VIII

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Capítulo 8

—No lo sé... creí que jugaba conmigo —ideó Gael después de escuchar con atención a Carlos, el que sin reparo alguno terminó por contarle del accidente de la rubia con todo y sus estragos.

— ¡¿Jugando?! —indagó Carlos con un tono exagerado.

El cantante se encogió de hombros y en un gesto defensivo cruzó los brazos.

— ¿Qué querías qué pensará? Claro que me parecía rara, pero jamás, ni en mi más loco pensamiento —entonó interrumpiéndose, se daba cuenta a la perfección del alterado tono, pero poco podía hacer por calmarse—, ¿es qué? Me olvido...

Las últimas palabras salieron casi en un susurró, estaba dentro de una reflexión personal que no sabía cómo afrontar. Por una parte su deseo de fingir que nada pasó entre ellos y continuar trabajando como si nada estaba por demás cumplido, pero, el hecho de que Naomi lo viera como un verdadero extraño y que su historia fuera borrada como si nada, era un verdadero tormento de emociones.

—Cinco años se le fueron —completó Carlos después de un par de minutos de silencio. Había estudiado su expresión de profundo desconcierto y necesitaba poner las cosas bien claras antes de que cometiera una locura—. Por otro lado, los doctores han recomendado que este bajo un ambiente tranquilo, no como el de anoche, más tranquilo. Y... tengo entendido que su relación fue algo... mmm, ¿cómo decirlo?

Gael seguía con los brazos cruzados y una expresión desafiante se le dibujó a lo ancho de las facciones.

— ¿Toxica?, ¿tormentosa?, ¿horrible? —Comentó viendo como la ceja derecha del cantante se elevaba ante cada nuevo adjetivo—. Bueno, como sea. El punto aquí es que no se le debe alterar.

— ¿Y creen que yo la alteraría? —interrogó, y es que era difícil no sentirse ofendido ante las acusaciones. Él mismo había estado dentro de la misma relación y, si, fue dolorosa la separación pero habían tenido momento maravillosos.

Carlos abrió la boca para responder, pero la puerta se abrió dejando ver el rostro de la maquillista.

—Con su permiso. Tengo horas esperando a Gael...

—Sí, si ya va para allá Roxi.

Roxana hizo un gesto afirmativo y volvió a cerrar la puerta.

—Sólo te pido prudencia. Es todo.

Gael asintió pensativo, necesitaba aclarar sus ideas y eso significaba sacrificar su cita con la rubia.

—No te preocupes, no diré nada que le pueda perjudicar —dijo poniéndose de pie para dejar finalmente solo a Carlos.

— ¡Ay no! Rosse me va a van a matar... —susurró en cuanto cerró la puerta.


La tarde pasó entre fotos y escenas cortas de propaganda televisiva. Gael nunca pensó que sería tan largo y difícil grabar una sola toma y para cuando el día de trabajo llego a su fin estaba verdaderamente exhausto y más aún estresado.

La última y nos vamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora