II

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Dos Meses Después

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Dos Meses Después. 


— ¿Gael Montero? ¡Si, es él!

Gritó la joven fan, que dudosa llevaba varios minutos observándolo de lejos, pero al acercarse un poco más entre el tumultuoso gentío del aeropuerto, disipo todas sus incógnitas.

Gael giró sobre su eje quedado frente a un par de lindas jovencitas que pronto, con celular en mano, le pidieron varias selfies desde distintos ángulos y con diversas poses.

— ¡Gracias! —dijeron en unísono dirigiéndole unas sonrisas coquetas.

Gael regresó las sonrisas con un gesto de agradecimiento reflejado en sus oscuros ojos cafés. Y es que ese par de niñas eran las primeras, desde el escandaloso vídeo, que no le tocaban el tema o se mofaban con chistes alusivos y, eso, de algún modo, le otorgaba una leve esperanza de que el furor del chisme, dos meses después, ya había llegado a su fin.

— ¿Te diste cuenta? —Indagó llamando la atención de Sebastián, el que metido en el celular ni siquiera había notado la presencia de las jóvenes.

— ¿Eh?, ¿de qué?, ¿o qué?

—De las niñas... Las que estaban aquí hace un minuto, ¿las viste?

Sebastián se encogió de hombros negando con la cabeza en un gesto de desconcierto.

— ¿Niñas?

—Sí, no mencionaron nada del... olvídalo —dijo Gael echándose a andar detrás de su agente, el que volvió a prestarle toda su atención al móvil y ya lo había dejado de escuchar.

—Disculpa, ¿qué me decías?

Gael abrió la boca para mandarlo al estilo mexicano hasta la chingada, pero una voz femenina anunciando desde un altavoz el siguiente vuelo con destino a la ciudad de México, le robo la inspiración y la instantánea atención de su manager, el que centraba todas las energías en todo el trabajo que se les venía encima con solo aterrizar en DF.

Desde su solitario asiento en primera clase Gael, observó al ocupado manager hundirse en llamadas, citas, conferencias, declaraciones sobre el protagónico asegurándose de antemano que no se tocará por ningún motivo el tema del vídeo, negociaciones de salarios y un sin fin de pendientes que formaban parte de su agobiante trabajo, del que el cantante no envidiaba nada, pero que Sebastián parecía disfrutar en exceso.

Las horas pasaron y mientras Sebastián tachaba pendientes en su libreta de trabajo y reventaba la agenda electrónica del cantante con citas. Gael tomó los audífonos, cerró los ojos intentando a toda costa alejar sus pensamientos del lugar a donde lo arrojaba la vida, no necesitaba meditar la propuesta que había aceptado, era lo mejor para su carrera, además, ya había pasado tanto tiempo desde la última vez que la vio que estaba casi seguro de haber matado los antiguos sentimientos, ¿y entonces por qué el nerviosismo?, ¿por qué el sudor frío y el miedo absurdo de que el avión llegará a su destino? Y es que justo ese noviembre se cumplirían tres años sin verse, desde ese día... desde ese momento.

La última y nos vamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora