capitulo 2

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Andrea Del Junco P.O.V

Mi nombre es Andrea Del junco, soy la mayor de tres hermanas. La más seria y responsable: Sofía, es quien me sigue, mi hermana del medio, la que más ama el campo, la más paciente y simpatica . Ella siempre quiso seguir el legado de papá, pero mamá nunca la dejo, ya que decia que ese debía ser el lugar de un hombre. Sofía es veterinaria en nuestro rancho, está casada con Leonardo Montalvo, y viven en la misma casa con nosotros. La verdad es que Sofía se casó con Leonardo más por orden de mi mamá, que por otra cosa. Su única condición para aceptar ser su esposa, fue seguir viviendo con su familia. A Leonardo la condición de Sofía le pareció justa y jamas se hizo problemas por esto. Ellos llevaban muy poco tiempo de conocerse y apenas si estaban saliendo cuando dieron ese paso tan grande. Mi madre le pareció la mejor decisión y Sofía creyó que tenia razón. La convencio de que era lo mejor para ella, apoyarse en un buen hombre. Muy pronto, tendrán su propiedad en el rancho de mi familia. Para eso contrataron a los hermanos Gallardo, con el fin de terminar la construcción de esta casa. Irina, mi hermana menor, es la más loquita y divertida de las tres. Ella me hace enfadar mucho a veces, porque lo cierto es que es muy rebelde y quiere ir a su gusto y hacer lo que le da la gana. Yo, en cambio, no concibo esa forma de ser de ella. Siempre he respetado mucho a mis padres y he hecho todo lo que ellos me han pedido que hiciera. A pesar de que nos la pasamos peleando, Irina sabe muy bien que es mi debilidad. Yo no podria vivir sin consentirla y, muchas veces, se aprovecha de eso. Es la alegría de la casa y la consentida. También es la que más novios ha tenido. Siempre se está metiendo en problemas por andar de coqueta. Esto es algo que en más de una ocasión le he reclamado. Pero ella pasa de mi y no me hace caso. Ella dice que jamas aceptaría que mamá le impusiera un matrimonio como hizo con Sofia. Ella quiere tener muchos novios y disfrutar de muchos romances antes de pensar en comprometerse seriamente con alguno. Dice que es lo más aburrido que hay y yo insisto con que ella solo habla por hablar. En el fondo, espero que Irina se enamore de verdad y elija un buen hombre para compartir la vida. Porque creo que el matrimonio es condición esencial para que algo ande bien. -¡Seguramente si mamá te buscaria marido como hizo con Sofia tu tampoco dudarias en hacerle caso!- protesto una vez, en una de nuestras tantas discusiones. - ¿Y porque no? Mamá no se equivoco con Leonardo, ya ves que no hay mejor marido para Sofi que él. Siempre la está tratando como una reina y Sofi debería estar agradecida de eso- le respondi, muy segura. - Yo no creo tanto en Leonardo- soltó, como siempre, hablando mal de él- y Sofía fue una tonta en casarse con alguien que ni conocia. Pero yo interrumpia cualquier intento de Irina por sabotearlo. No dudaba que Irina solo hablaba por hablar. Siempre estaba buscando llevar la contraria. Yo no podia decirle mucho tampoco. No estaba casada y no era algo de lo que pensara. O, al menos no por ahora, tenia otras preocupaciones como mi trabajo en el rancho como administradora. Aunque, como decia Irina, tampoco era algo a lo que me iría a negar. Si mamá tenia un buen partido para mi, no dudaría jamas en su buen criterio y palabra. Estaba pensando en eso y en su insistencia porque aceptara una salida con el sobrino de Miranda Saldivar, recién llegado a Houston, cuando golpearon la puerta. Era Samuel Gallardo, uno de los obreros que estaban construyendo la casa de Sofía y Leonardo. - Adelante- dije, muy seria. Estaba furiosa con ese irresponsable. Me tenia loca con sus impertinencias, sus llegadas tardes y, sobre todo, con ese airecito de grandeza que se gastaba y su falta de respeto. ¿Cómo se atrevía a contestarme o llevarme la contraria? Ningún peón me había tratado con tanta altanería hasta ese momento. ¿Quien se creía que era? Yo era su patrona, ¡él debía obedecerme a mi! Y no pretender voltear las cosas. - ¡Llegas tarde, Samuel Gallardo! Espero tenga una justificación muy importante para aquello. Me miró con esa miradita soberbia, la cual me generaba bajarle los humitos al instante. -¿Acaso no le dijo mi hermano Arturo que estaba en el médico? ¿O es que se le olvidan las cosas, señorita Andrea?- respondió, el descarado. No había dudas que no nos soportabamos pero, al menos, podia hacer un pequeño esfuerzo en disimularlo. - ¿¡Como me contestas asi, grosero!?- le inquirí, poniéndome de pie en mi escritorio y alzando la voz. -Lo siento- contesto él, como si hubiera notado que se había excedido- es que no tuve una buena mañana. Discuti con Patricia antes de venir para acá, y para colmo, al llegar, tuve una pequeña molestia con mi hermano Flavio. -¿Patricia? ¿Asi que Patricia?- pregunte, no pudiendo disimular mi enfado- y dígame una cosa, señor Gallardo, ¿Siempre trata a su médico con tanta familiaridad? ¡Hasta el nombre se sabe! Samuel se puso pálido, empezó a ponerse nervioso, como si se hubiera dado cuenta que, nuevamente, la había liado. - Es que...ella es...- balbuceo. -¡Yo no se que sea ella pero usted es un completo tonto!- le grite, furiosa- y mejor que desaparezca de mi vista. Una más y le juro que está vez si se queda en la calle. -Señorita Andrea, disculpe, es que....- quiso explicarme pero no lo deje. -¡Salga ahora mismo de mi vista!- le pedí, ya no toleraba ni siquiera verlo. Él muy insolente siguió insistiendo, hasta que fastidiada al hartazgo prácticamente le rogué que se largara a su trabajo. -¡Por Dios! ¿¡Como es que hacia para alterarme tanto!? Me trizaba los nervios. Lo vi como salia murmurando algo y pateando cosas. Eso me dio gusto, adoraba no ser la única molesta con la situación de tener que cruzarnos y vernos a los ojos. 

Tierra de Reyes- SamdreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora