Capítulo 4- ¿Donde estas?

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Ya había pasado más de un mes desde el campamento y unos diez días desde que Kevin quería hablar con Sami, pero por alguna razón que él desconocía, ella siempre tenía el móvil apagado. No conseguía localizarla por ningún medio. Le había llamado cientos de veces a su teléfono móvil y a su casa, le había enviado SMS diciéndole que quería hablar con ella. Acción que sabía era una pérdida de tiempo, si tenía el móvil apagado no recibiría los mensajes, pero por intentarlo no perdía nada y si lo conseguía ganaba muchísimo.

Deseaba con todas sus fuerzas que después de todo el tiempo pasado ella no le tuviera rencor. Sí, había pasado muchos días hasta que hablo con Max y abrió los ojos, pero ¿sería mucho pedir un poquito de suerte divina y que ella no quisiera mandarme al carajo?

Harto ya de no poder localizarla, de sentirse impotente, decidió ir a su casa a buscarla, a preguntar por ella. Por suerte sabia donde vivía. Un par de años atrás, había ido a sus fiestas de cumpleaños.

Se encontraba enfrente de la puerta.  Estaba nervioso y le temblaban las manos. Por fin sabría de ella. Pico al timbre y espero con impaciencia a que abrieran. Cuando escucho unos pasos en el interior de la casa el corazón le dio un vuelco. Miles de preguntas le pasaron por la mente.

<< ¿Qué le digo?>> << ¿Estará enfadada?>> << ¿Y si la beso directamente?>>

Cuando la puerta se abrió, Kevin estaba como un flan, le temblaban hasta las pestañas. Era la primera vez que se declararía a una chica y no tenía ni la más mínima idea de como hacerlo.

Pero el chasco que se llevó al ver a la persona que estaba en el interior de la casa fue increíble. No sabía quién era. De hecho la cara le sonaba pero no tenía ni idea de porqué. Era una mujer alta, de pelo castaño oscuro y rizado, con gafas y delgada.

-Hola- dijo esta – ¿en qué puedo ayudarte?

-Estaba buscando a Isamar ¿Podría decirme dónde encontrarla?

-Ella esta…. Se ha tomado unas vacaciones prolongadas… tardara bastante en volver. Yo soy Teresa la madre de su amiga Aroa estoy cuidándole las plantas mientras la familia está ausente.

Kevin se quedó petrificado. “¿vacaciones prolongadas?”¿A qué se refería?

-¿podría decirme como localizar a su hija? me gustaría hablar con ella- dijo Kevin ya desesperado de tener que dar tantísimas vueltas para poder hablar con su Sami. Ya recordaba de que le sonaba Teresa. De las fiestas de cumpleaños de Sami. Ella había ido allí con su hija y Aroa era una de las mejores amigas de su amada. Seguro que ella le ayudaba a localizarla.

-Pues ahora mismo debe de estar en la calle… seguramente está en el parque del árbol caído a tres calles de aquí. Pero si quieres que le diga algo no hay problema- acabo la mujer con una sonrisa. Con esa actitud se veía lo buena persona que era. Le caía bien a Kevin.

-No hace falta, yo la busco. Gracias Teresa ha sido muy amable- y sin decir nada más puso rumbo al dichoso parque del árbol caído.

Se sentía como un buscador de tesoros. Una pista le llevaba a otra y esa otra, a otra más. Para al final, con suerte, poder encontrar su tesoro. Su Sami.

Caminaba hacia su destino cabizbajo. Se estaba empezando a desilusionar. La idea de besar a su chica cada vez la veía más remota. Pero tenía que seguir luchado. Quien algo quiere algo le cuesta. Encima tenía ese remordimiento de conciencia por haber tardado tanto en decidirse. ¿Y si por esa tardanza la había perdido?

Iba tan ensimismado en sus pensamientos que ni se dio cuenta de por dónde caminaba, hasta que choco con alguien y eso le hizo caer al suelo.

-Aprende a caminar o mejor quédate en casa- dijo la chica mientras se levantaba. Era alta y delgada. Llevaba una gorra, pero se podía ver que tenía el pelo castaño oscuro y largo recogido en una trenza. Vestía pantalones bombachos y una camiseta con unas calaveras muy raras. No fue hasta que Kevin vio sus ojos azules cuando se dio cuenta de quién era.

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