—Puedes irte. —declara una de las veterinarias del hospital, asentí, y me despido de ella con un ademán.
Recogí todas mis pertenencias antes de despedirme de las demás chicas que trabajaban conmigo, salí del hospital percibiendo un frío viento, me abrigué con mi chaqueta color mostaza, ajusté mi bolso mejor en mi hombro, revisé la hora en mi celular y emprendí mi caminata matutina como todos los días después de salir del trabajo. En algunas ocasiones cuando sentía que el cansancio me ganaba la partida tomaba un taxi, o esperaba el metro.
Durante todo el camino preferí escuchar música, algo de baladas románticas que Brianna había descargado en mi celular los días en que estuvo en mi casa.
Después de encontrarla con mi hermano, ella me pidió hospedaje, yo por supuesto le dije que sí, pero que tendría que comportarse al estar mi hermano presente. En esos días ambos estuvieron como si nada hubiera pasado, excepto que, en algunas ocasiones los pillaba lanzándose miradas curiosas e indiscretas, pero no le daba mucha importancia, total, ambos ya eran lo suficientemente grandes como para saber que hacer o qué no hacer.
—¡Mia!
Volteé mi cabeza al escuchar mi nombre. Alguien se acercaba esquivando a las personas que al igual que yo, preferían la caminata. Esa persona, que creí que me había llamado pasó a un lado mío ignorandome, fruncí el ceño un poco cansada, no podía dejar de pensar en quien me había llamado, y por la música no pude reconocer la voz.
Retome mi camino, no hubo interrupción alguna, una que otra vez me daba curiosidad mirar hacia atrás para ver si alguien conocido me perseguía, tenía la sensación de que alguien me observaba, sentía como si alguien no despegara sus ojos de mí, y eso... me asustaba un poco, me inquietaba un tanto.
El cielo se torna sorpresivamente gris, seguido de unas cuantas gotas que se estrellan sin cuidado alguno contra los autos, edificios, cuerpos, etcétera...
Corrí a una cafetería cubriendo mi cabello con mi bolso, entré seguida de unas cuantas personas que al igual que yo, optaron en refugiarse en este lugar.
Alguien choca contra mi hombro provocando un leve dolor en la zona afectada.
—Como lo sient... ¿Mia?
Alcé la vista al chico y me sorprendí al verlo.
—Andru... —parpadee un par de veces. —¡¿Andru, cómo estas?! —elevé un poco el tono de voz.
—Bien... —enarcó una ceja. —¿Ibas a tu casa?
—Sí, si. Iba a caminar unas cuadras hasta que mis pies ya no den más pero la lluvia me lo impidió. —reí.
—Ah... —se limita a decir, mira a su alrededor antes de abrir la boca para hablar. —Nos vemos. —se da la vuelta pero lo detengo del antebrazo.
—¿Qué fue lo que pasó con Brianna?
—Creí que nunca preguntarías por eso. —se cruza de brazos.
—Sólo... no puedo creer que en verdad pienses que Brianna pudo ser capaz de engañarte, Andru... tu la conoces, sabes que ella te quiere... —argumenté, sin dejar de mirarle a los ojos, éste raspa su nariz con la punta de su pulgar, vuelve a observar a su alrededor.
No se atreve a verme a la cara, puedo sentir lo tenso que está y lo humillado que se siente.
—Mia, yo te quiero mucho, somos amigos desde siempre, por eso a ti no te puedo mentir. —toma un poco de aire antes de continuar, para ganar confianza le doy un leve apretón en su hombro amistosamente, él alza la vista a mi rostro y se muerde los labios nervioso.
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Pasión Espontánea© +18.[《COMPLETA》]✔
RomanceDicen que la atracción se da en el momento que uno conoce a la persona. En el caso de Mia y Wesley se dio desde que ella cruzó la puerta de aquel restaurante. Quédense a leerla, disfruten de la lectura, ámenlos, deséenlos, desesperadamente síganlos...