Capítulo 2: Una noche

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Sebastián Michaelis Pov

Siempre que miro el cielo, me doy cuenta de lo pequeño que soy y de lo grande que es el mundo pero por extraño que sea, resulta comprensible…

Azul. En todo lo que podía pensar es en ese extraordinario azul adamantino que tenían sus ojos y pese al desastroso primer encuentro, ese chiquillo de apariencia virginal me genera una extraña curiosidad o puede que solo sea el morbo de querer follarlo, lo cual es anormal en mi porque no me gusta hacerlo con alguien virgen. Tienden a idealizar demasiado la primera vez y pese a que les digas que solo es un revolcón, entienden que quieres casarte ese mismo día, tener treinta hijos e ¡incluso planean una vida juntos!

Y no exagero, me sigue dando escalofríos acordarme de Mathilda. A sus treinta años era considerada la mujer más sensual del área de contabilidad, lo cual era cierto, pese a ser dos años mayor que yo le hice algunas insinuaciones y una semana después terminamos en un hotel, mi sorpresa llegó cuando me di cuenta que era su primera vez. No le di importancia y quise desafanarme de ella pero se volvió una acosadora, me exigía que me hiciera responsable bombardeandome con mensajes y llamadas, al final robó mi cartera, mis llaves, se metió a mi departamento ¡y llevó todas sus cosas!

Sacarla fue más difícil de lo que pensé, no sé si fue vergonzoso o cómico ver a los policías con cara de poker cuando les dije que una loca se metió a mi casa, la misma loca que aseguró ser mi esposa desde hace varios años y estar esperando un hijo mio. Hizo un completo drama con llanto y todo mientras me decía que no le hiciera esto, que ella me amaba y cientos de cosas sin sentido. Por su culpa a ambos nos llevaron detenidos y mi padre tuvo que venir a sacarme como si fuera un chiquillo que comete una estupidez cualquiera, también me gané una buena reprimenda por mis acciones irresponsables.

Sin pensarlo me llevo una mano a la cara sujetando el puente de mi nariz con gesto cansino mientras me adentro a la empresa. Toda la semana pasada estuve en Alemania viendo unos asuntos, lo bueno es que termine antes, ahora solo me apetece ir a casa, darme una ducha y buscar compañía de una noche pero contrario a mis deseos, tengo que venir a saludar a mis padres porque no les basta con una llamada, también aprovecharé para darles los informes del contrato.

Y justo cuando elevador se abre en el piso veintiséis —el último— mis ganas se esfuman completamente mientras Doll, la recepcionista y secretaria de mi padre, me recibe con una gran sonrisa, hablando de varias cosas, lo único que logro entender es gran sorpresa pero no le di importancia y entre a la oficina de papá. Como siempre, estaba sentado tras su escritorio atendiendo una llamada, la cual termino en cuanto me vio, y mamá, mamá estaba en sofá hablando animadamente con… ahí no.

—¡Sebastián! —sus delgados brazos rodearon mi cuello apretandome contra ella, por instinto estreche su pequeña cintura, acercandola a mi cuerpo mientras percibía su intenso perfume—. Moría de ganas por verte.

—Angelina, ¿cuándo llegaste?

—Hace unas horas —se separó de mí regalándome una sonrisilla pícara—. Cariño, hace dos años que no nos veiamos, crei que serias más apasionado en nuestro reencuentro.

Una sonrisa ladina se dibujó en mis labios. Era verdad, dentro de una semana se cumplirian dos años desde que no la veía, por lo que coloque una de mis manos tras su nuca y con la otra sujete su cintura robandole un beso, uno tan demandante y territorial que se estremeció entre mis brazos y soltó un pequeño gemido que acalle entre nuestras bocas, permaneciendo unidos un poco más de tiempo.

—Te heche mucho de menos, Ángel —bese su frente provocando un ligero sonrojo que combinaba tan bien con su cabello y labios.

—Y yo a ti —entonces fue mi turno de estremecerme, sintiendo su pequeña mano acariciar mi trasero con descaro.

SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora