Me dueles

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Esta era mi segunda sesión en terapia psicología con mi pie, los días anteriores había tenido sueños muy fuertes sobre mis pies, un día me desperté gritando y llorando, ¿me estaba volviendo loca de verdad? La doctora dice que es "normal" pero en realidad necesito que defina "normal" porque sufría un poco, a lo mejor era la presión de todo.

El lunes había ido a buscar departamentos para rentar, pero ninguno me agradaba, no estaba muy segura de vivir sola, era un paso demasiado grande, cuando mis hermanos se iban de la casa se iban con sus amigos, pero mis amigas no tenían motivos para salir de casa.

También necesitaba ver la universidad, en la preparatoria había estado en el bachillerato de físico, pero las vacaciones pasaron tan rápido que no tuve tiempo de pensar en la universidad ni mucho menos en la carrera, con eso del pie roto consumió mi tiempo.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza aparte de que me preocupaba demasiado por mis amigas, había estado en contacto con ellas los días pasados para ver cómo se sentían, pero es que no podía estar en todo, ni siquiera les había platicado bien que iba a hacer.

Estos días quien había estado conmigo para todos lados era Andrés, me acompaño a ver apartamentos pero es que en realidad los que me gustaban eran muy caros, y los que eran baratos eran horribles, no estaba acostumbrada a eso.

Habíamos quedado de ver también sobre la operación de Humberto hoy, pero en realidad necesitaba un descanso, estaba un poco harta, mi papa había llegado ayer, y no dejaba de hablar de la academia era fastidiaste.

Pero más fastidiaste era la terapia psicológica, no estoy loca, a lo mejor loca de amor, pero no era bueno ver como tu hueso se sale de tu pie todos los días.

-Cuéntame sobre tus sueños- dijo la doctora Hernández, ya solo faltaban como 10 minutos para que acabara la consulta.

-Son feos- dije sin importancia, ya me quería ir, ni siquiera me servía todo esto, era tan ridículo, yo me sentía ridícula, voltee a ver a Andrés y estaba enojado.

-Necesito que seas más específica- dijo la doctora Hernández en un tono fuerte, rodee los ojos y ella continuo- necesito que abras todos tus pensamientos conmigo para que te recuperes.

-Pues ahorita mismo estoy pensando en que tengo mucha hambre y en que quiero besar a mi novio- dije sonriendo, sentí un codazo en mi brazo y voltee a ver a Andrés, estaba más enojado, por esa maldita el había perdido su trabajo.

-Esa clase de pensamientos no- dijo levantándose de su silla y dando vueltas por el consultorio como si tratara de calmarse.

Termine por ceder, pensé que entre más me recuperara mejor- Bueno está bien, pues en los sueños sigo viendo lo mismo que la primera vez, luces de colores a mi alrededor, como si me hubiera tomado alucinantes y de repente cuando dirijo mi mirada hacia mi pie veo cómo sale poco a poco el hueso de la capa de piel.

-¿Quieres curarte de todo esto?-dijo mientras se sentaba un poco en el escritorio.

-Sí, pronto- dije mientras miraba a mis dedos, no mentía en lo que decía.

-Entonces necesito que vayas a caminar en las tardes, camines mucho, tu pie está bien terapéuticamente pero necesito que en las noches tomes tu pie y te des un masaje, que pienses en lo que sueñas y toques esos huesos de tus pies, solo así te darás cuenta que tu pie está bien, necesito que lo hagas, sonara tonto pero es necesario-dijo mientras se levantaba y se dirigía a la puerta y la abría, rápido me levante de la silla y Salí, solo le hice un movimiento con la cabeza como de "está bien"

¡Genial!, más cosas por hacer, ¿Por qué después de que cumples dieciocho las cosas se vuelven más complicadas? Cuando tenía 17 no tenía que preocuparme por un novio, por un departamento, por como engañar a mis papas, por como ayudas a mi amiga golpeada y a mi otra amiga bipolar, por cómo ayudar a una persona que necesita una operación y hasta por cómo ayudarme a mí misma.

Para el amor SI hay edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora