Andrea Del Junco P.O.V
¡No lo podia creer! Samuel y yo habíamos tenido una cita en el lago. Él se había animado a pedirmelo y yo estaba que brincaba por dentro de la emoción. La verdad era que nunca creí que Samuel se hubiera animado a pedirmelo. Si bien nuestra relacion habia cambiado desde aquella vez que me ayudo en mi primera y única borrachera. No pensé que todo fuera a surgir de ese modo. Tan inesperado, tan mágico. Me cito en el lago y conversamos un poco de nuestros respectivos hermanos y sus locuras. Lo cierto era que me moría de ganas de que Samuel me besara y, finalmente, lo hizo. Me tomo en sus brazos y me beso. Fue un beso hermoso, precioso. Sentía como sus manos actuaban tímidamente, como si me cuidara todo el tiempo, como si no quisiera faltarme el respeto nunca. Sus labios también eran suaves, delicados. Incluso cuando todo se puso más intenso. Fue un momento muy bonito, que no voy a olvidar nunca. Me invito a jugar un juego que hacia con sus hermanos y padre de niños. Lo llamaba "jugar a los patitos", y consistia en tirar piedritas que daban saltitos sobre el agua, la piedrita que llegaba más lejos era la que vencía. Yo me reía mucho, lo cierto era que era un desastre. Pero no me preocupaba en lo absoluta, siempre había sido mala para las destrezas. -Los juegos, al igual que los deportes no se me dan muy bien, Samuel- me excuse. Él me hecho una sonrisa enternecida: -Sera mejor que siga eligiendo los números, señorita- bromeo, divertido. -No sirvo para las competencias- deduje- pero, de todas formas, me gusta jugar. - Y a mi me gustan sus juegos y sus besos- soltó, el descarado. Me rei. - ¿Así que te gustan mis besos porque son juegos?- pregunte, sorprendida. - ¡No! Claro que no. Yo no dije eso- se explico- a mi me gustaría que esto sea todo menos un juego, señorita Andrea. Me gustaría ir de verdad con usted. - ¿Ah, si?- pregunte, sintiendo como me rodeaba con sus brazos y me tomaba por la cintura. - Si- respondió, poniéndose serio- yo a usted la quiero, y para algo real. Me eche a reír, de los nervios. No podia creerlo. Era todo tan sorpresivo. - Samuel, ¿de verdad lo dices?- quise saber- es que, hasta hace unos días, tu y yo nos llevabamos fatal. Y tu estabas enamorado de la cantante esa- no quería hacerlo, pero tuve que recordarsela. - Lo mio con Patricia fue una estupidez- respondió, muy seguro- nunca debí deslumbrarme con ella. Nunca fue la mujer que pedí, la mujer que pense que era. Estaba loco, pero usted me devolvió la fe, señorita. Usted hizo que yo volviera a creer en el amor, que volviera a pensar en enamorarme sinceramente, limpiamente, sin juegos. Lo mire aun más asombrada todavía. - Samuel, ¿Tu crees que tu y yo podíamos funcionar? Digo, es muy loco todo esto, es tan loco que aun no me lo creo. Yo...- Samuel me cayo con otro beso. -Señorita Andrea, por favor, créame- me pidió- se que estaba en cualquier parte antes, se que nunca antes estuve donde debí haber estado. Pero me di cuenta, usted me gusta desde que la vi. Yo la quiero, señorita Andrea, me importa. Confíe en mi, por favor. Me sentía extraña, no sabia si ya era la hora de realmente brincar y festejar, de despojarme de una vez y por todas de las dudas, o realmente tenia que seguir yendome con cuidado. - Samuel, si tu y yo nos queremos, si esto es cierto, deberá pasar el tiempo para que realmente se sepa que tan real es. ¿No crees? Él me sonrió. - Pero- seguí diciendo- por lo pronto, tu deberías dejar de llamarme señorita, digo, deberíamos dejar el usted y empezar a tutearnos, ¿ no crees? Él estuvo de acuerdo conmigo en eso. Y prometo hacer un esfuerzo para dejar de decirme Señorita Andrea y ser solo Andrea de ahora en mas. Seguimos besándonos, y yo creia que me iba a volver adicta a sus labios. -¿¡Que!?- pregunte, sorprendida en un momento, cuando había hecho silencio y no dejaba de mirarme- ¿que pasa, Samuel? Él sonrió y me vio con mucha ternura: -Es que me encanta su sonrisa, señorita Andrea- disculpe, dijo luego, notando que le costaba no llamarme asi- es que tiene... tienes la sonrisa más bonita del mundo. Nunca había conocido una chica tan linda como usted. Tan natural, tan sana. - Samuel, y yo nunca antes había conocido a un chico tan guapo, con la mirada y los labios más seductores de este mundo- dije, sin poder resistirlo. Samuel echo una carcajada. - Andrea, las cosas que dices- río- aún no puedo creermelo. Me parece que en cuanto regrese a mi casa, voy a pedirle a Flavio o Arturo que me pellizquen, porque debo andar soñando. -No es asi, Samuel- respondi, muy segura- la que debe andar volando entre nubes soy yo. Porque, de verdad, eres el chico más tierno y lindo del mundo. - Mi loquita hermosa- suspiro. No se cuanto más continuamos besándonos. Hasta que le recordé que debíamos regresar. Él con sus hermanos porque se irian con su camioneta del rancho hasta el otro dia. Y yo a terminar de ordenar mis carpetas y demas archivos que había dejado olvidados. -Tengo que seguir trabajando- dije- termina la jornada laboral pero para mi aun no finaliza el dia. Samuel puchereo y yo me rei. - Hasta mañana, novia mía- dijo, despidiendome con un dulce beso. Yo le regale la más hermosa de mis sonrisas. - Que bonito suena en tus labios, Samuel- dije- ahora eres mi novio- afirme. Ni yo me lo podia creer. Regrese de lo más feliz al rancho. Por la noche, Samuel me llamo a mi celular y no se cuanto estuvimos hablando. A los dos se nos hacia difícil colgar. Era algo tonto porque sabíamos que nos veríamos al otro dia, pero, aun asi, era tan lindo escuchar su voz y que me dijera que me extrañaba...
ESTÁS LEYENDO
Tierra de Reyes- Samdrea
Romance¿Que sucede cuando el verdadero amor se oculta tras la apariencia del engaño? ¿Que pasa cuando la persona que crees odiar es en realidad tu otra mitad? A veces el amor no se presenta a primera vista, sino que permanece escondido, ansiando esa oportu...