–¿Cuántos de esos molestos ángeles creen que habrán? –preguntó Okurumi.
–Ni idea –dijo Shuji–; los ángeles de la oscuridad no aparecen muy seguido, la verdad nunca son un buen augurio.
Todos entrenaban arduamente, pero sin darse cuenta estaban siendo vigilados; a medio kilometro de distancia estaba una sombra negra, oculta entre los oscuros y gigantescos arboles de pino del bosque, sentado encima de una rama mirándolos a todos a través de una esfera de cristal invisible que flotaba encima de ellos.
–Creo que ya es hora de salir de las sombras –dijo el chico con una voz sanguinaria y despiadada. Llena de energía–. Será bueno dar un saludo antes de... –entrecerró el ojo izquierdo y ladeó su cabeza confundido–. De... ¿destruirlos?... Si, destruirlos.
–Vamos Kimico-chan, tú puedes quemarlos más rápido que eso –gritó Shuji que estaba entrenando a Kimico.
–Yo puedo hacerlo –se dijo Kimico a sí misma.
Lanzó diez flechas de fuego que salían de sus manos, recorrían la distancia y le daban a treinta y siete blancos en movimiento que estaban dispersados por todo el terreno, algunos flotando o tirados en el piso. Controlaba las diez llamas, las llevaba a donde quería, pero los blancos a los que debía acertarle tenían una masa algo más gruesa que los normales, y necesitaba aplicar más fuerza para romperlos, y eso le consumía más poder, y con cada golpe que daba una de las llamas se disminuía y tenia que reavivarla; a parte, era muy difícil poder conducir diez llamas al mismo tiempo en direcciones totalmente opuestas.
–Bien hecho, Kimico-chan. Treinta y siete, muy impresionante, pero tenias que destruir sesenta de esos blancos.
–Ya lo sé, perdón, pero es muy difícil manejar diez llamas al mismo tiempo sin que choquen con nada.
–Vas a tener desafíos mucho mayores que esto cuando empiece esta guerra sin cuartel.
–Si, si lo se, necesito mas habilidad.
–Los blancos son de concreto de diez centímetros de grosor, es un tanto difícil destruirlo con llamas si no lo golpea con mucha fuerza, entiendo tu problema, necesitas más fuerza en las llamas y más aun en el golpe.
–Velocidad –dijo Aurora–, Necesitas más velocidad Okurumi-chan.
–Ya lo se, necesito velocidad –le contestó mientras corría.
Okurumi estaba entrenando. Se lanzaban del cielo diferentes rayos, cada uno más rápido y mas lejos del anterior, el objetivo de Okurumi era correr lo más rápido que pudiera recorriendo y atrapando cada rayo antes de que tocara el piso.
Corriendo lo más rápido que podía logró atrapar el primer rayo estirando el cetro y logrando que chocara contra el cristal llenando el cetro de energía eléctrica; el segundo rayo lo consiguió usando el cetro como si fuera una jabalina –lanzándolo y haciendo que chocara contra el rayo y luego se clavara en el piso–. Era complicado, ya que no podía usar sus poderes más que para correr y los rayos caían a una velocidad muy acelerada. Disparada como rayo, agachó un poco su cuerpo y tomó el cetro clavado en el suelo y lo levantó siguiendo a su siguiente objetivo.
–¿Segura no puedes darme una ayuda? –preguntó Okurumi.
–No, si usaras tus poderes completos no seria un entrenamiento, aunque es increíble que aprendieras a dominar la técnica de "velocidad del rayo" sin tu forma Arcangelist.
Okurumi llegó hasta el tercer rayo y lo obtuvo con solo dos milisegundos de anterioridad –lo suficiente como para que pudiera tocar la punta del cetro y ser absorbida por este–. La velocidad era impresionante, mucho más veloz que cualquiera de los demás, sin embargo no era la suficiente, por que, al llegar al cuarto rayo se tropezó con sus propios pies y se retraso por dos segundos, haciendo que el rayo cayera antes de que ella pudiera llegar. Lanzó el cetro lo más rápido que pudo, pero ni así logró atraparlo. El rayo chocó contra el piso y causó una pequeña explosión con la fuerza suficiente como para hacer que Okurumi diera un pequeño salto hacia atrás y cayera en el piso.
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Arcangelist {#EDreamsAwards}
FantasyArcangelist, una historia creada de mi mente. Adaptada para parecer un Anime/Manga japones. La historia comienza con Kimico Nakami, una chica de 16 años que en un dia extraordinario conoció a su ángel guardian; este la llevó hasta el cielo y se unió...