EPÍLOGO

421 41 10
                                    

Los personajes no me pertenecen exclusivamente a sus creadores. Mundo alterno época actual. Historia irreal y fantasía.

EPÍLOGO

Cuando Albert fue ha buscar, a Candy tocó y tocó, como nadie abrió, se preocupó demasiado, así que sacó su llave, llave que le había entregado Candy un tiempo atrás. Después de intimar su compenetración y confianza se intensificó.

Albert entró y al poner un pie en el interior, sintió una frialdad, su corazón sintió que se había ido. Entró como desesperado buscando en todas las habitaciones y nada.

Llegó a la habitación de Candy, a la que fuera testigo de tantas entregas donde Albert la hiciera su mujer. Vio que había sacado algunas cosas. Se sentó en la cama, se tomó el cabello con ambas manos.

- No, Candy... ¿por qué no me esperaste? Tenía que explicarte. Decía Albert con dolor. Levantó la vista y vio escrito algo en el gran espejo de su tocador. Había unas palabras escritas con un plumón negro.

" Albert, por tu bien no me busques, te amo pero no podemos estar juntos, así como tu ocultaste cosas, yo también a ti... aunque lo mío es difícil de creer, mi secreto puede joder la vida de los tuyos, si no es que ya lo hice... quise parar juro que quise, pero no pude hacerlo... siempre supe que no existía un nosotros, te amo Albert eso es una gran verdad, y por que te amo, no quiero dañarte, no me busques".

Albert al leer esto se le hizo confuso todo, a que se refería con ese secreto y de que puede joder la vida de los tuyos.

- No, mi vida... tú no me puedes dejar así, te buscaré y juro que te encontraré. ¡Eres mía! Sólo mía... dijo Albert decidido. Estaba muy molesto con su padre.

- Padre, esto si no pienso tolerarlo, me vas a escuchar, ahora si no me importa nada, Candy es más importante que todo. Salió decidido a enfrentar a su padre. Y te buscaré Candy te encontraré y jamás te irás de mi lado, no se que secreto ocultes, pero tu y yo estaremos juntos. ¡lo juro! Albert fue directo a la mansión nada más llegar fue abordado por Linda.

- Hola mi amor, que bueno que llegas, debemos ponernos de acuerdo con lo de la noche de compromiso y quiero que...

Albert venía tan enfadado, enfrentaría a su padre pero antes entraría a su habitación y haría sus maletas, había decidido abandonar la mansión esa misma tarde. Pero Linda se había atravesado en su camino.

- Sigues todavía con la idea de que, tú y yo nos ¿casaremos? Eres tonta o te haces, dime, ¿cuantas veces necesito decirte, que tú y yo no estamos comprometidos? Hasta ¿cuándo vas a continuar con está farsa? Dímelo. Linda se quedó sorprendida le su respuesta.

- Tú padre...

- Mi padre, ¿qué? Preguntó Albert.

- Tú padre dice que... Sólo balbuceaba Linda.

- ¡Mi padre nada! no pienso casarme contigo, ni ahora ni nunca, ¡grabatelo! No te amo y nunca lo haré... yo estoy con otra mujer y solo con ella, me casare. Albert decidido.

- ¿Quién diablos te te crees? ¿Por qué me hablas así? Dijo Linda enfadada.

- Me preguntas ¿quien soy? Soy un hombre enamorado pero no de ti. Así que tu y yo nada. Lo siento no te amo. Dijo Albert. Subiendo ya las escaleras. Entró a su habitación, metió lo más indispensable en una maleta, tomó sus ahorros, bastantes generosos, podría sobrevivir un tiempo en lo que buscaba a su necia mujer. Todo lo hizo en tiempo récord.

Bajo y se disponía a salir, pero su padre salió a su encuentro, Linda ya lo había informado de todo.

- Albert, espera. Ordenó su padre. Albert, se detuvo.

MALDICIÓN DE LUNA LLENA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora