Una vez en mi casa comí y me duche, cambiandome la ropa del instituto para no estar sucia.
Decidí que lo mejor sería que me lavase el pelo ya que empezaba a oler un poco mal después de los largos e interminables entrenamientos de las animadoras, que se habían tornado un tanto incómodos.
Kelsey, Cloe y Ashley, mis antiguas ''amigas'' no dejaban de ponerme malas caras y de regañarme cuando algo me salía mal. ¿Cómo habían cambiado las cosas, no? Pensé.
Antes me atribuían el mérito de todas las coreografías, que ni si quiera me llegaba a aprender del todo.
Cuando terminé de secarme el pelo, lo alise y ricé ligeramente las puntas.
Sonreí al reflejo recordando mi antiguo aspecto.
¿Qué cara pondrían mis padres al verme dentro de un mes?
Hice una mueca y bufe con resignación.
Prefería no pensarlo por el momento.
De repente mi teléfono móvil comenzó a sonar irrumpiendo en el silencio que habitaba mi casa.
Salí del baño y me tiré sobre la cama para agarrar mi teléfono y frunci el ceño al comprobar que no conocía el número.
¿Y si era alguien que quería gastar una broma?
-¿Hola? Contesté alzando una ceja.
Se oía el sonido de una caja registradora en el fondo.
-¿Noah? Preguntó mi nuevo compañero de física.
Yo me sorprendí, pensé que cuando dijo que le iba a pedir mi número a su primo iba en broma.
¿Por qué tomarse tantas molestias si podía haberse quedado un instante más en el instituto y habermelo pedido a mi?
-La misma, Pearson. Contesté con arrogancia.
El río al otro lado de la línea, casi podía verle rodar los ojos.
Yo desplegué una sonrisa inconscientemente.
-¿Ya ha terminado la empollona de hacer los deberes? Preguntó con sorna.
Yo rodé los ojos, mordiendome el labio con picardía.
-Para tú información, si. Hablé y el río. Y voy a sacar mejor nota que tú.
Agarré un mechón de pelo con nerviosismo.
¿Por qué se hacían siempre tan largas toda nuestras conversaciones?
Él estornudó al otro lado de la línea.
Yo solté una leve risa.
-Me gusta cuando te ries. Confesó Nicolas a lo que yo me sonrojé completamente.
Frunci el ceño.
-Eres idiota. Gruñí.
El soltó una carcajada al otro lado del teléfono.
-¿Soy idiota, por qué me guste tú risa? Preguntó con ironía.
Yo asenti, sin percatarme de que no podía verme y no respondí.
¿Por qué tenía que decir esas cosas?
¿Acaso eran en serio?
No. Me dije. Solo quiere burlarse de ti.
-Eres idiota, por no parar de decirme estas cosas. Hablé con resignación.
Me levanté de la cama y acumulé la pila de libros que había sobre mi cama en el escritorio.
-¿Crees que las digo por qué sean mentira? Preguntó dejándome patidisfusa.
Un libro casi se me resbaló ligeramente de la mano.
Tragué saliva y se me aceleró levemente el pulso.
Se hizo el silencio a ambos lados de la línea.
-Noah. Me llamó de repente Nicolas sacandome de mi ensimismamiento.
Yo me sonroje al comprobar que había estado conteniendo el aliento.
-¿Te viene bien hacer el trabajo el sábado? Caí de nuevo entonces en que solo éramos compañeros.
No le gustaba, ni éramos amigos.
Joder ¿Qué me ocurría?
-Vale. Dije luego de suspirar. Nos vemos en clase, Nicolas.
Noté que mi voz había adquirido un tono amargo, pero lo dejé pasar.
-¿Eh? Contestó. Yo me modi el labio, me sentía una idiota. ¿Noah...?
No llegó a terminar la frase ya que le colgué.
No le quería escuchar más por hoy, o me volvería loca.
Después de un rato todavía dandole vueltas, caí dormida al son de una canción de Taylor Swift.
Me desperté por el sonido de la alarma de mi móvil.
Solté una especie de grito de caballo y la apagué.
No había recordado apagarla la noche anterior, ya que hoy era fiesta y no había que ir al instituto.
Estiré mis brazos y me desperecé soltando un bostezo.
Corrí escaleras abajo y alcancé mi bote de galletas y un bol de leche.
Y me senté tranquilamente en el sofá encendiendo la televisión.
Cuando ube terminado realicé las funciones vitales del ser humano.
Salí a correr, me duché y terminé la montaña de deberes que había en la mesilla de noche.
A eso de las 7, cogí mi móvil y revisé las notificaciones.
2 mensajes de Sawyer, 2 de Nathan y 1 llamada perdida de Nick.
Rodé los ojos, no me apetecía hablar con él.
-Sawyer: Noah, te hecho de menos.
-Sawyer: perdoname enserio, no lo hice aposta.
No entendía porque actuaba de esta manera últimamente.
Siempre había habido química entre los dos, pero ninguno de nosotros se había atrevido a confesarlo nunca, ¿Qué había cambiado?
Vacilé antes de responderle, ¿De verdad era buena idea darle otra oportunidad?
Sonreí, al fin y al cabo no éramos nada ¿No?
-Noah: Vale, no te perdono, pero estoy sola y aburrida.
Una parte de mi quería salir de casa para evitar tener que enfrentar mis pensamientos.
-Sawyer: ¿y si te llevo a una fiesta me perdonas?
Mi sonrisa aumentó.
Allá vamos. Pensé.
-Noah: pasa por mi casa en 10 minutos.
Sabía que en el fondo solo necesitaba desfogarme y seguía un poco enfadada con mi amigo, pero después de llegar a la fiesta me perdería de vista.
Subí escaleras arriba y elegí un vestido rojo que dejaba entrever mi espalda y me llegaba hasta la mitad del muslo.
Me pinté una fina raya encima del ojo y apliqué rimel en mis pestañas.
Por último agarré mis vans como calzado y una chaqueta vaquera por si refrescaba.
Inmediatamente sonó el timbre y unos contrariados Sawyer y Nathan me saludaron desde mi porche.
Arqueé una ceja y Sawyer me dedicó una mirada suplicante como diciendo: "no se lo digas, por favor."
Suspiré.
Nathan, Saw y yo habiamos establecido un estúpido libro de normas cuando cumplimos los 8 años y una niña llamada Karen casi rompe la amistad entre ambos.
Ellos dos se enamoraron de ella al mismo tiempo y aunque ella no quería salir con ninguno, casi dejaron de ser amigos.
Recordé esa época con un estremecimiento.
Yo me sentía en el medio, ninguno quería hablarse y yo tenía que lidiar con su enfado.
Conseguí reconciliarlos y para que aquello no volviese a suceder Nathan nos hizo prometer que nunca antepondriamos a nadie por encima de nuestros mejores amigos, esto incluía obviamente no salir con familiares ni entre nosotros.
Le devolví la mirada a Sawyer entrecerrando los ojos.
-¿Nathan? Sonreí. Creí que solo venía Sawyer a buscarme.
El nombrado se encogió de hombros.
-Me apetecía estar un rato con mi mejor amiga. Admitió guiñando un ojo.
Reí.
-Vaya cursi estas hecho.
El se giró entonces hacía Sawyer y nos miró interrogantes.
-Un momento, ¿Vosotros a donde vais? Preguntó cruzandose de brazos.
Yo con la cara más serena que fui capaz de poner me dispuse a responder.
-Se me había olvidado decirte que hay fiesta en casa de Caleb, a Noah no le va muy bien el coche y me ha pedido que me pasase. Respondió Sawyer, sin apenas parpadear.
Le miré sorprendida ¿Tan poco le costaba mentirle?
Nathan se giró para mirarme, y yo sonreí, sabía que ese instante era definitivo así que traté de actuar lo más natural posible.
-¿Os vais a quedar ahí mirando? Pregunté soltando un gritito ¡Vamos a la fiesta!
Unos veinte minutos más tarde me encontraba sentada en el porche de la casa del tal Caleb con una bolsa llena de bebidas alcohólicas y con una duda en mente.
¿Qué se supone que debía hacer? No quería desmadrarme pero me apetecía soltarme el pelo. Había bebido alcohol otras veces y había visto a mis amigos sobrepasarse acabando en estados lamebtables, me asustaba el hecho de emborracharme y no ser capaz de controlar mis actos.
Sawyer que andaba delante de mi se giró y me dedicó una media sonrisa.
-¿Vienes? Preguntó dubitativo.
Yo asenti y le seguí dentro de la casa.
Pronto un fuerte olor a sudor y a drogas me embargó.
La música estaba tan alta que casi no conseguía oir el ruido de mis pensamientos.
Até mi pelo en una coleta y al divisar al chico y la chica con los que había hablado anteriormente en el instituto corrí a saludarlos.
-¡Hola! Fui capaz de gritar por encima de la música.
Al parecer debí de hacerlo muy enérgicamente porque soltaron una pequeña risa.
Me giré un instante para buscar a Sawyer y a Nathan pero estos ya habían desaparecido por entre la muchedumbre.
Julie y Barren bailaban moviendo la cabeza extrañamente al son de la música y yo les imité riendo.
Eran divertidos, absolutamente nada parecidos a amistades que hubiese tenido antes.
Cuando nos cansamos de bailar ambos tres decidimos descansar un rato en el sofá y hablamos sobre cosas comunes.
Julie que en un principio me había parecido tímida hablaba con fluidez, cosa que según Barren, me confesó que no solía hacer con todo el mundo.
Descubrí que la madre de esta tenía una tienda de trajes, hecho que me hizo ciertamente mucha gracia debido al estilo alocado de mi nueva amiga. Hoy llevaba un vestido negro de calaveras combinado con unas medias de rejilla y una botas masivas.
La admiraba, yo pocas veces había tenido el valor de vestirme sin preocuparme lo que pensasen de mi.
Eso era antes. Me recordó mi subconsciente.
Barren resultó ser también muy simpático pero había veces que se le notaba ausente como si algo muy malo le pasase o le hubiese pasado.
En medio de nuestra conversación escuché un fuerte golpe y la música dejó de sonar dejando a todos los presentes confusos.
Un Leo completamente borracho había intentado arremeter contra Nicolas al cuál yo miré sorprendida ya que no me había percatado de que estaba en la fiesta.
¿Tanto te importa que esté o no? Me recordó mi subconsciente.
Lo mandé callar y me aproximé hasta ellos. Puse una mano entre ambos para crear distancia y separar a Leo del chico nuevo.
-¿Se puede saber que te pasa? Me volví hacía Nick ¿Qué ha pasado?
Leo que tenía el pelo rizado enmarañado encima de su frente se lo intentó apartar como pudo tambaleandose, y me señaló con el dedo.
-Noah. Se rió. Siempre decides confiar en las peores personas. Se acercó un paso a mi y colocó y dedo en en mi nariz, acto seguido se hecho a reir y se alejó de nosotros dando tumbos.
¿Qué había querido decir? ¿Estaría hablando de Nick?
Alguien conectó de nuevo la música y yo miré a Nicolas. El intentaba evitar mi mirada pero me percaté de que un hilo de sangre chorreaba de su nariz.
Ahogue un grito y instintivamente le agarré de la mano. Me sonroje pero no la aparté y tiré de él para dirigirle hasta el baño y curarle la herida.
Se sentó en un pequeño taburete que había cerca del inodoro y yo cogí papel higiénico para después mojarlo y depositarlo sobre su nariz acariciando la herida con suaves movimientos. El hizo una mueca de dolor pero no se quejó.
Aclaré mi garganta.
-¿Y entonces...? Comencé ¿Qué haces aquí? Levanté una ceja, estaba tan ensimismada mirando sus ojos azules que no sabía como empezar la conversación.
Él sonrió ligeramente.
Me aparte un segundo para tirar el papel a la basura y me volvi de nuevo hacía el esperando una respuesta.
-Estás muy guapa. Dijo mirandome de arriba abajo de repente, como si lo acabase de notar.
Me sonrojé levemente y frunci el ceño.
-No me cambies de tema. Le gruñi. ¿Qué haces aquí?
El hizo una mueca y bajó los ojos a mis labios.
-La verdad no te importa. Me espectó.
Abrí mis labios con asombro.
Y él volvió a mirarlos relamiendo los suyos.
-¡¿Qué no me importa?! Grité frustrada ¿Crees que no me importa que hayas venido a mi fiesta a pelearte con uno de mis amigos?
Me crucé de brazos y me levanté de un salto.
El agarró mi mano de nuevo acercandome a él.
-Lo siento, vale tienes razón. Se pasó una malo por el pelo con nerviosismo. He venido para hablar contigo. Habló mirandome directamente a los ojos.
Yo parpadeé sorprendida. ¿Cómo que quería hablar conmigo?
Yo acerqué un poco más mi rostro para mirar sus ojos azules. Hoy traía una camiseta negra ceñida y una chaqueta de cuero. Los pantalones blancos que llevaba estaban rotos y le cogaban de las caderas.
¿Era legal ser tan guapo? Pensé.
-¿De qué quieres hablar? Pregunté entonces acomodandome más cerca.
El se mordió el labio un segundo y acercó su boca a la mía.
-He dicho quería... murmuró agarrando mi cintura con una mano.
Yo frunci el ceño de nuevo.
-¿Qué quieres dec...
No pude terminar la frase ya que su boca se estampó furiosa contra la mía.
Sus labios se movían rápido y cuando su lengua se introdujo en mi boca miles de descargas eléctricas me recorrieron al completo.
Se separó levemente de mi mordiendome el labio y me miró a los ojos.
Yo me encontraba temblando, nunca había sentido nada parecido.
Abrió de nuevo la boca para hablar pero yo me abalancé sobre él de nuevo sentandome encima suyo y tambaleando levemente la silla en la que se encontraba sentado.
Metí las manos por debajo del dobladillo de su camiseta y mi nuevo compañero de física soltó un gruñido.
De pronto llamaron a la puerta, haciendo que callese en la cuenta de lo que estaba sucediendo.
Dejé de besarle y saqué las manos avergonzada. Nick me observó en silencio como si intentase descifrar mi reacción. Pero cogió mi mano y la volvió a situar donde se había encontrado anteriormente.
Con voz ahogada murmuré.
-Está ocupado.
La persona al otro lado de la puerta carraspeo como si hubiese reconocido mi voz.
-¿Noah? Preguntó la voz de Sawyer. Sé que sigues enfadada pero dejame hablar contigo porfavor.
Yo me volví hacía Nicolas con pánico en los ojos y el se puso de pie obligando a que me levantase de su regazo.
Abrió la puerta dando un portazo.
Y sin mediar palabra alguna, salió dejando a un sorprendido Sawyer mirandome con enfado.
Yo tragué saliva.
¿Qué se supone que acababa de pasar?
ESTÁS LEYENDO
Bad Girl
RomanceNoah Thomson siempre fue la chica perfecta, la chica buena, familia ideal, calificaciones impecables, animadora, intachablemente hermosa... Pero, ¿Qué pasaría si llevara un diablo escondido? ¿Qué pasaría si lo sacara a relucir? Nickolas Pearson, muj...