Capítulo 13.

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Jeon JungKook.

¿Qué por qué huí? Una mejor pregunta sería ¿Realmente huí?

Cuando niño, no logré decir mi primera palabra hasta los tres años. La mitad de mi familia creía que era un imbécil y mis padres solían defenderme con todo lo que tenían. Pese a que sus argumentos eran inválidos, pues no había nada sobre la faz de la tierra que explicara mi falta de interés por la comunicación con palabras.

Mi primera palabra fue prostituta, la saque de un programa para adultos que mi padre desempleado miraba por televisión abierta, a las doce de la madrugada; y cuando la dije mi madre en lugar de reprenderme, me abrazó con fuerza por haber dado un paso así de enorme. Me calle un año más, incluso cuando ingrese al preescolar, mis profesoras siempre daban pésimos pronósticos sobre mi conducta, porque siempre me negaba a trabajar en equipo o hablar con mis compañeros varones.

A la hora del almuerzo, solía jugar con puras niñas o en su defecto, con niños de grados superiores. Peleaba con frecuencia con los niños de mi edad, porque no soportaba su estupidez.

Al terminar, mi profesora le sugirió a mi padre que me inscribiera en una escuela de retardados. Pero se rehusó en el acto, porque en su interior aún me guardaba un poco de fe. Por lo que decidí ponerme en la cima y ser el mejor a donde quiera que fuera.

Aspiré a la perfección, saqué las mejores notas y jamás existió alguien me lograra superarme.

Me folle a la hija del director, quien era 6 años mayor que yo, pero estaba demasiado buena como para dejarla ir. Me alíe sólo a personas superiores y creí que nunca nadie lograría domarme.

Hacía todo lo que quería y lo que quería llegaba por sí solo. Mi talón de Aquiles siempre fueron los números. Pero era demasiado terco como para dejarme vencer, e insiste tanto que al fracaso no le dio tiempo de tocar a mi puerta.

El orgullo no me daba de comer. Mi padre sólo conseguía empleos temporales y mi madre ayudaba con lo que podía. Mi hermano mayor entraría a la universidad el siguiente año y para nuestra familia era imposible pagar su matrícula.

Gracias a mis contactos, a los 15 años tomé la identificación de mi padre y me registré en un sitio online de subastas por internet. Un viejo imbécil subastó una pequeña empresa textil que estaba en quiebra y la compre sin pensar con los ahorros de toda mi maldita vida.

Ningún empresario se atrevió a pujar demasiado por un montón de oficinas destartaladas y empleados famélicos. Así que ni siquiera tuve que pagar demasiado.

Descargue un par de artículos sobre manejo empresarial y un libro sobre la industria textil en Corea. Los leí en dos noches y fui a ver mi pequeña adquisición.

Logré que mi padre firmara los papeles de compra, disfrazándolos por unos de excursión y oficialmente lo volví el dueño de aquella empresa.

Sabía que era arriesgado, pero tenía que lograrlo. Soy bueno dibujando y conseguí a una amiga que era buena diseñadora. Un par de empleadas se ofrecieron para cocer las primeras prendas.

Las vendimos a muy bajo costo y cuando comenzaron a ser demandadas, subimos el precio. Diseñamos más, cocimos el doble.

Y, sin embargo, no obtenía ganancias. Tenía que pagar a los empleados, comprar material, levantar el edificio y conseguir transporte que trasladara las prendas.

Mi padre consiguió lo del examen de admisión, sin saber que su pequeño hijo de 16 años trabaja día y noche para sacar adelante a la familia. Mis notas no podían bajar, así que cuando no supervisaba la empresa, estudiaba y me ponía al corriente.

Adelgacé 8 kilogramos y padecí una leve anemia. Pero nunca me descubrieron.

Al poco tiempo, el edificio y las instalaciones quedaron listas. Conseguí a un buen amigo con la edad suficiente como para ser mi mano derecha. La cara de la empresa. Un par de inversionistas y hasta un pequeño anuncio en algunas estaciones del subterráneo.

SeokJin me ayudo a crecer hasta que tuve suficiente para la matrícula de mi hermano. A los 17 años por fin comencé a ver los frutos de mi esfuerzo. Golden Closet se estaba volviendo un éxito por todo el país e incluso un par de inversionistas chinos estaban interesados en expandir el mercado.

Tuve que hablar con mi padre, jamás olvidaré su rostro cuando se enteró del maldito genio que tenía por hijo. Le tomó un par de semanas ponerse al corriente y finalmente firmamos con los inversionistas chinos.

Al cumplir 18, mi padre me traspasó mi empresa y logré ponerla a mi nombre. Compré una casa en el barrio más bonito de Seúl y la puse a nombre de mi madre.

Abrí una cuenta para cada miembro de mi familia y los dejé disfrutar de todo lo que había logrado. Porqué lo había hecho para ellos, ellos que siempre me defendieron cuando fui llamado "un idiota".

Miren a este idiota...

Viví un año con mi familia y a los 20 me mudé a un pequeño departamento, harto de trabajar. Era hora de vivir mi vida.

Todos los fines de semana salía de fiesta, me tatúe hasta el pito y me perforé los labios y las orejas. Entre a una universidad pública y salí con un par de chicas.

Pero esa libertad no lograba llenarme del todo. Al parecer, algo faltaba en mi vida, como si sólo conociera de carne y mi corazón siguiera virgen... Sabía que necesitaba a una persona que me acompañara y me comprendiera, alguien que fuera exactamente todo lo que me hiciera falta.

Y finalmente te encontré.

Este bebé es la prueba que necesito para saber que eres la correcta, mi vida está completa contigo a mi lado y juro que haré lo posible por ser todo lo que siempre has deseado.

Y que, si te oculte la verdad, no fue porque no confiara en ti. Pero era un secreto que tenía que guardar.

¿Me perdonas por mentirte? 


Por si no quedó claro, NamJoon es mío. 

Ah no, ese fue mi subconsciente. En este capítulo, jk le esta contando que pedo a Musa. Hasta aquí mi reporte, Joaquín. 

He is not my love (JJK) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora