Uuu... uuu.

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En el jardín de la casa de los Kim.


Jennie llevaba casi una hora viendo jugar a su novia con sus dos hijas desde una de las reposeras que rodeaba la piscina.

—Dios mío, no se cansan nunca —murmuró la morena para sí misma.

Si bien disfrutaba con la risa de sus tres mujeres preferidas, le era imposible evitar que su cuerpo deseara a Lisa con tanta ferocidad, su cuerpo hervía y no era precisamente por el sol. Jennie no sabía si era por sus hormonas o por qué diablos, pero necesitaba a Lisa Manoban ahora mismo. No aguantaba más y lo más probable es que le quedara poco tiempo para que la casa se volviera a llenar de gente de nuevo. Miró su reloj y decidió tomar cartas en el asunto.

— ¡Hora de la fiesta! —anunció y se levantó de la reposera para tomar dos toallas e ir a recibir a sus hijas.

— ¡Nooooooooooo! —Lisa y Rhode se quejaron. En un descuido y por la recepción de la mala noticia, la rubia soltó a Lily y la pequeñita se hundió de inmediato hasta que la tatuadora la rescató a los segundos.

— ¡NOOO! ¡LLENA! ¡GRRRR! —Lily reaccionó más tarde en cuanto su cabeza salió a la superficie. Escupiendo un poco de agua y con una enorme sonrisa que demostraba que para nada le molestaba hundirse en el agua y lo aguantaba bastante bien, protestó el fin de la diversión. Al parecer, la pequeña rubia se había quedado fascinada con la gigante ballena inflable.

Jennie miró a las dos rubias y a la morena con una ceja levantada. De inmediato llevó sus manos a su cintura para resaltar su punto con su postura.

— ¡Yo puedo hacel eso! —anunció Rhode desde el agua, mostrándole a las dos rubias como movía sus cejas igual que Jennie.

—Hacer, Rhode —la corrigió Jennie—. Hacerrrr —resaltó.

Lily y Lisa fruncieron el ceño de forma tan idéntica que Jennie no pudo evitar soltar un bufido. Ambas rubias querían levantar una sola ceja, pero siempre fracasaban.

Rhode miró de inmediato a Jennie y el aire de superioridad de la morena la hizo reír de nuevo. Jennie estaba segura de que iba a perder esta batalla.

—No pueden hacerlo —se burló la pequeña, levantando su ceja—. ¿Las viste, mamá? No pueden hacerlo —se rio un poco más.

—Por supuesto que no, cariño, solo las morenas podemos —agregó malvadamente.

Rhode miró a las dos rubias—. ¡Las rubias al poder! —salpicó agua desde su ballena hacia las otras dos.

Lisa protegió a Lily con su propio cuerpo—. Lily aguanta la respiración —dijo Lisa, protegiéndola del agua que salpicaba Rhode.

Jennie volvió a soltar una carcajada cuando vio como los cachetes de la pequeña rubia se inflaban para retener el aire como Lisa le había enseñado.

Segundos después la tatuadora y la pequeña desaparecieron debajo del agua y Jennie pudo ver como su novia llevaba por debajo del agua a Lily rumbo a la ballena inflable. Alguien iba a pagar sus aires de superioridad con un buen chapuzón. Rhode terminó en el agua en lo que las otras dos tardaron en voltearla.

La morena agitó su cabeza, parecía que iba a estar una hora más bajo el sol y para esa altura la casa ya se iba a llenar de vuelta; se iba a tener que resignar. Suspiró y miró a su rubia. La travesía debajo del agua había hecho que los bóxers de Lisa se bajaran un poco y eso permitió a que Jennie pudiera ver un poco del trasero de su chica. La morena pudo distinguir perfectamente dos colores de piel como consecuencia del sol y eso le hizo llegar a su mente los recuerdos de la primera noche que pasaron juntas. Lisa se había quedado impresionada con sus colores. Jennie no podía esperar a ver la reacción de la rubia esta vez.

No soy para ti → jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora