Capítulo 3

1.6K 56 0
                                    

                                                                         Samuel Gallardo P.O.V

Regrese al trabajo echo una furia: -Tranquilo, Samuel- me pidió Flavio, divertido- vas a hacer un agujero en el piso si sigues echando vueltas sin sentido con tanta furia. -¡Ya no la soporto, Flavio!- protesto- es una bruja amargada de lo peor. No hay modo de comunicarse con ella. Parece un cubo de hielo, ¡Una pared! Es que eso es lo que es, un muro. Flavio se reía, no pudiendo disimular la gracia que le daba que la patroncita me pusiera asi. -Ya, Samuel, no exageres- refuto Arturo- tampoco es para tanto, hombre. Es severa y estricta, pero tu problema es que en vez de encontrarle la vuelta la vives provocando aún más. Se más inteligente, no la agites. - Lo que pasa es que la lleva contra mi- insistí- siempre está controlando todo lo que hago y ¡Asi no se puede! Hay que ver lo que desayuna, de seguro se intoxica con limón y agua hirviendo. Flavio volvió a reír: - ¡Ay, Samuel, es que se te ocurre cada tarugada ¿Porque mejor no dejas de repelar y te pones a trabajar? Agarra una pala de vez en cuando que no hace nada mal, eh. Lo que pasa que te haces bien el tarugo para no trabajar- observó. - ¡Ya estoy harto! Ademas, este sol me está matando. Esto es un agujero y asi no se puede seguir- les hice notar, y luego no pude evitar soltar- tengo que conseguir algo bueno para poder darle la vida que Patricia se merece. Si no hago eso me va a dejar- Arturo suspiro, vi como su comentario lo molesto a lo grande, como si lo hubiera herido profundamente. Flavio echo otra de sus sonrisas sarcásticas. Sabia que cuando mi hermanito menor me echaba una mirada tan maquiavélica era porque algo se estaba tramando. - No me mires asi, Flavio- le pedí- si no consigo llenarme de dinero, Patricia jamas va a dejar a Ulises. - Eres un tarugo, Samuel- noto, para fastidiarme nuevamente- esa mujer no te merece. ¡Entiendelo! Es solo una interesada. -Da igual, si estoy harto y no te importa- proteste- ademas, este sol me está matando de sed. -Mira, hablando de sed, creo que te llego el tiempo de calmarla- señaló Flavio. En ese momento, la menor de las Del Junco, Irina, se acercaba a nosotros de lo más simpática. Traía tres botellas de cerveza heladas, para cada uno. - ¡Dichosos los ojos que te ven!- exclamó Flavio, tomando la primera cerveza, mientras se derretía por la blonda, ojiverde. - ¡Ja! Baboso, no dejas de echar piropos y fastidiarme. ¿Acaso crees que soy un objeto, verdad? ¿Como me llamaste el otro dia? ¿Muñeca?- recordó, con aire irónico- fijate que yo no soy muñequita de nadie, y menos de un ordinario como tu. No pude evitar reírme. Llevaba tanto tiempo intentandosela ganar y lo más gracioso era que se paseaba con sus amiguitos por el rancho, o se iba a nadar en la piscina con alguno de ellos, en cambio, a mi hermanito no le daba ni la hora. -¡Que mala suerte tienes!- dije, por lo bajo, divertido. -En cambio, ese no seria tu caso, Samuel- dijo, sin podérmelo creer, echandome una sonrisa seductora. No podia ser, la rubia me estaba coqueteando. Trague saliva. -Gracias por las cervezas- respondi, algo nervioso. Miro a Flavio y luego me guiño el ojo y se despidió. Flavio estaba molesto y yo demasiado divertido. - Parece que te está buscando pique- deduje. - No, Samuel, ¡Que va!- aseguro él, incrédulo- a esa le gustas de verdad. La pesque varias veces echandote el ojo. - Ah, pero a mi no me interesa- le afirme- yo solo tengo ojos para Patricia, y lo sabes. Flavio suspiro y luego me echo el brazo en el cuello: -Samuel, no seas tarugo, esa rubia anda loquita por ti. Es nuestra oportunidad de salir del pozo en donde andamos, tonto. Le solté una mirada confusa, en señal de que no entendía ni papa de lo que hablaba. - ¡Es millonaria, Samuel! Despiértate- me avispo- es nuestra oportunidad. Imaginate casandote con una heredera de esas. Nos llenariamos de dinero. Dejaríamos de sufrir en este lugar de espanto y, en cuanto a ti, podrías estar con Patricia a tus pies. La tendrias rogandote y tu por supuesto, la mandarias a volar y te vengarias de ella y de todo lo que te hizo. Ahora si estaba seguro que mi hermano estaba borracho: - ¡Flavio, como dices algo asi! Yo nunca dejaria a Patty, ella es mi todo. Patricia no lo ha dejado a Ulises aún pero porque él le ha dado todo. Es a mi a quien quiere y es conmigo con quien al final va a estar. En cuanto a Irina, Flavio, yo jamas le haria algo malo a esa señorita. Se nota que es una muy buena persona. ¡Que va, Flavio! Ni siquiera a la pesada de su hermana Andrea le haria algo asi. No se lo merecen- le hice ver. -¿Y que tiene de malo, Samuel?- quiso saber, él- imagínate que Irina y tu salieran enamorados. Cayetana Del Junco, su mamá, no tendría más remedio que aceptar esa relación, y por lo que he visto de como es, no dudaría ni tantito asi, mira, ni un poquito, en casarlos. Ahora si me solté de mi hermano: - ¡Que estás chiflado, hombre! Ni loco, ya te le dije, ni siendo el más tarugo haria algo asi. No voy a dejar a Patricia, nunca. No la voy a traicionar con ninguna- le recalque, enfadado. -¡Estás menso, Samuel!- insistio- definitivamente eres bruto. - Y tu eres un interesado, Flavio. Un ventajero. Yo voy a convencer a Patty con mi amor. Le voy a demostrar que soy mejor que Ulises, que solo la trata mal. Mucho mejor. Flavio echo otra de sus risotadas: - ¡Que tarugo, Samuel! De veras que ni siquiera pareces un Gallardo, esa mujer nunca va a dejar a Ulises Montero, y a ti, solo te está usando. 

Tierra de Reyes- SamdreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora