Fantasma de la Navidad presente

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Sí, en definitiva. No le agradó ni tantito. 

Su hermoso estudio al lado de su cuarto, estaba lleno de velas flotantes, que parecían bailar al son de la voz gruesa que era omnipresente.

Relojes que no eran suyos, tocaban suavemente en cada campanada, la melodía de la alegría, mezclado con algo navideño.

Al mirar hacia la izquierda notó un inmenso y frondoso árbol, lleno de esferas relucientes y listones rojos, y en la punta de éste donde se supondría estuviera la típica estrella dorada, se hallaba un tipo de cabello y barba rojo, con antorcha en mano.

—Soy el espíritu de la Navidad Presente.— se presentó, como si eso explicara todo.

Fastidiado, Tony dio media vuelta para regresar por donde vino, pero la puerta se cerró antes de que tomara la manija.

El otro tipo rio descaradamente ante su intento de salida.

Respirando unas cuantas veces, se resignó.

—Espíritu, condúceme a donde quieras.—dijo

Y la estruendosa risa, volvió.

Otro poco más de polvos de hadas, un soplido del hombre nórdico y cuando creía que volarían como la vez anterior, el suelo a sus pies, desapareció.

Sin salir del estudio, viajaron por encima de las casas, hasta su "destino", observando a las personas, como lo harían en un helicóptero a baja altura. Y aunque se negaba a decirlo en voz alta, la perspectiva de la vida, desde ese lugar, era asombrosa. 

Se rio de los chicos en las calles y en los tejados, que jugaban a lanzarse bolas de nieve, usando cualquier cosa como muro de protección.  Pero también observó la miserable vida que algunos de sus empleados llevaban, no sabía en qué momento comenzó a explotarlos hasta el cansancio sin pagarles bien.

Fue testigo del desprecio que otros le tenían, lo llamaban ambicioso, tacaño, egocéntrico, y otro sin fin más. Pero era cierto. Hasta los que eran sus amigos más cercanos como Rhodey, Pepper y Happy, brindaban por él, con una mueca rara en la boca, casi cómo si les pesara decir su nombre.

Supo que varias vidas de inocentes, pendían de un hilo por su culpa. Y la culpa que anteriormente llegó a tener, y creía estaba olvidada, lo golpeó con renovada fuerza. De pronto, al espíritu le cambió la cara, Tony se veía a sí mismo, con el odio, rencor y otros sentimientos que él daba a los demás.

Con otro movimiento de su antorcha, el espíritu hizo que el escenario cambiara.

 ¡Eran sus amigos! No...ahora sólo eran personas con las que un día convivió. El resto del equipo de los Vengadores, se encontraban reunidos en una casa, probablemente de la Clint, y jugaban adivinanzas. Las descripciones de lo que fuera, no eran muy buenas.

—¿Es un animal salvaje?— preguntaba Bruce.

—¿Es un animal, que está podrido en dinero, es filántropo, mujeriego y vive en Nueva York o en Malibú?— cuestionó Clint.

—Sí.—dijo Natasha.

—¡Es Stark!— respondió Thor en esa forma tan alegre y despistada que siempre tuvo, tirando un chorro de cerveza en el proceso.

Todos rieron, bueno, menos uno. Y él frunció el ceño. Se giró a ver al espíritu, quiso darse la vuelta, pero el gigante, lo obligó a seguir viendo.

—Pobre Tony.— exclamó Bruce con la cabeza gacha. A Tony le había dolido alejarse de su hermano de ciencia, a pesar de que el científico no hablaba mucho, su compañía era agradable.

—Pues yo no siento lastima por él.— comentó Natasha.

—Yo sí,—habló esta vez Rogers.— se ha quedado solo en la Torre o en esa vacía y enorme mansión en California que está tan apartada de la ciudad, que no convive con nadie.

—Él así lo decidió Steve,— replicó Clint.- siempre que lo invitábamos se negaba y prefería andar en esas fiestas exóticas que le gustan. Y ahora ni eso. Él se pierde de cenar con nosotros y pasar buenos momentos como antes.

Los demás, suspiraron. Hasta él mismo lo hizo inconscientemente. Era cierto; nadie lo orilló a ser un cascarrabias, mas que él mismo, se dijo Tony.

Brindaron a su salud. Pero eso le producía un sabor amargo en la boca. El espacio que los rodeaba se volvió gris y frío de un momento a otro.

El espíritu, le advirtió sobre el poco tiempo que le quedaba. Con cada campanada del reloj, le producía dolor al gigante, y a él, le molestaba en los oídos. 

El fantasma cayó, y su tez se veía como la de un muerto. Luego, su risa y los golpes de la campana, se llevaron su carne, hasta dejarlo en los huesos, pero él seguía riendo, hasta que con otro ruido del gongo, el esqueleto se desvaneció en una brisa.

Tony se quedó solo. Hasta que su sombra se alargó. 

¡Oh no! pensó Tony. "Ya sé lo que es".  
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¡Continuamos!

Éste cap es para el 28 de diciembre, o más bien, se suponía que debí subirlo ése día. Sorry

Navidad al más puro estilo AvengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora