Capítulo 5: Tregua

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   Mario volvió a echar una mirada a sus rivales caídos mientras su pesada respiración buscaba un ritmo para intentar normalizarse. Las cortadas en su pie y en su espalda ardían como si hubiesen sido encendidas con gasolina y podía sentir un chichón formándose encima de su ojo derecho el cual le nublaba la visión del mismo. El cosquilleo sobre su bigote regresó y esta vez el fontanero se vio obligado a pasar su mano enguantada debido a la comezón. Era un líquido que caía de su golpeada nariz, y al examinarlo en su dedo índice, sus cejas se alzaron; era sangre.

  Junior no le había quitado los ojos de encima ni un segundo. Estaba muy nervioso porque no sabía cuál sería la próxima acción del héroe del Reino Champiñón. ¿Lo ayudaría a salir de allí? ¿O lo dejaría a su suerte como castigo por todas las maldades que había hecho en el pasado? Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Mario volvió a mirarle fijamente a los ojos. El príncipe sintió sus pupilas dilatarse por el temor y tragó saliva intentando calmarse. Lo que más deseaba en ese momento era que la tierra lo tragara y lo escupiera de vuelta al sitio donde estaba estacionado su Clown Car.

  Finalmente, Mario decidió acercarse al joven koopa, quien al darse cuenta de esto colocó una expresión desafiante para que el plomero no notase su angustia. Pero las defensas en la mirada de Junior se tambalearon cuando el rostro del fontanero fue iluminado por la bombilla que estaba colgada encima de sus cabezas; de la enrojecida nariz de Mario caía un hilo de sangre y su ojo derecho comenzaba a tornarse oscuro debido al maltrato. Eso sin mencionar que la media que cubría su pie descalzo estaba manchada de rojo al igual que su guante y que su camisa estaba rota por detrás. El príncipe mantuvo la compostura, pero por dentro estaba impactado al verle en ese estado. Sus heridas no eran graves comparadas con las que le quedaban al plomero en las peleas con su padre, pero aun así se veía terrible.

  De pronto, Mario decidió actuar tomando la soga que mantenía a Junior atado para desanudarla. El príncipe ahogó un grito sorprendido pero luego se relajó mientras le dedicaba al fontanero una mirada fría. Una vez que la cuerda estuvo floja, el pelirrojo soltó un suspiro de alivio al poder sentir sus extremidades moverse con libertad de nuevo. Oh, ¡Cómo había añorado el momento en el que esas ataduras se soltarían! Sintió un pequeño calambre en su pierna izquierda cuando la movió, pero eso importaba poco comparado con el hecho de que ya no estaba inmovilizado. No obstante, su calma se vio interrumpida cuando sin previo aviso, Mario se le acercó y arrancó de su boca la cinta americana. Junior no pudo evitar soltar un gemido de dolor al sentir el ardiente dolor en toda su mandíbula, tan intenso, que incluso humedeció sus ojos.

"¡AY! ¡Oye! ¡¿No pudiste haber tenido más cuidado?!" Reprendió Bowser Jr a Mario mientras se acariciaba la boca.

"Lo siento..." Murmuró el fontanero echándose hacia atrás para evitar incomodar al príncipe por invadir su espacio personal.

  Junior se quedó en silencio unos momentos sobándose el hocico mientras miraba a Mario con el ceño fruncido. Una vez que dejó de masajearse la cara, decidió romper el hielo.

"¿Y tú qué haces aquí? ¿Por qué me ayudaste?" Preguntó Junior mirando a su enemigo con un brillo de desconfianza en sus ojos.

  Mario alzó una ceja mirando a Junior de forma inquisitiva. "Una mejor preguntar sería, ¿Qué haces aquí?"

  Los ojos del pelirrojo se entornaron. "Eso no es de tu incumbencia. Además, yo pregunté primero, así que respóndeme." Demandó Junior. El plomero se encogió de hombros.

"Bueno, me pareció que estabas en problemas, por lo que decidí echarte una mano." Contestó Mario con sinceridad. Sin embargo, esta respuesta no fue convincente para el terco príncipe.

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