Impure© | Shawn Mendes

19. "Niñerías"

Shawn Mendes' POV

Sentía el ardor en mis pantorrillas a medida que corría con todas mis fuerzas por el estacionamiento del hospital, dejando a Joshua gritando mi nombre detrás de mí. Me sorprendía no verlo de la misma manera que yo y, a pesar de no tener demasiado tiempo junto a Isabella, este era el momento en el que mis ojos se estaban abriendo por completo y me estaba dando cuenta de que aquella castaña inteligente y desvalorada por las personas más importantes de su vida era lo que más me interesaba conservar en estos momentos, por lo que no me preocupaba por si las demás personas estaban viendo mis ojos hinchados por reprimir las lágrimas de frustración que ahora mismo comenzaban a ser un problema para mí.

Odiaba el hecho de tener que pasar por un proceso de pérdida de nuevo, odio que todas las personas a las que les empiezo a tomar relevancia sean dañadas, es como si cada persona importante para mí estuviese destinada a sufrir por algo, o a irse sin más, y me afectaba como el demonio.

Mi respiración era incontrolable gracias al ejercicio anteriormente ejecutado, agregando la presión insoportable en mi pecho y garganta, lo cual hacía que se me fuese casi imposible hablar.

Me detuve frente a la mujer detrás del ordenador, quien quitó su mirada del aparato para centrarla en mí, mirándome extrañada.

-Buenas tardes, ¿puedo ayudarte en algo? -cuestionó la chica sin apartar sus ojos de mí. Su voz se me hacía casi inaudible y comencé a marearme de a poco, por lo cual cerré los ojos con fuerza, sosteniéndome del mostrador. Mi pecho dolía un poco, pero traté de ignorarlo y centrar mi atención en la rubia frente a mí -O-oye, ¿Te sientes bien?

-Estoy... bien. Solo... estoy un poco cansado -dije en voz baja aún sin abrir los ojos. Mi cabeza se sentía pesada al igual que mis ojos, era bastante extraño para mí sentirme de esa forma, puesto a que todos los días voy a correr y luego al gimnasio, jamás he tenido problemas con el esfuerzo físico -Necesito ver a Isabella Fairchild de diecinueve años, ha sufrido un accidente automovilístico hace unos minutos.

La mujer tecleó algunas cosas en el ordenador mientras yo sentía que en cualquier momento iba a desplomarme en el suelo. Sin poder evitarlo, una de mis manos tomó lugar en mi pecho, donde dolía con más intensidad, pero traté de ignorarlo retomando mi postura antes de que el dolor se hiciese presente.

Sentí la mirada de la chica centrarse en mi rostro, luego decidí mirarla con ansiedad.

-Tercer piso, habitación doscientos sesenta. Sufrió la ruptura de su antebrazo izquierdo, un fuerte impacto en la cabeza y algunos morados y rasguños, pero está bien, nada completamente grave, está fuera de peligro en lo absoluto -explicó con rapidez. Tomando una gran bocanada de aire al finalizar.

Sentí que un peso se me quitó de encima. Mis hombros se relajaron al instante en que escuché que estaba bien, aunque no me alegraba porque, de igual forma, había salido lastimada. De alguna manera me importaba más aún.

-Gracias -dije en un tono casi inaudible, dedicándole una pequeña sonrisa a la rubia, quien no se molestó en devolverla asintiendo.

Me giro sobre mis talones dispuesto a buscar a mi chica. Necesitaba ver con mis propios ojos que lo que le había pasado no era muy grave, aunque me preocupaba de sobremanera el motivo del accidente, esa era la segunda razón más grande.

Justo cuando estoy por tocar el botón del ascensor, siento unos pasos rápidos en mi dirección, los ignoro sólo hasta que siento como me toman por el hombro. Me giré de inmediato, observando a una chica de baja estatura, sus ojos azules me miraban empañados gracias a las lágrimas. Mis ojos vacilaban sobre sus mejillas, donde reposaban algunas lágrimas casi secas. La chica no podía controlarse y yo no la conocía en lo absoluto.