XII

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Todos hemos escuchado decir que al morir regresamos a recoger cada uno de los pasos dados, padecer los errores y revivir las alegrías hasta el primero de nuestros días y así poder irnos aceptándolos con paz y resignación

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Todos hemos escuchado decir que al morir regresamos a recoger cada uno de los pasos dados, padecer los errores y revivir las alegrías hasta el primero de nuestros días y así poder irnos aceptándolos con paz y resignación.

Pero esta se trataba de la gran excepción, un regalo de la vida que Gael aceptó y reconoció mientras guiaba a Naomi dentro de un pequeño jet pensando en lo afortunado que era al volver sobre sus huellas, borrar las erróneas y reescribir su historia, solo que estaba vez, sin errores.

- ¿Sabes? Es muy probable que desarrolle Estocolmo aquí dentro -comentó Naomi tomando asiento en la hermosa sala revestida de blanco y tonos azul claro-, y sobre todo por la compañía.

Gael tomó su lugar frente a Naomi y siguiendo su ejemplo se colocó el cinturón de seguridad. Le era imposible deshacer la sonrisa de satisfacción, todo le estaba saliendo como lo planeó.

- ¿En serio?, ¿podrías enamorarte de tu secuestrador?

Naomi dejo escapar una risita divertida, el lugar era precioso y no podía negar que le encantaba la idea de ser ¨secuestrada¨ por Gael. Pero cuando abrió la boca para responderle un sujeto vestido de blanco entró a la sala.

- ¡Gael Montero! -Exclamó el joven piloto alegremente-, buenas noches señorita.

Naomi hizo el ademan de quitarse el cinturón, pero el hombre movió la mano en señal de negativa y se conformó con estrecharle y depositarle un beso galante sobre el dorso de la mano.

-Rubén, que gusto -soltó el cantante retirándose el cinturón para darle un abrazo acompañado de unas cuantas palmaditas en la espalda-. Mira, ella es Naomi Cantú.

Rubén asintió haciéndole sentir de inmediato a la rubia que ya había sido protagonista de una conversación anterior.

- ¿A dónde quedamos? -indagó el piloto empezando a caminar a su compartimiento.

-Y, ¿a dónde quedamos Rubén? -indagó Naomi girándose en el asiento para ver la sonrisa enigmática del piloto antes de perderse y cerrar bien la puerta.

Gael se encogió de hombres cuando la mirada recayó en su dirección y la rubia comenzó a sentir unos extraños nervios, se dio cuenta de que no llevaba el móvil, nadie sabía dónde estaba y sería trasladada a quien sabe Dios qué lugar.

-Gael...

-Tranquila -soltó leyéndole con acierto la intranquilidad en la mirada-, serás la secuestrada mejor tratada del mundo, lo prometo. Además, Rubén es un excelente piloto.

Y como si sus palabras fueran una sentencia veraz justo en el momento en que salió la última letra de sus labios el jet comenzó a moverse. Naomi bajo los hombros con un suspiro de resignación ya no había vuelta atrás y le tocaba confiar.

-Y -comenzó Naomi intentando no pensar en la sensación de vacío que siempre le dejaba un avión al tomar altura-, ¿es tu jet?

Gael se retiró el cinturón con confianza y comenzó a abrir una de las botellas de vino tinto.

La última y nos vamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora