☀️Capítulo 03: "Rayos de sol y canela"☀️

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"Estoy despierto. Y ahora lo tengo claro, todo lo que veo no siempre es lo que parece. Estuve soñando por mucho tiempo."
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No puedo apartar la mirada de esos ojos oscuros y profundos.

El aroma a verano, como a rayos de sol y canela me envuelve, y mi corazón da un salto queriendo salir de mi pecho.

Sigo sin creer que el hombre de mis sueños está delante de mí, que el alfa por el que mi omega clama está aquí, mirándome fijamente.

Lo había visualizado muy vagamente en mis sueños, pero nada me preparó para lo impactante que sería admirar su belleza en todo su esplendor, su propia presencia grita exquisita sensualidad y masculinidad. Sus cabellos largos y rizados le rozan los hombros, el color del cuervo resaltando sus mechones. Mandíbula afilada, nariz pronunciada, pómulos marcados y labios finos, el inferior un poco más grueso adornado por un aro de metal en el lado izquierdo, que brilla cada vez que lo humedece con su lengua y me incita al deseo de morderlo y saborear su sabor. Su  altura de uno noventa me intimida, pero a la vez que atrae de una manera que ni yo mismo se explicar. Ropas negras y anchas cubren ese cuerpo grande y atlético, los pantalones abrazan sus esbeltas y largas piernas; pero la camiseta deja a la vista sus trabajados brazos, el izquierdo adornado completamente por tinta, dibujos dejando un patrón de historias oscuras y secretas que muero por descubrir. Y el aroma que destila hace que mis rodillas se debiliten y mi lobo ruegue porque entierre la nariz en el punto dulce de su cuello e inhale como un loco necesitado.

Pero son esos pozos redondos y oscuros bajo sus cejas pobladas los que se llevan todo el protagonismo de mi admiración. Esos grandes y expresivos ojos que brillan como estrellas y un millón de constelaciones, son tan llamativos que me dejan sin habla.

Hay algo más en su mirar, hay algo diferente que en mis sueños no me había sido revelado. No hay cariño, sino...¿Tristeza? ¿Dolor?. Puedo ver claramente una tormenta desatada en su mirada, una batalla que no logro descifrar. Mi corazón se hunde dentro del pecho al pensar que este hombre oculta secretos que con su mirada severa trata de ocultar al mundo como un muro forjado de nubes negras y espesas.

Doy un paso atrás. Todo él me abruma, me descoloca.

Mi respiración se vuelve errática, mis manos tiemblan. Pero lo que siento es muy diferente al pánico. Es algo nuevo que me deja con las defensas destruidas y la mente hecha papilla.

–Jimin, cariño, ¿qué tienes?–Tae se acerca a mí con su ceño fruncido, preocupado–. Estás muy pálido.

Pestañeo varias veces y sacudo la cabeza. ¿Qué me pasa?

–Sólo...necesito ir al baño.–digo en un susurro. Necesito despejar mi mente unos segundos.

El dueño de esta cafetería no aleja su mirada de mí ni por un segundo. Su ceño se frunce dando un paso hacia adelante. Sus botas militares se arrastran perezosamente por el suelo hasta llegar frente a mí, tengo que levantar la cabeza para verlo mejor, es malditamente alto comparado a mi patética altura de uno setenta y cinco. Su aroma me golpea más fuerte y me obligo a retener el jadeo que quiere escapar de mi garganta.

–El baño está al final del pasillo que está al lado del mostrador.–su voz profunda y aterciopelada me noquea, me siento perdido.

–Gracias.

Y como una flecha salgo corriendo al baño, alejándome de su presencia y mirada penetrante. Al entrar al pequeño cubículo del baño personal al final del pasillo que me indicó, me permito soltar todo el aire que tenía retenido dentro de mis pulmones.

Pellizco mis mejillas desesperado y me convenzo de que esto es real y no un sueño. Jadeo ante la realidad que me rodea. Esto es una locura.

No estoy soñando.

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