•The Mysterious Boy•

Again? || Capítulo III

Unos ruidos provenientes de la puerta lo despertaron. Alguien intentaba entrar. Rápidamente recogió la comida y el dinero un una mochila y sigilosamente salió por la ventana.

No era la primera vez que alguien intentaba colarse, al fin y al cabo casa uno buscaba su propio sitio. Sin embargo, él era pequeño y definitivamente perdería contra lo que intentasen entrar. Lo mejor que podía hacer era huir y volver más tarde, asustarlos hasta que se fuesen y rogar por que nadie hubiese destrozado más el edificio.

Se oyó un estrépito de ruido y un grito alertando a otras personas de que él había salido por la ventana. Su corazón se aceleró y su respiración se incrementó. La adrenalina no tardó en pasar por sus venas como si fuese electricidad.

Pues a la mierda el plan.

Maldijo en rumano, su lengua materna, y salió corriendo por segunda vez en la noche. Subió a los tejados y corrió lo más rápido y lo más lejos que pudo. Una ventaja de ir por allí es q no había demasiadas cosas que tener que evitar; la desventaja era que te mantenías a la vista de tus perseguidores todo el rato.

Un zumbido pasó a su lado seguido de un haz amarillo y rojo. Una persona se paró delante de él. Lo conocía, era Kid Flash. Volvió a maldecir en rumano y se paró.

-Esto se está haciendo repetitivo, ¿no creen?- Comentó Dick molesto.

-¡Yo te conozco! ¡Eres el que me robó la cartera!- Exclamó KF.

-Felicidades, Wallace, lo has adivinado.- Dijo irónico. Por su cara de sorpresa supo que no se esperaba que él supiese su ID.

-¿Cómo...?

Antes de que acabase la frase Richard volvió a salir corriendo. Saltó al edificio siguiente y se coló por la ventana de un apartamento abandonado. Ejercía de ático en aquel bloque de pisos, así que no se le hizo difícil pasar por una ventana rota. Corrió por él y salió por otra ventana que encontró.

-¡Encontradlo!- Gritó Batman.- Se ha quitado el rastreador, ya no sé dónde está. Tenemos que localizarlo.

Saltó al suelo y se escabulló por las sombras. Siguió corriendo. Supuso que toda su 'familia' estaba con él o no tardarían en llegar, así que era mejor que desapareciese.

Cuando ya no pudo más se sentó con la espalda en la pared y se puso a pensar. ¿Rastreador? ¡Pues claro! Debía de estar en la sudadera que se había quedado en el almacén. ¿Cómo no lo habré supuesto antes? ¡Es Batman! Era obvio que no me iba a dejar marchar tan fácilmente si me quería.

Una vez habiendo recuperado el aliento siguió caminando. Tenía que alejarse. No podía permitir que lo encontrasen y menos que descubriesen quién era. No permitiría que le llevasen a un orfanato. Estaba seguro de que no lo buscaban por lo de la cartera. El chico había parecido muy sorprendido cuando le hubo reconocido. Entonces, ¿por qué me querían a mí? También descartó la posibilidad de que supiesen su identidad. No tenía pinta de que ellos supiesen quien era, y menos que supiesen que él vivía soloo siquiera que estuviese vivo.

Así que solo le quedaba una opción: que hubiesen descubierto que robaba casi todos los días, cosa que también dudaba. Siempre era muy cuidadoso cuando lo hacía. Extremadamente cauteloso. Le dolería en el ego que lo hubiesen descubierto. Y más aún que hubiesen avisado a la Liga de eso. Tenía que ser por otra cosa. Una que ahora ignoraba.

Encontró un árbol donde se sentó después de haber andado casi una hora. Necesitaba agua y estaba totalmente perdido. Nunca antes había ido por esa parte de la ciudad. Para él el lado sur de Gotham era el más peligroso, donde se escondían los traficantes y los pedófilos, así que no solía salir de la parte norte, donde vivía la gente rica. Eso no evitaba que hubiese delincuencia o gente en la calle como él, pero era mejor que la sur.

Soltó un suspiro y volvió a caminar, pero esta vez con pasos lentos y pausados, sin prisa alguna. Debían de ser las cuatro de la mañana, así que las calles estaban vacías. La tenue luz de las farolas era la única iluminación que había en toda la ciudad. La mayoría de calles se encontraban en penumbra por la poca luz que les llegaba. Esa imagen era desoladora.

Se adentró en una estrecha calle. Llevaba recorrida la mitad de ella cuando una pandilla de chicos con navaja se le cruzó en el camino. Tuvo un déjà-vu. Otra vez se encontraba en una encrucijada.

Se dio la vuelta para salir corriendo por el otro lado, pero una navaja en su cuello se lo impidió. Levantó las manos en señal de sumisión y ellos le arrancaron la mochila de la espalda.

-¡Bingo! Nos tocó premio, chicos.- Metió la mano en la mochila y sacó dinero y comida. Se lo repartieron entre ellos.

-¿Qué hacemos con el crío?- Preguntó el más delgado al que me había quitado la mochila. Supuse que era el cabecilla de la banda.

-No soy un crío.- Gruñó.

-Tiene agallas, pero por desgracias el jefe quiere a otra persona. Una lástima, habría sido de gran ayuda para los robos.- Habló el "jefe".

-¿Cómo lo sabes? ¿Lo conoces?- Preguntó un rubio.

-No, pero lo he visto robar. Si no prestas mucha atención ni siquiera te das cuenta, pero entre ladrones nos reconocemos.- Le sonrió. Parecía majo hasta que les dijo a sus amigotes que lo matasen.

Antes de que cualquiera pudiese hacer algún movimiento, un disparo y unos Batarangs pasaron cerca de su cabeza, clavándose en la pared a sus espaldas. De un movimiento rápido y preciso, Dick le retorció la muñeca al chico que tenía la navaja en su cuello y lo tiró al suelo de una barrida con el pie. Salió corriendo hacia el final de la calle, pero algo se le clavó en el cuello haciendo que viese todo negro. Antes de que cayese al suelo, un pelirrojo lo agarró y lo cargó estilo princesa.

Se ve lindo cuando no intenta parecer mayor. Pensó Wally. ¡Pero qué digo! Ni siquiera lo conozco. ¡Ademásrobó mi dinero! Tranquilízate, Wally. Solo tienes a un chico demasiado lindo cargado como si fuese una princesa, relájate... ¡Demonios!

-Aria Grayson