Capitulo [11]

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El sol comenzó a mostrarse por el horizonte empezando un nuevo día, aquella mañana Lance se encontraba ayudando en la tienda, después de un tiempo se había vuelto amigo de todos y había aprendido el idioma de allí, con mucha ayuda y paciencia de Desmond.

'La resurrección de Voltron' había llegado a su oído, el chisme contaba con diversas versiones lo suficientemente creíbles como para no tener huecos visibles.

No le presto más atención, si el rumor era verdad ellos estarían mejor sin él. Aun con el pasar del tiempo seguía teniendo esas pequeñas inseguridades dentro de él, cambió, sí, pero seguía habiendo algo del pequeño chico de diecisiete años con miedo a fracasar.

Aún tenía miedo de lo que tuviera que enfrentar en el futuro, aun se sentía cohibido cuando alguien lo miraba por demasiado tiempo, incluso cuando para muchos eso podía ser por su atractivo para él no lo era. Si, definitivamente seguía siendo aquel niño.

"Son diez corbitos" Informo a la amable ancianita a quien atendía, la cual saco de su bolso una bolsita verde con detalles amarillos, volcó el contenido en el mostrador y empezó a contar las pequeñas piezas de metal. No se molestó en esperarla y atendió al siguiente. La ancianita todos los días iba al local compraba algo y se quedaba contando monedas por al menos treinta minutos, a veces le ofrecían algo de tomar, literalmentenpodia escuchar a Desmond sirviendole algo de beber a la mujer.

Atendió a otros diez clientes antes de que llegara su descanso. Fue hacia la parte trasera de la tienda y se acomodó en el cómodo sofá, sus hombros dolían al igual que sus pies, no era un dolor insoportable pero dolía a fin de cuentas. Sintió a alguien entrar en la habitación por lo cual levanto la vista con pereza allí de pie se encontraba el peliblanco.

"Des, ¿necesitas algo?" Desmond le había acogido en su casa desde el momento en que había llegado, permitiendo que comiera de su comida, que durmiera en su cama, que ocupara sus cosas, sin esperar nada a cambio y, claro, Lance estaba agradecido, por eso se mantenía al tanto del estado anímico de su acompañante casi sin saber cómo agradecerle. El joven a pesar de ser vivaz a veces se mostraba nostálgico, tanto que Lance sentía que había una espina en el corazón del hombre, una espina que nadie podía quitar o que nadie había intentado quitar.

Había miles de manera de agradecer a alguien pero Lance sentía que ninguna fuera suficiente.

Recuerda una noche en la que el insomnio se había apoderado de los dos le contó al joven todo lo que había pasado, todo lo que sentía incluso de Keith y Shiro, de aquel esporádico enamoramiento que habían tenido.

"No, solo... ¿Estás bien?" Preguntó levantando una ceja.

"Si" Respondió con cierta monotonía, Desmond se preocupaba por el siempre, logrando que esa cálida sensación se expandiera en su pecho. Claro, Lance tenía al hombre en alta estima, era casi una bendición en su vida y lo amaba mucho. Desmond tenía también sentimientos por el moreno pero el miedo, a arruinar algo tan bello por algo que podría no ser, era mayor.

Aunque a veces el valor supera el miedo, como ese día en el que Desmond confeso su amor.

Lance recuerda aquel día como si fuera ayer, el de piel pálida le había invitado a una cita, "algo como amigos" había dicho, ese día la pequeña tienda no había abierto sus puertas y un cartel de cerrado se veía en las mismas.
Fueron a desayunar como primera actividad en su salida de amigos. Después a un parque a caminar, y a una feria de libros en la que Desmond compro varios libros cuyos títulos, en su mayoría, incluían la palabra "amor" y "romance" en sus contratapas. Lance prefería el cómic, encontró unos cuantos en su mayoría en Jeringozo, idioma del lugar. Incluso uno sobre Voltron el cual compro, solo por curiosidad, obviamente no estuvo buscando su nombre entre las páginas del libro, no, definitivamente no se detuvo cuando vio los nombres y rostros de sus compañeros. No, claro que no. No dolió cuando lo mencionaron como el paladín menos valioso, no. Ni contuvo las lágrimas cuando lo describían como un sínico egoísta que buscaba su propia satisfacción por sobre la de otro. No. Definitivamente no hizo nada de eso.

Después de eso fueron a un nuevo restaurante a almorzar, donde Lance por primera vez encontró algo que tenía el gusto, aroma y forma de un platillo terrestre, jamás pensó que iba a extrañar el sabor de los panqueques pero allí estaba comiendo una pila de los mismos bañados en jarabe.

Aparentemente la dueña del restaurante era hija de un humano y un habitantes del planeta por lo cual había varios platillos con la mezcla de ambas culturas. Aunque el único 100% terrestre eran los waffles.

El resto de la tarde se la pasaron en una feria que "casualmente" se encontraba allí, obviamente Desmond no bombardeó al dueño del mismo con mensajes para que fueran allí, no, definitivamente no, tampoco lo soborno para no tener que hacer fila, no, imposible.

Las tarde paso rápido y cuando las estrellas empezaban a mostrarse en el cielo nocturno, en lo alto de la noria las palabras salieron de su boca.

"Me gustas, Lance." El moreno quedo en Shock, su mundo se detuvo un segundo "Me gustas mucho, sé que no soy mucho pero puedo hacerte feliz, lo sé." El joven le miraba fijamente esperando una respuesta casi seguro del rechazo, lo que no espero era que ver los hermosos ojos azules mirarlo sorprendido, para después murmurado.

"Podríamos intentarlo" Totalmente sonrojado, se levantó de su lugar y se sentó al lado del moreno tomando, con algo de vergüenza, su mano.

Finalmente bajaron de la noria ante las miradas de los habitantes por el tono rojizo en las mejillas de Lance, algunos incluso le sonrieron tontamente al ver sus manos entrelazadas casi como si hubieras sido hechas a la medida.

Claro, no solo Lance le había tomado cariño al pueblo, el pueblo también le había tomado cariño a Lance.

𝚈𝚘𝚞 𝙰𝚛𝚎 𝙽𝚘𝚝 𝚃𝚑𝚒𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora