Capítulo 9.- Trabajos sucios a precios bajos.

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Advertencia.- Este capítulo puede tener contenido algo sensible para ciertas personas, si perteneces a este grupo por favor te pido retirarte del capítulo o leer bajo tus propias condiciones.

Amor, ese cúmulo de sentimientos que rodea nuestras vidas, cualquiera pensaría que no existe o que tan solo es una reacción química que genera nuestro cuerpo pero más allá de esa banal sensación de emoción, el amor es una experiencia que se extiende y fortalece con el pasar de los años.

Cayendo en esos pensamientos, una reflexiva Mónica miraba por la ventana al rostro del chico que emanaba eso en ella.
Cualquiera catalogaría a la chica con serios trastornos mentales pero para ella todo ese dolor se disolvía como nubes arrastradas por el viento cada que recordaba a él.

—  ¿Por qué lo sigo amando? —  susurro para si misma dejando salir un suspiro, parecía que no podría combatir esa noche con el frío intento que le presionaba cada noche.

Cada cierto tiempo su mente se perdía en esas banales sensaciones que ni siquiera ella consideraba amor, llorando con fuerza y silencio en sus quejidos se cubre del helado viento cerrando los ojos para soportar hasta el día siguiente.

En otra zona de la ciudad, específicamente en el hospital, caminaba una figura con un ramo de flores en una mano y un curioso maletín en la otra.

— You are... made for love~ — tarareando una canción en su cabeza ingresa a esa descolorida habitación.

Se trataba de Elías, sentándose junto a la figura débil de su progenitora sonríe entre lágrimas colocando el ramo en un jarrón mientras abría el maletín para extraer una inyección.

—  Con esto estarás mejora, mamá — introduciendo la dosis en la mujer esta abre brevemente los ojos siendo lo primero en admirar la mirada de incontenible amor de Elías.

— Cariño, ¿cómo estas? — un par de lágrimas de alegría brotaron de su ojos esperanzadores.

- Madre, prometo conseguir las demás dosis como de lugar solo debo cumplir un último trabajo para el señor Wescott - la mujer bajo la mirada y mostro una suma tristeza.

— No sigas manchando tus manos, Eli, por favor, renuncia a todo esto y vuelve a tu lugar como maestro — la mujer acercó sus labios pálidos y secos a la frente del hombre dando una suave beso en esta.

—  Entiendo — el tiempo se había agotado, la dosis había dejado de hacer efecto.

Su madre volvió a entrar en coma con una última sonrisa.

— Perdona madre pero no puedo verte así por siempre — mirando la imagen de Gabriel en su bolsillo suspira para salir con su pesado andar sin decir ninguna otra palabra.

El sol ascendió en el horizonte, tras los muros que rodeaban la Ciudadela llegaban ínfimos rayos de luz que acarician el rostro de Gabriel.

Un intolerable dolor persistía en su espalda, no era ningún ataque enemigo, solo era su primera ocasión durmiendo en un sillón inflable.

— Maldito dolor, ¿cómo pueden dormir en esto? — mirando hacia Mónica nota que esta seguía como ella misma había mencionado, durmiendo cómodamente.

Los distritos habían despertado apenas arribó el sol a la ciudad, esta era una experiencia nueva para Gabriel; decidido a hace un cambio toma su cartera y una gabardina del closet de la chica, curiosamente le quedaba a su medida.

Gabriel, ten cuidado, el distrito comercial puede ser peligroso si no sabes donde caminar — exclamó Yul crear una navaja para el chico de forma que se pudiera defender sin llamar la atención.

El Alma de Una Sombra (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora