Bienvenida a la realidad

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Caminaba cuidadosamente detrás de mi padre, el sonido del pueblo se podía escuchar, unas pequeñas casas se divisaban y los murmullos, así como el canto ahogado de las aves se escuchaban.

Las personas se juntaban alrededor de las tiendas que se levantaban en el camino, y un conjunto de olores variados llegaban a mi nariz, notaba en ellos diferentes cosas, entonces un olor llamó mi atención, era algo parecido a hierbas medicinales.

Miré a la persona que estaba sentada, tenía una expresión sabia y anciana, con una expresión divertida pasé a su lado tomando la mano de mi padre, esquivaba los transeúntes.

Los que pasaban a su lado después de notarle le miraban con una expresión temerosa, nunca entendí a que se debía esto, su cabello castaño estaba acomodado tranquilamente, y sus ojos filosos observaban a todos a su alrededor.

Rápidamente llegamos a la tienda en la que siempre vendía las pieles y carne de lo que cazábamos, el sujeto que atendía la tienda le miró con una sonrisa, y su mirada después se posó en mí.

– "Vaya que has crecido pequeña, ¿cuánto tiempo ha pasado?"

Con una sonrisa mostrando su desdentado rostro me miraba, sonreí para él y negué con la cabeza pensando que solo había pasado una semana desde la última vez en la que nos habíamos visto.

– "En realidad siento que usted es el que ha envejecido".

Sonriendo irónicamente me miró y mi padre interfirió en nuestra conversación señalando lo que le había traído, con una expresión de sorpresa el sujeto que se levantaba detrás del mostrador me miró.

– "Así que la pequeña "M" ha atrapado su primer objetivo" -Asintió mirando la piel tendida en el mostrador-. "Realmente eres una pequeña bastante lista" -Intentó tocar mi cabeza, a lo que mi padre simplemente tomó su mano y negó con la cabeza-.

. . . Sentí algo extraño en mi pecho al ver esa reacción y recordar un momento lo que había pasado. . . pero de inmediato ese sentimiento se desvaneció, y lo volví a encerrar.

Mi padre miraba al sujeto desdentado con una sonrisa mientras este le daba las monedas de cobre y las guardaba en su bolsa, nos despidió con una sonrisa cálida, pero sentía que en su mirada había desdén.

Como si nada hubiera pasado miré a mi padre inquisitivamente y le pregunté:

– "¿Dónde iremos ahora?"

Mi padre me miró un momento y puso su dedo índice sobre sus labios, sabía que eso significaba que el lugar donde iríamos ahora tenía que ser un secreto para madre, asentí con una sonrisa y le devolví el gesto.

Era nuestro pequeño secreto.

Fuimos caminando por las calles bien adornadas, la acera estaba de un color carmín y las casas se iban haciendo de colores cada vez más vistosos, finalmente en una casa que no concordaba con los vivos colores a su alrededor se posó en nuestra vista, y fuimos a esa casa gris.

Cada vez que veía aquella casa mi corazón daba un vuelco y comenzaba a latir con violencia, aquellos recuerdos oprimidos me decían que debía abrir mis ojos, pero no lo hice, apreté la mano de mi padre y sonreí, "debía de ser una niña valiente".

Caminando al lado de mi padre por aquellos largos pasillos, con los rostros de los desconocidos posados tranquilamente en las paredes, que no hacían más que mirarme con desaprobación cuando pasaba a su lado, llegamos a una pequeña habitación.

El hombre de ojos siniestros nos miró y una sonrisa forzada cruzó por su rostro, miró a mi padre y su mirada regresó a mí, con un simple gesto usual, mi padre asintió, tomó mi mano, dijo como siempre un: "Lo siento", sus ojos eran lastimosos y su voz cortada, si no supiera que es lo que pasaría temería que fuese desechada una vez más.

Me abrazó un largo rato y me miró suplicando perdón, apretó ligeramente mi hombro y se fue dejándome con aquel hombre.

"- Despierta".

Cuando me di cuenta estaba de nuevo en aquella celda fría. Un hombre estaba frente a mi esperando a que me levantara. Abrí lentamente mis ojos y todo se volvió de nuevo en aquel mundo gris con ligeros tonos blancos en algún punto. 

- Narrador - 

La chica de ojos grises contemplaba al hombre trajeado con un rostro más bien indiferente. Todo en aquella habitación se encontraba en la misma tonalidad de grises. Lo único que saltaba era aquel traje. 

"No debe entrar ni un rayo de luz". Habían sentenciado cuando encerraron a aquella niña en esa habitación. La miraba, impaciente y ella le devolvía la mirada sin poder saber qué hacía en ese sitio. 

"~ Sabes que es hora"

Le miré con mis ojos cerrados un largo rato y abrí lentamente mis ojos. . .

La frialdad que conllevaba abrirlos me era aterradora, la pared gris y la ventana cubierta era algo que me asustaba, estar en aquella habitación me aterraba, el rezumbar de algo que desconocía a lo lejos.

Bajé mi mirada, mis ojos estaban abiertos en raras ocasiones, miré al hombre frente a mí, era igual al que había visto en sueños, me miraba con sus ojos severos, aunque su sonrisa usual.

"~ Sabe que es hora. Todo el mundo espera a su majestad. " -Con una voz monótona profirió esas palabras y le tendió un vestido ornamentado. 

La chica sintió la bata descolorida que tenía puesta y tomó el vestido que le estaba tendiendo. Se desnudó y permitió que aquel hombre en el mundo gris le ayudase a vestir aquel cuerpo. 

Las marcas de los golpes que recorrían su cuerpo eran cada vez más numerosas, motivo por el cual sus vestidos no podían ser cortos ni carentes de mangas. 

"~ Su majestad sabe que su cuerpo no es solo suyo, es de dominio público. Por tal motivo no puedo permitir que siga haciéndose esas heridas. Si termina sabiéndose que su majestad se causa daño causará un revuelo". 

Asintiendo lentamente la chica tocó las marcas de sus heridas ocultas debajo de su prenda y se colocó lentamente los guantes que tenía destinados a ocultar sus heridas y procurar que nadie hiciera contacto con ella. 

El hombre esbozó una sonrisa y la guió hasta su trono, la sentó con sumo cuidado. Toda la sala se sumió en silencio y a continuación todo el mundo estaba haciendo una reverencia a esta persona. 

- M - 

Esas sonrisas putrefactas estaban ahí otra vez. Olor a vino, hipócrita, repugnancia y desagradable. 

Sentía sus miradas, escuchaba sus charlas, sentía sus sonrisas huecas, corazones huecos, egoísmo, avaricia. . . Y la escena preferida por el vulgo, el tiempo en que tenía que tener contacto con ellos. Guiada por aquel hombre me colocó en medio de aquellas personas. 

Sentí asco, me sentí enteramente asqueada al sentirles. Corrí y corrí. . . La historia de todos los días.

Egoísmo.

Avaricia.

Miedo.

Temor.

Sofocación.

Desesperación.

Huida.

Captura.

Reinicio. 

Miré a mi padre, sonreía como siempre. Le abracé. . . sentía frío. . . no . . . estaba cálido, si, estaba muy cálido. Mi padre siempre está cálido. 

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⏰ Last updated: Jul 16, 2021 ⏰

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Soñando con ser un hadaWhere stories live. Discover now