VI

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Capítulo 6

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Capítulo 6

— ¡Al fin los encuentro! Ay, necesito volver al gimnasio —jadeó Carlos colocando de forma dramática una mano en la pared y otra en la rodilla mientras tomaba grandes bocanadas de aire.

Gael separó de inmediato su cuerpo de Naomi haciéndola sentir el frio descobijo de la noche, un estremecimiento la recorrió de pies a cabeza, aun con el recuerdo y el deseo latente.


— ¿Cuándo llegaste? —indagó la rubia, después de un incómodo silencio.

Carlos miró a ambos detenidamente, se daba cuenta de que había interrumpido un momento íntimo, y secretamente se auto-felicitó por hacerlo.

—Hace como diez minutos —dijo dando un salto casi al momento—. Por cierto, detuvieron a tu mánager.

Gael se llevó ambas manos a la cabeza, mientras una ligera sonrisa apenas notable le levantaba la comisura de los labios. Se había metido en una situación casi hilarante y Sebastián lo iba a matar.

—Y también a ricitos...

— ¿Detuvieron a Rodrigo?

— ¡Ah! ¿Con qué así se llama? Hubiera jurado que era ricitos...

—No juegues loca... —dijo Naomi entrelazándole el brazo a Carlos, quien se llevó una mano al pecho en fingida indignación—. Esto es serio, ¿dónde está Roxi?

— ¿Y Carla? —indagó el cantante uniéndose a la caminata al estacionamiento.

Carlos miró con sonrisa juguetona primero a Naomi, a su derecha, y luego a Gael, a la izquierda. No conocía a fondo la historia secreta de drama que juraba Bárbara y Rosse había destrozado a la rubia, pero estaba seguro que entre ambos las chispas saltaban casi a la vista, sin contar que hacían una pareja preciosa, no por nada los había escogido como protagonistas.

Carlos hizo casi un minuto de silencio a través de estacionamiento, dando a desear la respuesta, y cuando finalmente se detuvo enfrente de su camioneta blanca, respondió:

— ¡Todos!, todos han sido detenidos. —Introdujo la llave y jaló de golpe la puerta—. Por mí.

Adentro Sebastián levantó una mano a modo de saludo mientras con la otra abrazaba por los hombros a una sonriente Roxana, la que juraba casi morirse de frio. Y en la parte de atrás Rodrigo y Carla ni siquiera se enteraron de los recién llegados, la modelo lo devoraba con desesperación y él se encargaba de sujetarla con fuerza por la cintura con una mano mientras la otra descansaba sobre una de las casi desnudas y larguísimas piernas.

— Mmmm, mmmm —fingió Naomi aclararse la garganta mientras se sentaba a un lado de la maquillista—. Consigan un cuarto.

Rodrigo formó algo parecido a una sonrisa, se separó un momento y dijo:

—Estábamos preocupados por ustedes...

—Se nota —soltó Gael sentándose en el asiento del copiloto con una sonrisa de guasa, había perdido a su ligue pero con ello venía la calma de saber que Rodrigo y Naomi no tenía nada que ver.

La última y nos vamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora