Capitulo [9]

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Varios meses habían pasado y se sentía como si todo lo que había construido se derrumbara en un segundo, se habían ido, horas antes se encontraba feliz, siendo cortejado por aquellos dos hombres, sintiéndose amado con cada uno de ellos y ahora no sabía dónde estaban después de la lucha contra Lotor. Todo había ocurrido tan rápido que su cerebro no le permitía procesarlo aun casi perdido en el shock.

Los había visto desaparecer en una grieta en el espacio y tuvo miedo porque ya habían pasado horas y ellos no aparecían. Él se encontraba en el castillo con Coran intentaban ayudar, en lo que podían pero ahora ambos miraban el lugar en el que la grieta había estado esperando y rogando que volvieran, que aparecieran.

Días después seguían esperando, tenían que aparecer los necesitaba, el universo los necesitaba. Pero aun así no aparecían. La noticia se había esparcido por toda la galaxia como pólvora.

La desaparición de Voltron

Era el tema más menciona y junto a él se esparcía el miedo y el pánico.

¿Qué iba a ser del universo ahora?

¿Quién iba a liberar planetas?

¿Quién iba a proteger los planetas liberados?

No había respuestas, pero todos sabían lo que les esperaba. Voltron había desaparecido dejando al universo en manos de los Galra; Planetas destruidos y gobernados nuevamente, desesperanza, dolor y pérdidas.

El mundo se tornó de gris ante sus ojos y nadie pudo hacer nada para detenerlo.

Meses después una gran flota Galra los detuvo, se los llevaron. Lance quiso llorar porque aun intentando defenderse con todas sus fuerzas no podía. Era débil. Había gritado, pateado, mordido e incluso había dejado a uno inconsciente pero uno lo electrocuto, sintió todo su cuerpo tensarse y doler, los veía hablar más sus oídos solo podían captar un pitido ensordecedor mientras toda la escena parecía temblar debido a que su cuerpo se convulsionaba, cayo inconsciente. De esa manera se los llevaron a los dos.

Al despertar no podía ver había algún tipo de venda rodeaba y presionaba su cabeza, sus manos esposadas a la pared detrás de él.

¿Cuánto llevaba en la misma posición? No sabía, probablemente horas porque su cuerpo ya se encontraba entumecido y estaba seguro de que abrían marcas moradas en sus muñecas cuando lo rescataran...

¿Lo iban a rescatar verdad?

La espera se fue alargando horas pasaron haciéndose días.

"Mierda" Gimió al sentir que soltaban sus brazos y como se golpeaban contra el suelo debido a la misma debilidad de su cuerpo, ¿cuánto había pasado? ¿Horas? ¿Días? No tenía idea. Pero había algo así como una rutina, si consideraba que lo torturaban una vez cada día, serial ocho días contando hoy ¿pero si no era así? ¿Si lo hacían cada que querían?

Lo levantaron y arrastraron su cuerpo por pasillos largo. Pateo con las pocas fuerzas que poseía al Galra que lo jalaba pero no le causaba nada al sujeto. Siendo honesto con él mismo ya no sabía qué hacer, defenderse solo lograba un mayor castigo pero no hacerlo lo hacía sentir estúpidamente humillado.

Uno de los Galra lo levanto tirando de el sobre una mesa, jadeo cuando el aire escapo de sus pulmones, golpeo el rostro del Galra cuando sus manos recuperaron su circulación, el sujeto golpeo su rostro de vuelta y mierda, eso dolió. Aun algo desorientado continuo golpeando y pateando a su alrededor solo deteniéndose cuando fue electrocutado.

"¡Hijos de puta!" Gritó cuando sintio el chispazo, picaba y ardia siempre antes de descender los espasmos. Había sido atado a la misma mesa. "¡Suéltenme!" Por horas lo único que se escuchó fueron los gritos de dolor y reclamos por parte del moreno hasta que también dejaron de escucharse.

El mismo suceso ocurrió por las siguientes semanas, meses hasta que se cumplió casi un año. Había sido atado, colgado, electrocutado, golpeado, cortado e incluso ahorcado habían fracturado su cuerpo tanto como su mente ahora tenía miles de marcas, una marcas por cada intento de escape, una marca por cada interrogatorio, miles de marcas por cada desobediencia, detrás de cada una habían horas de tortura, de gritos, de dolor pero aun así jamás dijo nada.

Miro hacia la puerta esperando a que ellos aparecieran, como si realmente fueran a hacerlo y es que esperaba eso de parte de ellos.

Miro a su alrededor, las paredes violetas totalmente vacías, la pared frente al tenía una puerta de metal que se abría todas las mañana para entregarle su comida, les daban poco, una comida diaria que constaba de un trozo de lo que parecí pan pero sabía a manteca, algo parecido a la sopa con un extraño sabor a chocolatada salada para que apenas y sobrevivieran, de aquella manera podían controlarlos más fácilmente, como si fueran muñecos.

La inseguridad era algo cotidiano ahora, el no saber qué iba a ser de él, el no saber dónde estaban los demás, no tenía idea de donde se encontraban en aquel momento. No había visto a Coran desde aquel día y temía por él.

El rechinido de la puerta se llevó sus pensamientos, cuando una figura robusta y alta entro por un segundo pensó en Shiro, pero no era el, lo notaba por la armadura que el extraño cargaba.

Lo jalaron fuera de la habitación guiándolo por un pasillo a golpes y empujones, ingreso en otra sala, ya muy conocida para él. Sus brazos fueron soltados de aquellas esposas por apenas unos minutos pues rápidamente fue sujeto a una camilla con amarres para sus muñecas, tobillos y cuello. El agarre era fuerte lo suficiente para dejar marcas rojizas en su piel que con el tiempo tomarían un tono morado.

Un electrochoque lo puso alerta, su mirada cansada se dirigió a su verdugo, el mismo Galra que le había traído.

"¿Dónde esconden a los leones?" Pregunto otra voz, una voz joven, grave y firme. Se quedó en silencio, no había nada que decir, no lo sabía, y aunque lo supiera no lo diría. "¿No vas a hablar? Podrías salvar tu pellejo." Se mantuvo en silencio, no le interesaba aquello, prefería morir antes de decir cualquier cosa. Otro electrochoque llego a su cuerpo todos su músculos se tensaron, su espalda se encorvo de dolor y su vista se nublo por unos segundos.

"Esto no está funcionando" Hablo el interrogador nuevamente. Ante esto el verdugo asintió y tomando un látigo comenzó a golpear el cuerpo del moreno. Gritos de dolor se escuchaban por toda la habitación más los agresores no parecían inmutarse ante ello, como si fuera algo totalmente normal. Casi media hora después sacaron al moreno inconsciente de la habitación y volvieron a arrastrarlo hacia su celda, donde sin una pizca de compasión arrojaron su cuerpo dentro de las cuatro paredes.

𝚈𝚘𝚞 𝙰𝚛𝚎 𝙽𝚘𝚝 𝚃𝚑𝚒𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora