El miedo no me quita el sueño

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Después de unos días de estar viniendo a terapia, las cosas mejoraron entre Andrés y yo, y ya no era tan necesario decirnos por nombres profesionales, o por lo menos yo a él. Hoy por fin regresaba paula, le había marcado un millón de veces pero sin respuesta alguna, a lo mejor y aun no se quería confrontar al error que había cometido, pero realmente ¿para ella era un error?, eso solo lo sabría hasta que regresara, pero regresaba en la noche y lo más seguro es que viniera muerta de cansancio y hablaría con ella hasta mañana, eso me desalentaba un poco.

Antes de entrar al centro de rehabilitación como toda rutina que había tomado desde hace días sonó mi celular, era el tono de llamada, lo saque de mi bolsillo y mire de quien era la llamada, pero cuando vi de quien era se me revolvió el estómago, no porque me callera mal esa persona si no porque era el novio de mi mejor amiga, Gabriel.

-Hola Gabriel, que milagro y que inesperada llamada- dijo tratando de fingir que estaba totalmente sorprendida pero era obvio que el hablaría con una de las amigas de paula cuando ella no contestara el teléfono, dudaba totalmente que solo a mí no me contestara y esta llamada aclaraba totalmente mi duda.

-Hola abril, que gusto escuchar que alguien si contesta el teléfono-dijo Gabriel en un tono totalmente triste, era obvio que extrañara a su novia.

-¿a qué te refieres con eso, eh?-dije tratando de sonar sorprendida, era pésima actuando, solo esperaba que él lo creyera.

-¿no has tratado de comunicarte con paula?-dijo también sorprendido.

-Lo que pasa es que he estado muy ocupada estos días, y tampoco la quería molestar mientras estuviera allá o cosas así, ¿Cómo le ha ido?, hoy por fin regresa.

-No me eh podido comunicar para nada con ella, eh estado muy preocupado, ¿Qué tal si le paso algo? O ¿le hicieron algo?

A lo mejor si le hicieron algo y cuando te enteres tu esto va estar muy feo, enseguida pensé y luego dije- No creo que le haya pasado algo, o que le hayan hecho algo- en ese momento tosí- pero hoy por fin la veras y te aclararas dudas, tengo que colgar Gabriel, voy a terapia, cuídate.

-A ver si nos encontramos en su casa más al rato, suerte con eso adiós.- dijo y finalizo la llamada, el que iba a necesitar suerte era el, no podía imaginar lo que iba a pasar, ni siquiera con ellos ya que eran una pareja muy unida, no es justo que les pase eso a las parejas unidas, parejas asi deben estar juntas por lo menos toda la vida, por mala suerte yo no había encontrado nunca a una persona así, con la cual durar mucho tiempo, como ya había dicho antes en mi vida había puro patán, al parecer el único que no lo era, era Alex pero él estaba en una zona de amigos híper mega grande, aparte de que él nunca me ha visto como algo más.

Hice mi rutina normal en el centro de rehabilitación, me forme para pagar la cuota diaria, salude amistosamente a juan y recorrí los pasillos de ese hermoso laberinto, últimamente me gustaba venir mas ya que las cosas entre Andrés me facilitaba esto, no como al principio que ni siquiera hablábamos porque tenía miedo de decir algo malo y le soltara una cachetada pero ahora teníamos un poco de más confianza, llegue a la oficina de la secretaria amargada, la salude y le di el recibo amarillo y luego me dirigí al cuarto donde atendía sus pacientes Andrés.

Llegue al cuarto pero al parecer no había nadie, siempre que llegaba tenía que quitarme mi tenis y mi calcetín para que me pusiera una maquina en el pie malo, me senté en la camilla como siempre pero algo me incomodo rápidamente en la espalda, lo aleje un poco, era una bolsa negra y como soy muy chismosa vi lo que había dentro, eran los 3 libros que había visto en la tienda de libros la vez que fui con mi hermano Jonathan y me topé con Andrés, pero la pregunta del millón ¿eran para mí?.

Para el amor SI hay edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora