Capítulo 15: Condenado

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Sebastián Michaelis Pov

Se sentía como si esperara algo que jamás iba a suceder, pero finalmente su espíritu se doblego y su alma lloró por aquel amor perdido, muriendo de forma lenta hasta desaparecer… H.E

Sentí que la cabeza me explotaba y la luz del sol solo empeoraba mi pobre estado. Cuando quise moverme y volver a cubrirme con las sábanas, el malestar del estómago se intensificó tanto que solté un patético quejido y abrí los ojos con la vana esperanza de no quemarme las retinas, pero falle de forma inútil. El dolor de cabeza solo se intensificó junto al extraño vértigo, llegando a un punto insoportable.

No tenía idea de cómo diablos había llegado a casa. Recuerdo que estaba en el Beautifor Bar, Tanaka me sirvió como tres o cuatro tragos del especial y todo lo demás es difuso, más o menos creo haber estado charlando con él, ¿qué me dijo con exactitud? No lo sé, después de eso… supongo que me pidió un taxi. Llegue a casa y…

Me volví a quejar, esta vez no tuve más opción que pararme. Corrí al baño y acabe devolviendo lo poco que tenía en el estómago, una vez termine, jale la cadena y me enjuague el rostro y la boca con desesperación, sacando el cepillo de dientes. ¡Mierda! Me paralice, mi garganta se secó aún más de lo que ya estaba y palidecí justo cuando levante la vista y vi mi reflejo en el espejo.

Tenía demasiadas marcas en el cuello y pecho, sin mencionar que estaba desnudo. Aun con el cepillo en la boca hice una mueca de asco, quitando con el pulgar el beso que traía marcado con labial rojo intenso en mi mejilla, sintiendo nuevamente arcadas, pero esta vez no era por lo que tomé anoche, sino al saber que me acosté con una puta a la que ni recuerdo. Por lo que en cuanto cepillé mis dientes, salí de la habitación por si todavía tenía el descaro de seguir aquí, viendo que estaba solo.

Hace como ocho meses no me hubiera molestado incluso si acababa en medio de una maldita orgía, pero hoy me repugna pensar en mí y alguien más que no sea Ciel. Estoy enojado y tengo asco de mí junto a una inmensa sensación de culpa por haberlo engañado, aun cuando ni siquiera lo recuerdo, pero es más que obvio. No lo soporto y vuelvo a meterme al baño dándome una ducha rápida, frotando mi piel más de lo necesario hasta dejarla de un tono rojizo.

Al salir busco mi celular, no lo encuentro y es más que claro que lo perdí en un momento de mi noche, mientras mi cartera esta sobre el mueble de noche completamente vacía. Bueno, es típico de las putas saquear mi billetera, y no me sorprendería si después descubro que me hace falta algo de valor. No le di importancia, me arregle y acabe en la cocina preparándome una bebida, maldiciendo que hoy fuera miércoles y no pudiera faltar al trabajo, pero al menos llegaría una hora tarde.

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Mi día fue un asco y mi mal humor lo acabaron pagando varios. Sin embargo, al salir de la oficina comencé a manejar sin rumbo fijo, cuando me di cuenta, estaba frente a un edificio departamental. Hace quince días me entregaron las llaves de un pent-house que compre para Ciel y para mí, poniéndolo a su nombre, ya que después de pedirle matrimonio lo iba a obligar a vivir conmigo.

Instintivamente sonreí y me adentré con calma, él lugar era precioso y puede que con demasiado espacio para nosotros dos, pero pensaba cambiar eso rápidamente. Contaba con una amplia estancia, biblioteca, terraza, cocina completa y aparte de la habitación principal que incluía un baño con jacuzzi había otras tres, una la convertí en estudio, otra esta vacía y la tercera… con pasos lentos me encaminé y abrí la puerta de forma lenta, imaginando un futuro casi idílico al lado de Ciel.

Y es que los decoradores de interiores hicieron un trabajo magnifico. Me sentía tan tranquilo aquí que no pensaba regresar a casa, al menos no hoy, ya que me había tomado el tiempo de traer algunas de mis cosas y de llenar la despensa, incluso pensé en mudarme aquí de forma definitiva y después pedirle a Ciel que viva conmigo.

SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora