Capítulo 29: Resiliencia

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Ciel Phantomhive  Pov

“Lo amaba mucho, en pasado, ahora no importan sus disculpas porque aprendí que pese a sus palabras dulces y engañosas, volverá a lastimarme”

Tal vez fue mi mundo, tal vez fue mi amigo y mi amante, ahora solo era Druit, el hombre que destruyo mi vida. Si… solo Druit, a secas, sin respeto y con desprecio. Sin embargo, aún no lo supero… tampoco lo olvido. No lo amo, pero le pienso, lo he llamado en medio de mis delirios, incluso le he llorado pese a la relación toxica y enfermiza que llevamos, es como si estuviera en mi, muy profundo, clavado en mi alma. Consumiéndome en su veneno corrosivo pero al mismo tiempo tan adictivo.

Odio que este presente en mi vida pese a los años, y en muchas ocasiones lo sueño, no siempre es malo, no siempre es el hombre despreciable que me abandono en aquella habitación tras decir que todo era mi culpa. No siempre es un bastardo, porque los pocos momentos buenos me envuelven en dulzura e hipocresía que acepto con los ojos cerrados, como si nunca me hubiera dejado.

Muchas veces imagine un futuro a su lado. Un futuro con nuestro Finny, y la burbuja se rompe, lo veo como el monstruo que es pero todo es un circulo vicioso, porque regreso a lo mismo, a sus palabras, a sus consejos y a sus pequeñas acciones que me levantaron, que me motivaron para seguir un solo día más sin saber que era parte de mi ruina. Sé lo que me hizo pero aún así lo busque…

Siento mi estómago revuelto, mis pensamientos son un caos y sé que en cualquier momento caeré viéndolo aquí, frente a mi después de aquella vez en donde jure que nunca más, pese a ello me aventure a abandonar mi hogar y venir a Londres solo para encontrarlo, lo cierto es que pese a repetirme que huía de mi pasado, solo buscaba meterme en la boca del lobo.

—Pequeño Ciel…

Su voz me estremece como hace años, me acaricia y me envuelve en promesas oscuras y libidinosas, logrando que mi estómago duela. Y por primera vez me pregunto si no es asco lo que siento, si no es miedo disfrazado de alegría por ver a alguien que no vale la pena, alguien despreciable, alguien a quien no puedo odiar por más que lo intento.

—¿Qué haces aquí? —Espetó.

Patético y titubeante, solo puedo cerrar los ojos y dar un paso atrás hasta chocar contra la puerta del departamento. Ya no puedo huir, no debo acobardarme, ya no más. Lo intento y mi mirada se enfrenta a la suya, tan tranquila, tan perturbadora, tan suya que me asquea y me domina sin siquiera moverse. Lo sabe y sonríe extasiado.

—¡Oh, mi pequeño petirrojo! Sé cuanto me has extrañado —se acerca y el aroma de su perfume me envuelve, mientras el calor de su cuerpo me asfixia—. ¿Me buscaste? —Sonríe más—. Sé que si.

Me tiene a su merced. No me puedo mover, mi respiración se acelera y con cada reacción torpe su fascinación crece aumentando el morbo de su mirada. Sus labios se curvan con socarronería y tiemblo cuando el dorso de su mano acaricia mi mejilla con cuidado. Sus manos frías reavivan los recuerdos y al igual que aquellas veces, solo me quedo quieto y cierro los ojos odiándome por no oponerme, por dejarlo convertirme en su experimento.

—No…

Mi voz se fue, sabe que no hare nada, que me ha roto de una forma que aun no comprendo. Porque frente a él, vuelvo a ser ese niño indefenso, sumiso y silencioso que se mueve a su conveniencia, que coopera, llora y no grita pese a lo que hace. Es entonces que su aliento choca con el mío, me besa y me acaricia, pero no hago nada. ¿Por qué no lo evito? ¿Por qué no me alejo? ¿Por qué?

—Te extrañe —susurra venenoso y cierro los ojos.

❄💙❄

Escucho la voz de Alois a lo lejos, pero la ignoro, al igual que ese ruido tan familiar y lejano. Cierro los ojos con cansancio y abrazo mis rodillas concentrándome en la sensación del agua tibia sobre mi cuerpo sucio. No tengo idea de cuanto tiempo llevo aquí pero sigo sintiéndome asqueado, despreciable, tan poca cosa. Y por más que lave mi cuerpo la sensación no se borra, él lo sabia por eso lo hizo.

SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora