capitulo 7- Un nuevo amigo

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Sami se encontraba sentada en la mesa de la cocina, no podía aparta la mira del hombre que tenía delante, el cual devoraba un enorme plato de comida. Después de conocerse, hacia ya, media hora en la puerta de su casa, lo invito a pasar. Le pregunto si tenía hambre y ante la respuesta afirmativa de Edgar le ofreció algo que Emilia, la cocinera, había preparado el día anterior.

-Pues sí que tenías hambre- afirmó rompiendo el silencio tan incómodo que se había formado -¿Cuánto llevabas sin comer?

-Desde la cena de ayer- respondió, con esa voz grave que ponía los pelos de punta a Sami –Al despertarme esta mañana he venido directo hacia aquí, no me ha dado tiempo de picar algo.

Después de la aclaración el incómodo silencio se volvió a adueñar del lugar. Sami no savia que más decir para romperlo, Edgar estaba tan concentrado engullendo lo poco que quedaba en su plato que no decía nada.

-Y… ¿has venido en moto?- preguntó ella. Aunque luego se arrepintió de hacerlo, si traía un casco era porque tenía moto. Que traicionero era el silencio a veces.

-Sí, es la Honda VTR 250 que hay fuera, por cierto la he dejado en la entrada, no he visto ningún sitio donde pueda dejarla por aquí- por primera vez desde que Sami le dio el plato de comida, él levanto la vista y la miro -¿te gustan las motos?

<<Uff, por fin comenzamos una conversación>> pensó Sami dando un largo suspiro que Edgar capto al instante.

-No te gusta el silencio ¿verdad?- comentó burlón mientras se levantaba de la mesa, recogía su plato y lo metía dentro del lavavajillas –Pues no te preocupes que a mi tendrás que mandarme callar, hablo hasta por los codos y más con la gente que me causa buena impresión y… -se giró para mirarla de frente  -no es por hacerte la pelota porque seas mi jefa ni nada de eso, pero de momento me caes bien. Quien me iba a decir a mí que mi jefa sería más joven que yo- comenzó a reírse por ello- Vamos ven, te enseñare mi tesoro más preciado- agarro a Sami de la mano y se dirigió afuera a enseñarle su moto –Te daría una vuelta en ella pero en tu estado… Creo que no es lo más conveniente- explicó cuando ya estaban delante de ella.

Sami admiro la moto, era preciosa, de color negro y estaba limpísima, se notaba lo mimada que la tenía su dueño. No pudo evitar pensar en lo bien que se vería Edgar montado en ella.

-Es muy bonita, quizás dentro de unos meses cuando el bebe nazca me puedas dar un paseo- dijo mirándolo con una sonrisa en el rostro.

En verdad se moría por dar esa vuelta, se imaginaba a ella misma montada en esa impresionante moto agarrada a la cintura de él tocando, un poquito, los abdominales que estaba segura tendría. Un intenso calor se apodero de ella en ese momento. Las hormonas junto con su imaginación le habían jugado una mala pasada. Necesitaba despejarse un poquito, separarse un momentito de él o tomar un baño de agua fría. Claramente escogió la primera opción.

–Te voy a enseñar tu cuarto, así te instalas.

Después de eso, le llevo a la primera planta y le indico donde se encontraba su habitación. Momento en el que Sami aprovecho y fue al baño a mojarse la cara. Lo que le acababa de ocurrir no le había pasado en mucho tiempo. La última vez fue con… cambio rápidamente de pensamientos e intento convencerse a si misma de lo ocurrido.

Edgar estaba como un tren, era un dulce para cualquier mujer de cualquier edad y ella ya había experimentado las delicias que se pueden realizar con el sexo opuesto, lo placentero que puede llegar a ser y para que mentir, lo echaba en falta. Solo había disfrutado de ello tres noches de su pasada vida, con una persona que, en su momento no cambiaría por nada del mundo, pero que actualmente no quería recordar. De eso, hacía ya muchos meses y si mezclabas sus revolucionadas hormonas con su frustración sexual, pasaba lo que pasaba. El primer chico buenorro que veía producía que su sangre hirviera.

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