Capitulo 2.- Disparo de realidad.

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La sangre hervía en su interior fluyendo por todo su cuerpo, desde su cabeza la punta de sus pies, un siniestro silencio era un claro indicio de que algo horrible había sucedido.

Como el viento moviéndose en las frías calles de la ciudad, la chica de hermoso vestido nuevamente apuntó su arma a Gabriel y muchas preguntas se condensaron en su mente retumbando a modo de voces que rasgaban sus tímpanos pero la más gran de las interrogantes fue pronunciada por el mismo joven en un débil murmullo:

— ¿Por qué no estoy muerto? — se suponía que la bala había dado directamente al corazón y parado sus latidos pero al observar el agujero bajo su camiseta sólo notó una pequeña cicatriz sobre donde se encontraba el corazón junto a la del hospital hace varios meses — ¡¿Qué ocurre conmigo?!

Su cabeza dolía como miles de agujas perforando al mismo tiempo y un ardor se intensificada en su cuello como metal al rojo vivo; algo realmente aterrador ocurrió en su cuerpo y no sabía que era. Una insana sensación de nauseas se expandía ferozmente como un veneno atrás de su cuerpo escuchando un centenar de voces a su alrededor para luego comenzar a vomitar de forma convulsiva hasta no sentir nada en su interior.
Lagrimas de dolor se deslizaban  por sus ojos mientras tosía por varios instantes pequeños coágulos de sangre, su mente se nublaba cada segundo y voces gritaban a sus oídos casi como si fuesen extraídas del averno.

—  Hola muchacho, es un placer verte de nuevo — una voz en especifico retumbó en su cabeza haciéndolo dudar de su cordura, se podría describir como rasposa y algo macabra pues no parecía sonar humana.

— ¿Dónde estás?, ¡¿Quién eres ?! — su voz quebradiza y ojos perdidos mostraba su miedo más profundo a aquello que no podía ver o sentir, golpeando su rostro al creer que todo se trataba de una maldita pesadilla notó una silueta reflejada en el suelo que sonreía hacia él.

La chica frente suyo solo observaba pacientemente, esperando a que este le dirigiera la mirada, tras inspeccionar al joven ella nota un gran y curioso cambio sonriendo sin remordimiento; desde la oscuridad de su silueta un arma brota de forma casi mágica.

—  Vamos, Gabriel, te explicaré todo cuando despiertes —  resultaba un arma de dardos que disparó contra el brazo del chico mientras la anestesia hacía efecto sus últimos momentos conscientes escuchó aquella voz decirle:

— No estás solo, muchacho —

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Era esa pesadilla de nuevo; un helado viento rozaba su piel, se encontraba ante una ciudad envuelta en caos y la muerte caminaba por las calles vacías, sus manos estaban cubiertas de un carmesí intenso con una tinta negra cubriendo su piel, su cuerpo se movía con cansancio y los edificios aledaños se encontraban totalmente desechos.

Miles de voces gritaban con fuerza a sus oídos a su vez que su cuerpo se hundía en un abismo infinito de desesperación y oscuridad perpetua, sus ojos se llenaban de lágrimas mientras un suspiro de dolor consumía su alma hasta el más bajo de los sentimientos.

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Sus ojos se abrieron lentamente tras aquella desagradable pesadilla, mirando a un lado notó un pared pintada de azul pastel que no pertenecía a la de su habitación, dudando de su ubicación y la veracidad de los sucesos de la noche anterior percibe una suave respiración en su cuello que lo hizo estremecerse.

Girando los ojos hacía el origen de la sensación observó a una chica dormida aferrada a su brazo, un sobresalto era lo de menos al notar que era la misma chica de ayer, Mónica. Su oscuros mechones tocaban el rostro de Gabriel, sin creer aún todo esto, tocó la frente de la chica; ella llevaba tan solo una blusa y ropa interior reveladora, intentando no ver más de lo que su moral le permitía toma un respiro para analizar la situación.

El Alma de Una Sombra (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora