Ciel Phantomhive Pov
"Entonces le dije que sí, y me quede atrapado en una fe que presume de milagros, aunque también habrá quien crea que este tipo de muerte lenta es toda una bendición"
—
Entramos al hotel entre miradas indiscretas, sutiles roses y varias sonrisas cómplices, haciéndome pensar que parecíamos una pareja de recién casados que está disfrutando de su luna de miel. Aunque nada de eso era verdad, aun así, no podía evitar sentirme como todo un chiquillo emocionado y ansioso, mientras un ejército de murciélagos hacía estragos en mi estómago.
Porque con Sebastián a mi lado nada puede ser tan dulce como lo son simples mariposas revoloteando impacientes, en el sentido metafórico, claro está. Con él todo era intenso, hasta una simple mirada que tenía el poder de reducirme en segundos dejándome a merced de un hombre imponente y tan sensual como sexual.
El mismo hombre que ni bien entramos a la habitación, me aprisionó entre sus brazos cerrándole la puerta en la cara al botones, dedicándome una mirada hambrienta y una sonrisa peligrosa que hizo temblar mis piernas, separar los labios y emitir un jadeo necesitado y carente de toda elegancia, que terminó por sonrojarme.
—Hoy planeaba follarte hasta el cansancio —susurró de forma íntima y ronca contra mis labios, descendiendo sus manos hasta mi cadera—. Pero me acabo de arrepentir…
—¿Qué…?
Ni siquiera me dejo protestar, de un momento a otro volvió a aprisionar mis labios entre los suyos, aunque esta vez era un contacto diferente. El beso era más lento, carente de aquella pasión aplastante y rudeza excitante que terminaba con sus dientes aprisionando mis labios o su lengua peleando contra la mía por un dominio que al final acabaría por cederle de manera gustosa, sumergiéndome en el placer de sus manos.
Este beso era lento, mimoso y lleno de sentimentalismos extraños y tan desconocidos que me estremecieron de una forma inexplicable, dolorosa, aferrándome a él porque repentinamente lo asocie a una despedida. Este beso se sintió tan tierno, tan ajeno a una personalidad salvaje como lo es Sebastián que sinceramente me provocó miedo, miedo a perderlo ahora que finalmente lo estaba aceptando como parte de mi vida, cediéndole el paso y permitiendo que traspasara aquella gruesa muralla que protegía mi corazón.
—¿Por qué lloras? —cuestionó con voz dulce, juntando su frente con la mía, rosando nuestras narices de forma lenta, llenándome de ternura.
—Yo no…
—¿Quieres que me detenga? —sus manos tibias limpiaron las lágrimas que, sin pretenderlo, crearon un fino rastro en mis mejillas—. ¿Aún me odias tanto como para llorar?
—No te odio —lo aparte bruscamente de mí, dando media vuelta para limpiarme las lágrimas, sin saber exactamente porque lloraba.
Era un hecho que lo deseaba y cuando entramos a la habitación estaba más que dispuesto a dejar que me poseyera de forma salvaje, que jugara con mi cuerpo y que repitiera mi nombre entre gemidos de éxtasis, pero después de aquel beso todo cambio. Fue dulce, fue tierno y dude, no porque rechazara sus sentimientos, sino porque temía tenerlos y después perderlos, dejándome vacío una vez más.
—Lamento si te asuste —sus brazos rodearon mi cuerpo y gracias a la diferencia de altura logró besar mi coronilla—. Perdóname.
—¿Exactamente por qué te disculpas?
—Por hacerte llorar esta y todas las veces anteriores.
—Tsk…
Repentinamente sus brazos me soltaron y creí que se alejaría porque estaba molesto, algo lógico si piensa que se le acabo su noche de sexo. Tal vez lo vea como que traerme fue un error, sin embargo, me obligó a darme media vuelta tomando mi mano y guiándome hasta la cama, en donde se sentó despreocupadamente, jalándome hasta él, haciendo que quedara a horcajadas sobre sus piernas, regalándome una pequeña sonrisa, mientras me sostenía suavemente de la cintura.
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Sebastián
FanfikceSe había enamorado de un hombre comprometido que le hizo revivir su oscuro pasado, pero al final, Ciel resulto ser un infierno dentro de su paraíso... Sebastián x Ciel