Epílogo

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Laura

Suelto un leve suspiro mientras acaricio la mejilla de Ross, quien duerme plácidamente a mi lado, admiro el anillo que descansa en mi dedo anular.

— Buenos días, cariño... — susurra mi esposo, adormilado.

Un nudo se forma en mi garganta y mis ojos se llenan de lágrimas, Ross me mira confundido y me siento una imbécil por llorar.

— Lo siento... — murmuro, sollozando. — Es solo que... Nada...

— Laura, cielo, cuéntame que ocurre. — me pide, acercándome a su cuerpo.

— No puedo perderte, Ross... Sé que es estúpido, pero no dejo de pensar en esos dos años en los que tú pudiste haber muerto y yo no estuve a tu lado.

Él sonríe con tristeza y me besa suavemente, le correspondo el beso, desesperada por sentir que esto es real, que él no se ha ido. Está conmigo.

— Laura, te prometo que no vas a perderme... No al menos sin luchar por quedarme a tu lado.

— Nunca me has hablado sobre esos dos años.

— Fueron años muy duros y oscuros, por momentos quería abandonar todo y morirme. — confiesa. — Pero, ¿sabes qué me ayudó a seguir adelante? — niego con la cabeza. — Una noche tuve una discusión con mi médico y mis padres porque ya no quería seguir con el tratamiento, quería morirme, me fui a dormir y esa noche tuve un sueño... Tú estabas en él, me sonreías con esa dulzura especial solo para mi y te alegrabas por tenerme a tu lado, teníamos una hermosa hija. Cuando desperté, decidí que tenía que seguir para hacer realidad ese sueño costara lo que costara.

A estas alturas, soy un desastre. No dejo de llorar y de sollozar, Ross me sonríe con sus ojos llenos de lágrimas y me abraza con fuerza.

— Te amo, Ross... Y no hay un día en el que no agradezca poder pasar una vida a tu lado. — le digo sinceramente. — Ese sueño se hará realidad, ya lo estamos logrando.

Coloco su mano en mi vientre abultado y él asiente con una hermosa sonrisa.

— Las amo con todo mi ser. — susurra, antes de bajar y besar mi vientre con dulzura.

— Aunque en tu sueño era una. — bufo divertida.

— Aún no sé cómo haremos... Gemelas. Tendremos gemelas. A veces no puedo dormir pensando en eso, en que dentro de dos días seremos padres y cómo seré como padre.

— Serás un gran padre, amor. — le aseguro y lo beso con cariño, él me corresponde el beso mientras acaricia mi mejilla.

En el resto de la mañana, nos quedamos en la cama disfrutando de la compañía del otro y pensando en lo que se convertirán nuestras vidas en unos días.

Solo que no pensamos que ese día llegaría hoy.








Fuimos a la casa de los padres de Ross a almorzar. Mark y Stormie, a pesar de los años que pasaron, se seguían manteniendo saludables y felices. Adoraba pasar tiempo con ellos.

— ¿Cómo está mi nuera favorita? — me pregunta Mark, con una amplia sonrisa y acaricia mi vientre suavemente. — ¿Y mis nietas?

— Tus nietas han estado muy inquietas todo el día. — responde Ross, abrazándome por la cintura.

— ¡Oh, no puedo esperar para tenerlas en brazos! — exclama Stormie.

Sonrío levemente y Ross besa mi mejilla, sabiendo en qué estoy pensando ahora mismo. Mi padre, quien no podrá tener a sus nietas en brazos.

— Estoy segura de que tu papá está muy feliz por ti y las estará amando. — me dice Mark y asiento con lágrimas en los ojos.

A pesar de los años, el dolor por la pérdida de mi padre no había desaparecido, con las terapias había logrado disminuirlo.

— ¡Mi cuñada favorita está en casa! — exclama Lexy, bajando las escaleras rápidamente. — Mi hermano debería dejar de tenerte todo el tiempo para él, es completamente injusto.

— Oye, ¿quién la conquistó? ¿Quién se casó con ella? El idiota con suerte. — le guiña el ojo a su hermana. — Así que tengo todo mi derecho para tenerla para mi todo el tiempo que ella me quiera.

Suelto una carcajada y niego con la cabeza. — Prometo venir más seguido, es solo que es bastante incómodo salir de casa con esta barriga. Pero siempre eres bienvenida en casa.

— Oh, cierto... Lo siento. Siéntate, por favor. — dice Stormie.

Suspiro aliviada y me siento, agradeciendo por al fin poder descansar.

— Entonces, ¿cómo vas en la universidad? — le pregunto.

— Muy bien. Me han ofrecido una beca para un intercambio en Inglaterra por seis meses, y dije que si. — me comenta, orgullosa de ella misma.

— ¡Eso es genial! Estoy muy feliz por ti, Lexy.

— Gracias. Es una pena que hayas abandonado la universidad, Laura.

Asiento. — No podía seguir la carrera estando embarazada porque era bastante frustante y quiero dedicarme a la maternidad, tal vez en algún momento la retome pero no en los siguientes tres años.

 — Le dije que siguiera, pero no quiso. — dice Ross, sentándose a mi lado.

— De todas formas, soy más feliz siendo mamá.

— Me alegro mucho, Laura.

Le sonrío con cariño y en ese momento Mark y Stormie traen la comida, compartimos un almuerzo lleno de risas y amor. Siempre ha habido un clima muy agradable en esta familia, aunque Mark me atribuía a mi eso.

— ¿Cómo van a ponerles a las gemelas? ¿Ya saben? — pregunta Stormie.

— Isabelle y Elizabeth. — responde Ross.

— Serán dos padres increíbles, esas niñas son muy afortunadas por tenerlos. — dice.

En ese momento, siento algo líquido entre mis piernas y abro los ojos como platos. Ross al parecer siente el líquido ya que me mira con las cejas alzadas.

— Cariño... Dime que no has llegado al baño... — me pide.

Sonrío con inocencia. — ¿Recuerdan que no podían esperar por tenerlas en brazos y conocerlas? — pregunto y toda la familia asiente. — Bueno, están en su día de suerte.

Todos se quedan mirándome boquiabiertos y yo trato de permanecer tranquila cuando una contracción se hace presente. Oh, mierda...

— ¡Mis hijas nacerán hoy! — exclama Ross, saliendo de su sorpresa, con una amplia sonrisa.

— ¡Vamos al hospital! Ross, ¿tienen el bolso en el auto? — pregunta Mark y Ross asiente mientras me ayuda a levantarme.

Tomo con fuerza su mano y compartimos una sonrisa. Estábamos a punto de ser padres.

Me había imaginado cómo sería tener a tu propio hijo en brazos miles de veces, cada vez que veía a una madre con su hijo, pero nada se acerca a lo que realmente se siente.

Acaricio la pequeña nariz de Elizabeth y sonrío con lágrimas en los ojos.

— ¿Puedes creer que nosotros hicimos esto? Dios, son tan preciosas... — murmura Ross, con Isabelle en brazos, a mi lado.

—Son perfectas... — acuerdo.

Mi esposo me sonríe y me besa lentamente, le correspondo el beso sin poder evitar sonreir.

— Gracias por darme esta vida, por hacerme tan feliz... Esto es mil veces mejor que ese sueño que tuve.

Apoyo mi cabeza en su pecho mientras miramos a nuestras hijas, sintiéndome la mujer más afortunada.

— Te amo, Ross...

— Yo también te amo, las amo a las tres.

Sonrío. Me permito pensar que esta vez, esta felicidad que siento durará por muchos años más.

Fin



 Break Him (Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora