — Nada, papá... No te preocupes.

— Laura...

— Hice un trato, donde simplemente tengo que enamorar a un hombre y dejarlo. Eso es todo.

— Tienes... ¿Tienes que romper un corazón?

— Si, pero sanará. — le aseguro.

— Cuando chicas como tú le rompen el corazón a un hombre, no sanan demasiado rápido. Tú no eres así... — murmura.

— Papá, escucha. Tengo mis prioridades, y tú eres la mayor. Si tengo que destrozar a una basura de persona para tener al hombre más importante en mi vida conmigo, lo haré sin siquiera pensarlo dos veces.

— Pero...

— Señor Marano, hora de empezar. — anuncia el doctor Jekins, entrando en la habitación.

— Me iré al instituto, nos vemos. Suerte, papá. — me despido, sonriendo.

— Gracias, cielo. Por todo.


                                ***


Entro a la cafetería del instituto y le sonrío a mi mejor amigo, Michael, quien me está esperando con mi desayuno en la mesa.

— Buenos días, preciosa. — me saluda, guiñándome el ojo.

Me siento en frente suyo. — Me he metido en una gran mierda. — le digo.

— Vaya... ¿Qué has hecho?

— Salvé a mi padre, pero por eso tengo que pagar un precio. Enamorar a Ross Lynch.

Michael escupe su bebida y me mira sorprendido.

— ¡¿Qué mierda, Laura?! — exclama.

— Su padre me ha pedido que lo enamore, a cambio me dará diez millones de dólares para el tratamiento de mi padre... Incluso más. Tengo que enamorarlo y destruir su corazón. — explico en voz baja.

— Laura, es Ross Lynch. No puedes hacer esto. Yo te doy el dinero, joder. No puedes meterte con un chico como él.

— Tal vez no es tan malo... — murmuro.

En ese momento, las puertas de la cafetería se abren violentamente y un chico es arrojado al suelo, no tarda en aparecer Ross Lynch con una mirada asesina en su rostro.

— ¡Repite lo que has dicho, pedazo de mierda! — le grita, pateando al chico en el suelo. — ¡Repítelo!

— Yo... Yo... Lo siento... — susurra la víctima. Jamás pensé ver así al capitán del equipo de futbol del colegio.

Ross lo agarra del cuello de su camisa y una sonrisa ladeada aparece en su cara. Es letal.

— Vuelve a acusarla de zorra prostituta, y juro que romperé tu maldita cara. — lo amenaza, antes de escupir su cara y marcharse de la cafetería.

Todos nos quedamos en silencio, y yo no puedo dejar de pensar en que yo saldría con ese hombre. Estaba aterrada.

— Es la clase de chico que si no te acuestas con él, te obligará a los golpes. ¿Eso quieres? — pregunta Michael.

— Diez millones de dólares, Mike. Mi padre lo vale. — respondo, antes de irme detrás de Ross.

Mark dijo que hoy debía empezar a acercarme, ya que hoy empezaba el tratamiento de mi padre, así que me veía obligada a esto.

Lo encuentro fumando en la salida del instituto, sus nudillos manchados con sangre y su cara sigue siendo fría.

— No debías golpearlo así. — digo, detrás de él.

Se gira para verme. — No debes meterte en mi maldita vida.

— Harás que te expulsen, idiota.

— ¿Cómo me has llamado? — pregunta, dándole una última calada a su cigarrilo antes de tirarlo.

Me acerco a él y lo miro desafiante, su rostro queda a centímentros del mío.

— Idiota. — repito. — Eres un jodido idiota.

— No te metas conmigo, Marano.

— ¿O sino qué? ¿Me golpearás como al capitán de futbol? He pateado tus bolas una vez, con gusto lo hago nuevamente.

— Él se lo merecía.

— ¿Por qué? ¿Ha herido tu ego? — pregunto con sarcasmo.

— No tengo que darte explicaciones a ti. — responde, mirándome directamente a los ojos y la distancia siendo cada vez más escasa.

— Vuelve a intentar besarme, tendrás el mismo resultado que obtuviste unos días atrás. — lo amenazo.

— Me deseas, por algo estás aquí en lugar de estar con tu novio. — dice, sonriendo de lado. — Y ese golpe fue jodidamente caliente.

— Él no es mi novio.

— ¿Sabe que eres solo su amiga? Porque no actúa como un amigo.

— ¿Qué te interesa?

— Cuando te tenga en mi cama gimiendo mi nombre, no quiero tener que romperle la cara a tu amigo. Con gusto lo hago, pero tú lo has dicho... No quieres que me expulsen. — responde, y se dirige a su moto.

— ¡Jamás estaré en tu cama y me importas una mierda! — le grito.

Él se sube a su ducati y me mira con su sonrisa ladeada. Es tan malditamente atractivo.

— Eso ya lo veremos.

Lo veo marcharse, y una vez que está lejos de mi vista me permito sonreir con suficencia.

Ya había llamado su atención.

 Break Him (Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora