CAPÍTULO 4

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A la mañana siguiente me desperté con un terrible dolor de cabeza, giré el rostro a mi alrededor y reconocí aquel lugar como mi horriblemente feo cuarto.

Decidí no pensar en lo sucedido la noche anterior.
Luz rosada dado el color de las paredes me reflejaba en la cara.
Recordé las palabras que había tenido con mi amigo Nathan por la noche y formulé una sonrisa.
Abrí las puertas de mi armario y hice una mueca de disgusto.
Hoy iba a ser un día nuevo, hoy iba a ser yo, yo y nadie más.
Bajé las escaleras y cogí una gran bolsa de basura, guardé toda mi ropa y a continuación, me vestí con unas mallas viejas y una sudadera gris.
Agarré las llaves de mi camioneta vieja y dejé una nota en la puerta de la nevera: Divertiros en vuestro viaje de negocios, nos vemos cuando hayáis resuelto vuestros asuntos. Besos, Noah.
Satisfecha con lo liberada que me había sentido de escribir esa nota, arranqué mi coche en dirección a la tienda de segunda mano.
Al llegar al lugar, con una seguridad poco propia de mi hasta el momento, entré con una gran sonrisa.
Una amable señora, con cabello gris y gafas me atendió rápidamente.
-Hola cielo, ¿Qué puedo hacer por ti?
Preguntó con una sonrisa afable.
-Me gustaría saber cuanto me daría por toda está ropa. Contesté educadamente.
La mujer abrió la bolsa y hecho un vistazo con los ojos como platos.
-Madre mía... Murmuro.
Cuando se percató de haberlo dicho en voz alta se sonrojo levemente.
-Diría que más o menos unos 3000 euros.
Yo asenti emocionada tendiendo la mano para recibir el pago.
Después de todo, si era cara la ropa que Beau me había comprado.
Ella rebuscó en la caja registradora intentando buscar cambio de monedas tan grandes, cuando un chico de más o menos mi edad, que me resultaba vagamente familiar apareció de la trastienda.
-Mamá, ¿Quedan cereales? Preguntó restregandose los ojos, adormilado.
Llevaba unos pantalones grises sueltos colgados de las caderas, sus brazos eran musculosos y firmes. Y su piel morena.
Su cabello marrón caía con pequeños tirabuzones por su frente.
No pude evitar atragantarme con mi propia saliva al verlo, joder.
-Nick, ¿Sabes si hay cambio en la caja de atrás? Le tenemos que dar a la chica 3.000. Preguntó su madre recriminandolo con la mirada.
Él pareció percatarse de mi presencia en ese momento y entornó sus ojos azules desde la punta de mis pies hasta mi frente, dandome un repaso.
-Si, acompañame.
Dijo el tal Nick, dirigiendose a mi.
Yo asenti y le seguí por el largo pasillo.
-Así que ¿Noah, verdad?
Dijo de repente sacandome de mis pensamientos.
-Si. Contesté. ¿Cómo lo sabes?¿Eres un loco violador o algo así?
Soltó una pequeña risa.
-Te he visto ayer en el instituto. Soltó simplemente, e hizo una pausa breve antes de continuar. Todos creen que eres la "chica buena" ¿no es así? pero yo te he visto, se equivocan contigo preciosa, llevas un diablillo escondido. Sonrió, dejando entrever sus dientes blancos.
-¿Perdón? Contesté airada. Notaba mis mejillas enrojecidas de la furia que me estaba entrando en el cuerpo.
Pero y este quien se cree.
-Perdonada. Me guiño el ojo. ¿No eras tú la que me dijeron que había entrado al baño de los chicos?
Noté como mi cara se volvía de un color aún más carmesí pero me resigné a contestar.
-¿Se puede saber por que crees que soy una chica mala? Le acuse, cambiando de tema.
El siguió andando por lo que me cruce de brazos frente a él, cortandole el paso.
Su sonrisa se agrando y se acercó un paso más cerca de mi.
-A juzgar por la ropa que has venido a vender. Articuló ignorando mi pregunta. Has decidido que es la hora de que todos se den cuenta. 
Se hecho el pelo hacía atrás y me miró con chulería, cambiando el peso de su pierna de un lado al otro.
Frunci el ceño estupefacta, ¿Tan obvio era?
-¿Que pasa? Continuó ¿Acaso he dicho algo que fuese mentira?
Se mordió el labio y sacó el dinero de la caja, se volvió de nuevo y me lo entregó en la mano que llevaba libre, tomando a su vez mi bolsa.
Dejé correr unos cuantos segundos en los que nos mirabamos parados como estatuas, como esperando a que alguno de los dos atacase al otro, y pillandole por sorpresa, volví a hablar.
-Eres un gilipollas. Le espeté.
Se alejó un paso como si no se esperase esa reacción y yo sonreí.
-Que tengas un buen día.
Su cara denotaba la sorpresa, y yo casi sin poder esconder mi risa, me volví y salí de la tienda despidiendome de su madre con un ademan.

Después de toda una mañana de compras llegué a mi casa con vans, botas y ropa que seguramente mis padres iban a odiar.
Las deposité en el armario, y saqué unos pantoles a rayas negras y blancas, una sudadera de champion gris y unas converse altas blancas.
Retiré mi pelo rubio en una coleta y aplique rimel a mis pestañas. Mis ojos grises se veían casi azules por el contraste.
Sonreí satisfecha al espejo. Ahora sí era yo la que devolvía el reflejo.
Agarré un bolso negro y le mandé un mensaje a Sawyer para que pasase a buscarme. Tenía pensado apuntarme a su clase de defensa, siempre había querido hacerlo, pero mi madre me lo había impedido diciendo: ''Eso es de chicos''. Pues a la mierda, yo estaba muy segura de quien era y ningún esteriotipo me iba a no dejar serlo.
Cuando abrí la puerta de casa encontré a un relajado Sawyer apoyado en la puerta de su mustang.
Me acerqué y le sorprendí por detrás haciendo que pegase un salto.
Yo solté un pequeña risita y el se volvió encarnando una ceja rubia.
-¿Guapa, te conozco? Preguntó sugerente.
Yo pensando que bromeaba le seguí el juego.
-No, solo soy tu mejor amiga desde la guardería. Contesté.
Sawyer parpadeo un par de veces antes de caer en la cuenta de que era yo.
Pero Dios, ¿Tan cambiada estaba?
-¿Noah? Vacilo mientras una gran sonrisa se extendía por su rostro. Estas...estas.
-¿Diferente? Lo sé. Reí.
El agrando su sonrisa y puso una mirada que no supe descifrar.
-Iba a decir sexy, pero también. Yo me reí un poco sonrojada intentando pasar por alto el hecho de que pensase que me veía ''sexy''.
-¡Manos a la obra! Exclamé. Tenemos muchas cosas que hacer, soldado.
Se llevó una mano a la frente y hizo un saludo militar.
-¡A sus órdenes capitán! Gritó con expresión solemne.
Yo me reí y le puse una mano en la boca, ya que la gente alrededor nos comenzaba a mirar raro.
Entre en el descapotable de un salto y le invité a hacer lo mismo.
Dos horas más tarde nos encontrábamos tirados en el parque del centro comercial con hamburguesas extragrandes y batidos de chocolate. Le habíamos puesto un mensaje a Nathan, que no tardaría en llegar.
-No he sido más feliz en mi vida. Murmuré con la boca llena. Me limpié con una servilleta y agarré mi batido para pegarle un sorbo.
-Desde luego hay pocas chicas que coman así, Noah. Musito Sawyer, riendo.
Yo le pegué un empujón y apoyé mi cabeza en su regazo.
-¿Vas a romper con Beau? Preguntó en un susurro.
Yo me enconji de hombros.
-Creo que si. Contesté
Mirando sus ojos verdes.
-¿Crees que si?
Yo asenti.
-Realmente, no se como hacerlo. Admiti, avergonzada.
El acercó su rostro al mío.
-Le dices: eres un prepotente gilipollas y no te soporto. Arqueo una ceja.
Y yo me reí.
-No le voy a decir eso, pobre.
Me empezó a hacer cosquillas yo me sujete de su cuello con las manos.
-¿Me prefieres a mi o él? Susurró cerca de mi boca.
Mi pecho comenzó a subir de arriba a bajo con rapidez.
-¿A...a qué te refieres? Musite.
De repente me apartó bruscamente y caí de culo a su lado.
-Pero bueno, Noah, ¿Se puede saber que haces? Preguntó la voz de mi amigo Nathan riendose sobre mí.
-Se ha caido. Intervino Sawyer. Ya sabes lo torpe que es.
Le lancé una mirada furibunda y el hizo una mueca inocente, alzando las manos, como diciendo ¿Qué habré hecho ahora yo?
-Uy, ¿Y este cambio?
Me ayudo a ponerme de pié y me dio una vuelta de bailarina.
-Ulalah, si querías un cambio de look haberme llamado tonta. Dijo poniendo pose de diva.
Yo solté una carcajada a la que se me unieron ambos dos.
Nos pusimos a hablar de cosas sin sentido hasta que llego la hora de vuelta a casa.
-Verás mañana cuando te vean. Comentó Nathan, mientras me acompañaba hasta la puerta.
Yo puse los ojos en blanco.
-Me da igual, lo que piense Beau de mi.
Nathan me miró como si fuese un chiste.
-No me refiero a Beau.
Yo alce las cejas con duda.
-¿Y a quién? Pregunté con recelo.
-Todos lo chicos, chicas profesores, ¡Por Dios, Noah no ves lo sexy que es que una chica buena pase a ser la mala!
Me reí como si fueste el chiste más estúpido del mundo.
-Yo no estoy pasando a ser ''la mala''.
Nathan sonrió.
-Eso, ya lo eras bebe, ahora todos lo van a ver. Me guiño un ojo.
Me lleve una mano a la frente y la frote con cansancio.
-Eres tonto. Contesté soltando una carcajada.
-O soy más listo que tú. Gruño.
-No, no.
-Si, si.
Me agarró de las piernas como un saco de patatas.
-¿Ahora quien es el tonto?
Preguntó socarrón.
-¡TÚ! Grité riendome.
Nathan suspiró.
-Eres incorregible, chica.
Yo suspire.
-Venga ya, hasta Sawyer se ha dado cuenta. Yo me sonroje.
El se rió un poco más de mi y se despidió con un beso en la mejilla.
Sin duda, mañana sería un día interesante.

Bad GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora