¿Puedo ser tuya? 4#

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Luego de pensarlo un par de veces más, Daiya se levantó y abrió la puerta, encontrándose a Diego de espaldas, el cual la miró también, un poco consternado
— No digas nada más y ven conmigo. . .
Ella le tomó de la mano derecha sin decir nada más y juntos fueron, esa noche al campo abierto. La luna brillaba en lo alto, y las estrellas como pequeñas partículas de polvo, destellaban, dando un toque mágico a aquel ambiente frío, pero de hierba tierna. Daiya comenzó a danzar, primero, alzando las manos en un agraciado movimiento de bailarina de ballet, y rodeó a Diego, dando vueltas alrededor de aquel joven que no le quitaba la mirada de encima, envuelto por tal encanto. En ese momento, su cola de reptil salió a la luz, su ropa se desprendió tal como hojuelas y ahora su piel estaba cubierta de escamas verdosas, que le cubrían desde el abdomen hacia abajo. También su cresta dorsal salió a la vista, bufándole a Daiya en respuesta de aceptación de aquella bella danza que le tenía embobado. No se decían nada el uno al otro, solamente se acercaban entre sí, se rozaban las cinturas con las manos y se daban la vuelta en leves giros. En un tierno gesto, la cola de Daiya tomó la reptil de Diego y se entrelazaron juntas por unos segundos.

Pero claro, el cuerpo de Daiya también había sufrido cambios. Unas orejas ovaladas aparecieron entre sus cabellos, y un traje manchado de pelaje de pantera cubría su cuerpo desnudo, al menos, sus partes más privadas. Al tenerla entre sus brazos, Diego le observó a los ojos de forma intensa, y susurró su nombre.

— Daiya. . .
Estaba dispuesto a besarla de nuevo, y ella también de la misma forma, aceptó el gesto de amor, no podía soportarlo por mucho  tiempo más, y la luna era testigo de lo que sucedía entre ellos dos. El cómo ahora ambos se veían semi-bestias, en semi-espíritus, era algo que no pensaron jamás. Los grillos cantaban alrededor y las luciérnagas también hicieron aparición, alumbrando el oscuro ambiente alrededor de ellos.

—Diego. . .¿De verdad. . .quieres estar a mi lado?. . .

— Entre este maldito mundo humano, no hay nadie más que tú que me acepte tal como soy, con mis pecados, mis avaricias y mi verdadero yo, Daiya, tú eres la única que me ha sabido comprender, además...me has salvado, aparte de la muerte, también de mi soledad interna, el dinero llenaba todo falsamente hasta que te conocí, sólo soy capaz de decir, que bendigo el momento en el que te encontré aquel día. . .—Mientras le decía aquello, sus dedos de largas uñas afiladas, con delicadeza le acariciaban las pálidas mejillas a la chica que, sobremismada por esas palabras tan bellas, le abrazó por el cuello, y le atrajo hacia ella de forma dulce.

—. . .No me queda más duda, entonces eso significa que. . .¿Puedo ser tuya?. . .

Y tal como la naturaleza animal de ambos era mostrada, Daiya le enterró los colmillos en la piel del hombro derecho del rubio, y Diego hizo lo mismo, pero en el cuello de aquella, marcándose mutuamente provocando que la sangre brotara y manchara ambas pieles, pero prontamente fue limpiada por una traviesa lengua felina, en Daiya, una curiosa lengua reptil. Luego de olfatearse y procesar los aromas de sus cuerpos, Diego reflejó la luz de la luna en sus escamas, y movió su cola de forma galante intentando seducir a Daiya, la cual se veía poco interesada espiritualmente después de olfatearle. Él se le acercó, levantando su cresta dorsal, mientras Daiya le enseñaba sus colmillos, pero pronto ella bajó la guardia.
La chica se sentó en la hierba, y Diego se posó sobre ella, recostándola, listo para iniciar la posesión sobre la mujer que amaba.

— Diego. . .— Daiya puso ambas manos en las mejillas rotas de él, y le atrajo, besándole dulcemente, para después deslizar su lengua entre los labios ajenos, con toda la fogosidad de su corazón. Diego en cambio, la abrazó para sí, sintiéndola suya en aquel momento. 


------Parte 18+ si sigues leyendo es bajo tu responsabilidad ¿?------------- NO TE TRAUMES.

Tras separarse del beso, el rubio continuó con besos por el cuello de su chica, marcando su piel, despacio, y con calidez, Daiya le sentía por completo.
— Tus labios. . .están...cálidos. . .ah. . .

Mientras él descendía, retiraba esa cubierta de pelaje, pero esta vez, dejando al desnudo esos redondos y grandes pechos que no tardó en lamer, mordisquear y besar, antes de continuar su camino por aquel abdomen que se contrajo tímidamente por la sensibilidad. Las manos de Daiya fueron hasta la cabeza de su amado rubio, enredando sus dorados cabellos entre sus dedos, nerviosa, notándole descender más y más, cosa que le hizo sobresaltarse de nervios, pero calló su boca con una mordida a su labio inferior, no quería arruinar el momento, y no comentaría nada más por culpa de sus inseguridades.

—. . .Eres hermosa. . .— Cuchicheó Diego, al separarle las piernas a la chica y mirarle con detalle. Daiya, con su rostro sonrojado, sus ojos aguados en lágrimas y su cuerpo tembloroso, no podía contestarle todavía. Sin embargo, el chico siguió adelante, depositando besos en esos tersos muslos, llevando consigo todo el aroma de su amada, hasta llegar a sus delicados y pequeños pies, los cuales le cabían en las palmas de sus manos, sin duda alguna, Daiya sería su muñequita. Ella no se quería quedar atrás, así que, intentando llegar hasta él, el reptil le detuvo, y le abrazó por la cintura.

— Soy yo el que debe pagarte por todo. . .déjame firmarte yo. . .— Y volvió a besarla. En ese mismo instante, su diestra se deslizó entre las piernas de Daiya, tocándole su clítoris despacio, e introdujo su dedo índice entre sus labios íntimos. Daiya rechinó sus dientes, claro que le había dolido demasiado, pero se aguantó, aferrándose a la ancha espalda de ese hombre que le prometía amor. Luego de besarle una vez más, se sintió preparada. Diego se acomodó sobre ella, tan sólo mirándole a los ojos para que no pensara en nada más, mientras su diestra sujetaba su erección y la intentaba deslizar en ella, con gran esfuerzo. Daiya tenía demasiado miedo, apenas al sentirle, se asustó, y Diego la abrazó más firme, emitiendo un gorjeo parecido al ronroneo para que no se sintiera tan mal.

— Tranquila. . .— Le susurraba al oído, una vez que logró introducir su glande, provocando que Daiya sangrara poco a poco y las lágrimas se deslizaran por sus mejillas por el dolor que eso le causó, pero valía la pena, ella lo amaba, así como Diego la amaba a ella.

— Nnh. . .c-cariño. . .e-eso. . . ah. . . joder. . .n-no hagas más. . .— El hombre sabía que el dolor sería temporal, y le dió más confianza, tomándole de las manos y entrelazando sus dedos con ella, mientras se unía mucho más, hasta tenerle por completo dentro. Daiya no podía dejar de lagrimear por el dolor, pero a la vez, se sentía feliz de pertenecerle a él.
—. . .Diego. . .te amo. — Ella confesó sus sentimientos frente a todas las estrellas, en aquel momento especial que nunca olvidaría.

—. . . Yo también te amo Daiya. . .siempre seré tuyo...siempre. . .— Al cabo de diez minutos de besos, poemas y caricias al oído, comenzó a moverse poco a poco en contra ella, y Daiya reaccionó, enredando las piernas alrededor de la cintura de su amado.

Entre sudor, quejidos y jadeos de cansancio, Diego la poseyó por completo, y a cambio recibió arañazos en su espalda, más mordiscos en sus hombros y gemidos frente a sus húmedos labios. Le marcó su alma, su piel, y conoció los sonidos prohibidos que ella emitía con su boca, pudo presenciarla en ese estado de placer puro gracias a él, pero lo más importante, era el amor entre ambos. Siempre fue cuidadoso, suave para no lastimarla, y así le dedicó el resto del amanecer, acunándola entre sus brazos luego de terminar en ella, sellando el pacto con un beso en la frente de la inocente chica que le había entregado todo.


Continuará.

La dama y el Ráptor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora