La última y nos vamos.

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De verdad que creí que algún día podrías llegar a amarme. De verdad, que tonta fui.
Pasaron meses sin vernos.
Me despedí de ti aquel día, en las escaleras, dejandote ahí parado con esa carta y me fui dándote la espalda. Creí que realmente no volvería a saber nada de ti. Me había resignado a la idea de dejarte atrás y no tener ninguna clase de contacto contigo. JAMAS.
Nada resulto como planeaba. Un día de la nada volviste. Al principio yo estaba molesta, por tu ineptitud; aún con mis querellas te acepte con los brazos abiertos, creí que podíamos ser amigos. Eso creí en un principio. Pues ya no me alarmaba ni me emocionaba demasiado el hecho de tenerte de vuelva en mi vida. Supongo que me acostumbré a que fueras y vinieras a tu antojo.
Tomamos rumbos diferentes.
Y en poco tiempo conocimos personas; hicimos nuevos amigos, tomamos una rutina distinta, cambiamos de rumbos, la vida de pronto dio un giro inesperado.
Y claro, conocí a un muchacho. Muy atractivo, debo decir.
Es un joven alto, de cabello alborotado y castaño, fornido y de buen porte. El típico chico guapo salido de telenovela. Con una escencia arrogante, un porte egocéntrico, nada sutil. Y esa manía de manejar al mundo a sus pies.
Ahí. Sólo ahí, supe que te seguia queriendo, me di cuenta que te extrañaba. Porque ni en sueños, él era como tú. Ni la más lejana posibilidad de le asemejaba a tu dulce e incomparable espíritu.
Me di cuenta porque me aferraba tanto a ti; es que tu eras más puro, mas tierno, más sencillo, más tú.
Creí que al cambiar las circunstancias. Ya sin ella; tu podrías llegar a quererme.
Así es. De nuevo me equivoque.
Es que tu sólo vuelves a mi cuando hay caos en tu vida.
Eres cobarde. No te atreves a quedarte aquí, a mi lado.
Volviste porque te sentías sólo y hasta ahora lo entendí. Por eso siempre regresas.
No porque seas mi hilo rojo o sea parte del destino, tampoco es que el universo conapire a mi favor.
Es simple. Aquí tienes a alguien que nunca va a decirte que no.
Me ha costado trabajo darme cuenta de tu forma tan ruin de ser en el amor; conmigo.
Porque yo te conocía difiere.
Y de nuevo. Hace un par de días es que yo deje de hablarte y frecuentarte.
Decidí volver a alejarme.
Pero esta vez es por voluntad propia, no porque tenga que alejarme porque me haces daño o porque tu te has ido, o por alguna pelea tonta o por orgullo.
Es por puro placer.
Porque si puedo estar sin ti.
Porque siempre me han
repetido que no acepte menos de lo que merezco.
Porque realmente quiero irme.
Y me voy definitivamente, ya sin reencores, ni resentimientos. Con la tranquilidad de que te di lo mejor que pude y te quise.
Siempre será así, pero de poco a poco se irá convirtiendo en un recuerdo.
Esta es la última. Antes de ese último beso furtivo.
Es la última y nos vamos.

Cuando fuimos nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora